tag:blogger.com,1999:blog-69420930485551066642024-02-07T07:22:55.687+01:00libroneraAr Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.comBlogger42125tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-28370812738866707562010-09-15T21:45:00.002+02:002010-09-16T12:06:02.547+02:00Guisante = Sol<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnVOYFM9eCYcngkragV39DdGSQwvxmuE9WMcMfRZS2f6hr8OYUa0sevIMFqyazAD1cdRRj9O90t35bxbWzF1LMWLPvJm6XKwdTj3vl8gX5KdqnXkhkpnbRjaHnAn4sVUdmBX3MkbPoh7kd/s1600/banach_tarski_guisante_sol.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="302" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnVOYFM9eCYcngkragV39DdGSQwvxmuE9WMcMfRZS2f6hr8OYUa0sevIMFqyazAD1cdRRj9O90t35bxbWzF1LMWLPvJm6XKwdTj3vl8gX5KdqnXkhkpnbRjaHnAn4sVUdmBX3MkbPoh7kd/s400/banach_tarski_guisante_sol.png" width="400" /></a></div><br />
<div style="text-align: center;"><span style="font-size: x-small;"><i>Imagen: elaboración propia</i></span></div><blockquote><div style="color: #444444; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b>Matemáticas e imaginación</b></span></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b>Prólogo</b></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b>Un hombre inmortal, condenado a cárcel perpetua, podría concebir en su celda toda el álgebra y toda la geometría, desde contar los dedos de la mano hasta la singular doctrina de los conjuntos, y todavía mucho más. Un modelo de ese meditador sería Pascal, que, a los doce años, había descubierto una treintena de las proposiciones de Euclides. Las matemáticas no son una ciencia empírica. Intuitivamente sabemos que tres y cuatro son siete, y no necesitamos hacer la prueba con martillos, con piezas de ajedrez o con naipes. Horacio, para figurar lo imposible, hablo de cisnes negros; mientras pulía su verso, tenebrosas bandadas de cisnes surcaban los ríos de Australia. Horacio no pudo adivinarlos, pero si hubiera tenido noticia de ellos, habría sabido inmediatamente que tres y cuatro de esos lóbregos seres daban la cifra de siete. Russell escribe que las vastas matemáticas son una vasta tautología y que decir tres y cuatro no es otra cosa que una manera de decir siete. Sea lo que fuere, la imaginación y las matemáticas no se contraponen; se complementan como la cerradura y la llave. Como la música, las matemáticas pueden prescindir del universo, cuyo ámbito comprenden y cuyas ocultas leyes exploran.</b></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b>La línea, por breve que sea, consta de un número infinito de puntos; el plano, por breve que sea, de un número infinito de líneas; el volúmen, de un número infinito de planos. La geometría tetradimensional ha estudiado la condición de los hipervolúmenes. La hiperesfera consta de un número infinito de esferas; el hipercubo, de un número infinito de cubos. No se sabe si existen, pero se conocen sus leyes.</b></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b>Harto más deleitable que este prólogo son las páginas de este libro. Invito a los lectores a hojearlas y a mirar las extrañas ilustraciones. Abundan en sorpresas. Por ejemplo, las islas topológicas del octavo capítulo; una hoja de papel y con una tijera y que es una increíble superficie de un solo lado.</b></div><div style="color: #444444;"><b>Jorge Luis Borges</b></div><div style="color: #444444;"><b><br />
</b></div><div style="color: #444444; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b>Matemáticas e imaginación</b></span></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><b>VI. Paradojas perdidas y recuperadas</b></span></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b>Dos distinguidos matemáticos polacos, Banach y tarski, han hecho extensivas las deducciones del paradójico teorema de Hausdorff al espacio tridimensional, con resultados tan sorprendentes e increibles que no tienen similar en todas las matemáticas. Y las conclusiones, aunque rigurosas e intachables, son casi tan incríbles para el matemático como para el lego.</b></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b>Imaginemos dos cuerpos en el espacio tridimensional: uno muy grande, como el sol; el otro muy pequeño, como un guisante. Indiquemos el sol con S y el guisante con S'. Recordemos ahora que nos estamos refiriendo no a las superficies de estos dos objetos esféricos, sino a la "totalidad de las esferas sólidas tanto del sol como del guisante". El teorema de Banach y Tarski afirma que puede llevarse a cabo, teóricamente, la siguiente operación:</b></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b>Dividamos al sol S en muchísimas partes pequeñas. Cada parte debe ser separada y distinta y la totalidad de las partes será un número finito. Las mismas podrán designarse por s<sub>1</sub>, s<sub>2</sub>, s<sub>3</sub>... s<sub>n</sub> y, al ser reunidas, estas pequeñas partes formarán toda la esfera S. Análogamente S' —el guisante— debe dividirse en igual número de partes mutuamente exclusivas: s'<sub>1</sub>, s'<sub>2</sub>, s'<sub>3</sub>... s'<sub>n</sub>, que reunidas formarán el guisante. Luego, la proposición prosigue diciendo que si el sol y el guisante han sido cortados de una manera tal que la pequeña porción s<sub>1</sub><span style="color: #444444;"> del sol sea congruente con la pequeña porción s'</span></b><b><sub>1</sub> del guisante, s<sub>2</sub> congruente con s'<sub>2</sub>, s<sub>3</sub> congruente con s'<sub>3</sub>, hasta s<sub>n</sub> congruente con s'<sub>n</sub>, este proceso acabará no sólo con todas las pequeñas porciones del guisante, "sino también con todas las pequeñas porciones del sol.</b></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b>En otras palabras, el sol y el guisante pueden ser divididos en un número finito de partes desunidas "de manera que cada parte simple de uno sea congruente con una única parte del otro, y de tal modo que después que cada pequeña porción del guisante ha sido equiparada con una pequeña porción del sol, no quede libre ninguna de éstas".</b></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b>Para expresar esta gigantesca explosión de bomba en términos comparables al estallido de un pequeño cohete, diremos: "hay un manera de dividir una esfera grande como el sol, en partes separadas, de manera que ninguna de dos de sus partes tengan puntos comunes y, sin comprimir ni deformar parte alguna, todo el sol puede colocarse cómodamente en el bolsillo del chaleco". Además, podrán disponerse de tal manera las partes componentes del guisante que, sin expansión ni deformación, no teniendo puntos comunes ningún par de sus partes, "llenarán sólidamente todo el universo sin que quede ningún espacio vacío, ya sea en el interior del guisante, o en el universo".</b></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b>Ciertamente que ningún cuento de hadas, ninguna fantasía de Las Mil y Una Noches (a), ningún sueño afiebrado, puede competir con este teorema de inflexible y rigurosa lógica. </b></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b><br />
</b></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b>(a) <i>He sustituido en la traducción de José Celdeiro, "las noches árabes" por "Las Mil y Una Noches", ya que en el original inglés está escrito "Arabian nights", que se corresponde con el libro y no con "las noches árabes".</i></b></div></blockquote><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b>Matemáticas e imaginación</b></div><div style="color: #444444;"><b>(Traducción: José Celdeiro Ricoy)</b></div><div style="color: #444444;"><b>Edward Kasner y James Newman</b></div><div style="color: #444444;"><b><br />
</b></div><div style="color: #444444; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b>Asombrarse sin vergüenza</b></span></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b><a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2010/09/hay-mas-cosas-en-el-cielo-y-la-tierra.html">"Hay más cosas en el cielo y en la tierra, que todas las que pueda soñar tu filosofía"</a> (Hamlet, Acto I, Escena V). ¿Será verdad? Es cierto.</b></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b>Lean el problema de la <a href="http://olmo.pntic.mec.es/%7Easerra10/articulos/hanoi.html">Torre de Hanoi </a>y compadézcanse de los brahmanes. El libro hace un repaso de las matemáticas, de una manera muy amigable y muy accesible a cualquiera, sea cual sea su nivel matemático. E incluye este nivel el cero.</b></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b>Les puedo asegurar que hay cosas asombrosas. Imagínense que amarran con una soga la superficie de la Tierra, que mide 40 millones de metros de circunferencia. Y para que se apriete más la soga, la mojan con agua (todos sabemos esto, lo hemos visto mil veces en el cine, en el cómic y en las novelas de aventuras). Y ahora les digo que quiero pasar por debajo de la soga un elefante de guerra, de los de Aníbal, con guerreros y todo. Unos seis metros de altura. Pero como soy un poco cabrón, no les digo por qué punto de la Tierra lo quiero pasar. Así que tienen que separar la soga 6 metros alrededor de toda la circunferencia de la Tierra. La pregunta es ¿cuantos metros más de cuerda, necesitan para que yo pase el elefante de guerra, por donde me salga del arco del triunfo, o seáse, por donde me de la gana?</b></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b>Son 40 millones de metros o 40.000 kilómetros de cuerda, así que ustedes pensarán del siguiente modo: Se verán a sí mísmos agachándose, cogiendo la cuerda con una mano y mirando hacia arriba, hacia un punto a seis metros y calcularán a ojímetro, cuánta cuerda de más necesitan, teniendo en cuenta que la que está pegada al suelo, mide 40.000 kilómetros, la que ven allí arriba, en su imaginación, igual con 1000 kilómetros más bastaría.</b></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b>Bueno, pues se lo digo yo: ¡les bastaría con 37 metros! A esa cuerda de 40.000 kilómetros de larga y pegadita a la Tierra, le añaden 37 metros y la pueden separar del planeta, todo en derredor, 6 metros, lo suficiente para que pase un elefante de guerra de Aníbal. </b></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b><br />
</b></div><div style="color: #444444; text-align: justify;"><b>Luis Markos</b></div><div style="color: #444444;"><b><br />
</b></div><div style="color: #444444;"><a href="http://books.google.es/books?id=zdBHMHV3m5YC&printsec=frontcover&dq=matematicas+e+imaginacion&source=bl&ots=3GrWMfCPx_&sig=94cD5uANcP2vUge2yDeCoxU3t9w&hl=es&ei=PwqKTI-JMMal4Qa_-IDXCg&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=3&ved=0CB0Q6AEwAg#v=onepage&q&f=false"><b>Matemáticas e imaginación</b></a></div><div style="color: #444444;"><a href="http://books.google.com/books?id=Ad8hAx-6m9oC&dq=mathematics+and+the+imagination+edward+kasner&printsec=frontcover&source=bn&hl=es&ei=2ImMTIXFEI_KjAfXr6mLBg&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=5&ved=0CDUQ6AEwBA#v=onepage&q&f=false"><b>Mathematics and the imagination</b></a></div><div style="color: #444444;"><a href="http://olmo.pntic.mec.es/%7Easerra10/articulos/hanoi.html"><b>Sobre la Torre de Hanoi</b></a></div><div style="color: #444444;"><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Torres_de_Han%C3%B3i"><b>En la Wiki La Torre de Hanoi</b></a></div><div style="color: #444444;"><a href="http://www.uv.es/%7Eivorra/Libros/Banach_Tarski.pdf"><b>La paradoja de Banach-Tarski</b></a></div><div style="color: #444444;"><a href="http://divulgamat.ehu.es/weborriak/TestuakOnLine/Discursos/Bombal2006.pdf"><b>Paradojas y rigor: la historia interminable</b></a></div><div style="color: #444444;"><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Edward_Kasner"><b>Edward Kasner</b></a></div><div style="color: #444444;"><a href="http://en.wikipedia.org/wiki/James_R._Newman"><b>James Newman</b></a></div>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-47989483417936492392010-07-06T20:12:00.002+02:002010-07-08T12:37:18.581+02:00Gog de Giovanni Papini<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJtkvnMIJ2QBCswagakOX6_qDBQcxDmugFruXPCYM9tEI-o8EsOnmkKl9ux71r653X5nhsFh0VaJX3t4vu8czdUNkQnGstf_GGVZvtrEd8QPVx_zkwfajzXeyelGgYYGS5xn6c4Xb7JiOM/s1600/Gog_Papini.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJtkvnMIJ2QBCswagakOX6_qDBQcxDmugFruXPCYM9tEI-o8EsOnmkKl9ux71r653X5nhsFh0VaJX3t4vu8czdUNkQnGstf_GGVZvtrEd8QPVx_zkwfajzXeyelGgYYGS5xn6c4Xb7JiOM/s400/Gog_Papini.JPG" width="356" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Portada del libro de GOG (detalle). Editorial Apolo.</i><br />
<blockquote><b><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Magog"><span style="color: #444444; font-size: large;"><i>GOG</i></span></a></b></blockquote></div><blockquote><div style="color: #444444; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b>Las obras maestras de la literatura</b></span></div><div style="text-align: justify;"><b>Cuba, 7 noviembre</b><br />
<b>Tenía necesidad, para ciertos propósitos míos, de conocer lo que los profesores de los colléges llaman las «obras maestras de la literatura». Di a un laureado bibliotecario, que me aseguraron que era un conocedor perfecto de ellas, la orden de prepararme una lista, lo más restringida posible, de obras, y de procurármelas en las mejores condiciones. Apenas me hallé en posesión de estos tesoros, no permití la entrada a nadie, y ya no me levanté de la cama.</b><br />
<b>Las primeras se me antojaron malas y me pareció increíble que tales humbugs fuesen verdaderamente los productos de primera calidad del espíritu humano. Aquello que no comprendía me parecía inútil; lo que comprendía no me gustaba o me ofendía. Género absurdo, aburrido; tal vez insignificante o nauseabundo. Relatos que si eran verdaderos me parecían inverosímiles, y si inventados, insulsos. Escribí a un profesor célebre de la Universidad de W. para preguntarle si aquella lista estaba bien hecha. Me contestó que sí y me dio algunas indicaciones. Tuve valor para leer aquellos libros, todos, menos tres o cuatro que no pude soportar desde las primeras páginas.</b><br />
<b>Huestes de hombres, llamados héroes, que se despanzurraban durante diez años seguidos bajo las murallas de una pequeña ciudad, por culpa de una vieja seducida; el viaje de un vivo en el embudo de los muertos como pretexto para hablar mal de los muertos y de los vivos; un loco hético y un loco gordo que van por el mundo en busca de palizas; un guerrero que pierde la razón por una mujer y se divierte en desbarbar las encinas de las selvas; un villano cuyo padre ha sido asesinado y que, para vengarle, hace morir a una muchacha que le ama y a otros variados personajes; un diablo cojo que levanta los tejados de todas las casas para exhibir sus vergüenzas; las aventuras de un hombre de mediana estatura que hace el gigante entre los pigmeos y el enano entre los gigantes, siempre de un modo inoportuno y ridículo; la odisea de un idiota que a través de una serie de bufas desventuras sostiene que este mundo es el mejor de los mundos posibles; las peripecias de un profesor demoníaco servido por un demonio profesional; la aburrida historia de una adúltera provinciana que se fastidia y, al fin, se envenena; las salidas locuaces e incomprensibles de un profeta acompañado de un águila y de una serpiente; un joven pobre y febril que asesina a una vieja, y luego, imbécil, no sabe siquiera aprovecharse de la coartada y acaba cayendo en manos de la Policía.</b><br />
<b>Me pareció comprender, con mi cabeza virgen, que esa literatura tan alabada se hallaba apenas en la edad de la piedra, lo que me dejó desesperadamente desilusionado. Escribí a un especialista en poesía, el cual intentó confundirme diciéndome que aquellas obras valían por el estilo, la forma, el lenguaje, las imágenes y los pensamientos y que un espíritu educado podía experimentar con ellas grandísimas satisfacciones. Le contestó que, por mi parte, obligado a leer casi todos aquellos libros en traducciones, la forma importaba poco, y que el contenido me parecía, como es, anticuado, insensato, estúpido y extravagante. Gasté cien dólares en esta consulta, sin ningún fruto.</b><br />
<b>Por fortuna conocí más tarde a algunos escritores jóvenes que confirmaron mi juicio sobre aquellas viejas obras y me hicieron leer sus libros, donde encontré, entre muchas cosas turbias, un alimento más adecuado a mis gustos. Me ha quedado, sin embargo, la duda de que la literatura sea tal vez incapaz de perfeccionamientos decisivos. Es muy probable que nadie, dentro de un siglo, se dedique a una industria tan atrasada y poco remuneradora.</b></div></blockquote><b><i><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Gog">GOG</a></i><br />
<i>(Traducción y prólogo de <a href="http://books.google.es/books?id=qawaNXxvT1sC&pg=PA15&lpg=PA15&dq=mario+verdaguer&source=bl&ots=LMvciVG65I&sig=jU2hURlyY_NhJOcZFQAEt6-Uejk&hl=es&ei=yGszTKzrM8SoOMis-OEB&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=3&ved=0CCEQ6AEwAg#v=onepage&q&f=false">Mario Verdaguer</a>) </i></b><br />
<b><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Giovanni_Papini">Giovanni Papini</a><br />
</b><br />
<div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">¿Por qué leer Gog? ¡No lo sé!</span></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Tengo en mis manos una edición de GOG, del año 1931, de la Editorial Apolo de Barcelona, con traducción y prólogo de Mario Verdaguer, en el cual atempera y previene del impacto perturbador que puede causar su <i>lectura</i> en el lector o la lectora desprevenidos.</b><br />
<b>El libro que tengo en mis manos, ha sido leído en los Mares del Sur, a bordo de un buque de carga, por un Jefe de Máquinas. Ha viajado bastante.</b><br />
<b>¿Qué aporta Gog al escritor o escritora, <i>al trazado de su estilo</i>? Gog está compuesto por 70 textos breves y un preámbulo: "Cómo conocí a Gog". Cada uno de estos textos, es como una entrada de blog, similar a la bitácora personal de muchos de los que hoy escriben, con "estilo blog". Eso sí, con "estilo Papini". Cada texto es lo que los franceses consideran un "récit minimal", un relato mínimo, "algo" que tiene una porción de historia, que puede caber incluso en una sola frase. Un libro de características narratológicas parecidas es "Uno y el Universo" de Sábato. Ni que decir tiene que todo lo que se desarrolla en capítulos, desde la "Odisea" hasta hoy, tiene la virtud de convertirse en "peldaños", yendo de menos a más y de más a menos, "subiendo" y "bajando" al lector, por escaleras y rellanos.</b><br />
<b>Gog es una novela, una "novela cuántica", hay que darle un nombre apropiado, para animar a su lectura. Hoy en día, leerla en público en un café literario, daría vergüenza o sería considerado un fallido acto esnobista, no así en la playa, sobre la toalla y rodeado de menestrales donde la lectura de Gog reconforta, a cualquiera con curiosidad literaria.</b><br />
<b>Papini escribe muy bien.</b></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><b>"Sin duda, una revisión adecuada de esta obra singular que es Gog resulta de enorme interés y de no menor regocijo para la inteligencia despierta, por cuanto el relato asume desde la ironía más acerba: la inteligencia despiadada que no se atiene a consuelos; que no gusta de calmantes ni busca el bálsamo de la piedad. Estructuralmente, Gog se divide en más de setenta capítulos, breves y sintéticos, que cabrían desglosarse en idéntico número de extensas novelas, dada la enorme riqueza y concentración mental que contienen en su seno: una imaginación torrencial y un lenguaje pulcro y siniestramente preciso. La riqueza de pensamientos, el caudal imaginativo es de tal calibre que los distintos capítulos de Gog darían pie para toda una enciclopedia sobre la reconstrucción de los valores de la edad contemporánea. No menos variada y heterogénea resulta la constelación temática del libro, que abarca desde la revisión del judaísmo hasta la inversión de todo tipo de teorías en el ámbito de la medicina, los emporios comerciales y la economía plutócrata, la teoría literaria, la religión, la mineralogía, el derecho, la sinología o la ideación de urbes futuristas o de colecciones imposibles, como la que consigue compilar el magnate Gog compuesta de verdaderos gigantes o de fortalezas marinas. Todo ello saturado de una evidente dosis de lo que el tiempo habría de denominar “teoría deconstruccionista”, ya que Papini se permite revisar los postulados de nuestro pensamiento logocéntrico y los condicionamientos de la historia universal para mostrar sus resquicios, sus intersticios y sus puntos más débiles".</b><br />
<a href="http://revistas.um.es/cartaphilus/article/viewFile/79/66"><i><b>EL ROSTRO AGUDO Y NIHILISTA DE PAPINI:GOG</b></i></a><br />
<b>Vicente Cervera Salinas</b></div></blockquote><div style="text-align: justify;"><b>Merece la pena leer Gog de Papini, yo lo releeré este verano, a salto de mata, pues el libro lo permite sin ningún problema para los desmemoriados. <a href="http://www.tijeretazos.net/Acrobat/Ya%20no%20quiero%20ser%20lo%20que%20soy,%20de%20Giovanni%20Pappini.pdf">Borges</a> dijo de Papini:</b></div><blockquote><b>"Si alguien en este siglo es equiparable al egipcio Proteo, ese alguien es Giovanni Papini". </b></blockquote><div style="text-align: justify;"><b>Que quiso decir Borges con esta frase, veamos lo que nos dicen de Proteo en <a href="http://www.danieltubau.com/esklepsis/esklepsis3.asp#seresproteicos">esklepsis</a>:</b></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><b>"Proteo es un mítico rey de Faros, una pequeña isla junto al Delta del Nilo, que sin embargo contaba con el mayor puerto de la Europa de la Edad de Bronce. Mítico no significa necesariamente imaginario.</b><br />
<b>Era tan sabio que conocía la respuesta a cualquier pregunta. Pero también era muy testarudo y se negaba a compartir su sabiduría. La única manera de conseguir su colaboración era atraparle y no soltarle hasta que diese la respuesta pedida. Lamentablemente, esa no era tarea fácil, pues Proteo tenía el poder asombroso de cambiar de forma continuamente".</b></div></blockquote><b>El Diccionario de la Real Academia Española, define "proteico", cómo lo "que cambia de formas o de ideas". Borges definió perfectamente a Papini, al hombre y al escritor.</b><br />
<blockquote><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">25+1 Catas de Gog</span></b></div><div style="text-align: justify;"><b><br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>Cómo conocí a Gog </b></div><div style="text-align: justify;"><b>Me avergüenza decir dónde conocí a Gog; en un manicomio particular. <br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>Las obras maestras de la literatura</b></div><div style="text-align: justify;"><b>Huestes de hombres, llamados héroes, que se despanzurraban durante diez años seguidos bajo las murallas de una pequeña ciudad, por culpa de una vieja seducida<br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>Músicos</b></div><div style="text-align: justify;"><b>«Para marchar yo solo por la tierra no hay fuerzas en mi alma...»<br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>Visita a Ford </b></div><div style="text-align: justify;"><b>-Usted sabe -me ha dicho- que no se trata de desarrollar una industria, sino de realizar un vasto experimento intelectual y político. Nadie ha comprendido bien los místicos principios de mi actividad. Sin embargo, no pueden ser más sencillos: se reducen al Menos Cuatro y al Más Cuatro y a sus relaciones. El Menos Cuatro son: disminución proporcional de los operarios; disminución del tiempo para la fabricación de cada unidad vendible; disminución de «tipos» de los objetos fabricados; y, finalmente, disminución progresiva de los precios de venta.<br />
El Más Cuatro, relacionado íntimamente con el Menos Cuatro, son: aumento de las máquinas de los aparatos, con objeto de reducir la mano de obra; aumento indefinido de la producción diaria y anual; aumento de la perfección mecánica de los productos; aumento de los jornales y de los sueldos. <br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>El milagro a domicilio</b></div><div style="text-align: justify;"><b>Baba Bharad quiso repetir ante mí el conocido prodigio de la simiente de mangostán que, sembrada y regada, después de una hora se transforma en una planta con frutos. Pero no me fue difícil, con la ayuda de una pala, demostrarle que conocía el misterio, es decir, que en el terreno había sido colocada con anterioridad, sobre un redondel de corcho, la plantita de mangostán, que el agua había levantado en el momento oportuno. <br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>Narración de la isla</b></div><div style="text-align: justify;"><b>-La singularidad de esta isla -me contaba Pat Cairness- no se halla en su aspecto, que es muy parecido al de las demás islas del Pacífico, ni en sus habitantes, que han conservado las costumbres y tradiciones de su raza. Está en esto: los jefes han reconocido hace mucho tiempo que la isla no puede alimentar más que a un número fijo de habitantes. Este número es precisamente de setecientos setenta. Gran parte del suelo, montuoso, es estéril, y en el mar no hay mucha pesca. De fuera no puede llegar nada porque nadie, después de ellos, ha desembarcado en la isla, y los sucesores de los primeros inmigrantes han olvidado el arte de construir grandes embarcaciones. Por esta razón la asamblea de jefes promulgó en tiempo inmemorial una extrañísima ley: la de que a cada nuevo nacimiento debe seguir una muerte, de manera que el número de los habitantes no rebase nunca el de setecientos setenta. Es una ley, según creo, única en el mundo y que hace observar con toda severidad el Consejo de los ancianos, compuesto de brujos y guerreros. Como en todos los países del mundo, los nacimientos superan a las muertes naturales, por lo que todos los años diez o veinte de esos infelices segregados del mundo deben ser muertos en la tribu. El espanto del hambre ha hecho inventar a los oligarcas papúes un sistema estadístico muy burdo, pero preciso. Una vez al año, en primavera, se reúne la asamblea y se lee la lista de los nacidos y de los muertos. Si son, por ejemplo, veinte los nacidos y ocho los muertos, es necesario que doce vivientes sean sacrificados para la salvación de la comunidad. Durante un cierto tiempo, según me dijeron, tocaba a los ancianos el morir; pero como el Consejo de los Jefes está formado en su mayoría de ancianos, éstos se las arreglaron de manera, recurriendo a no sé qué astucias, que se confiase a la suerte la cuestión de diezmar la tribu. Cada habitante posee una tablilla donde se halla inscrito, por medio de un dibujo o de un jeroglífico, su nombre. Llegado el día terrible, esas tarjetas de los vivos son reunidas en el casco de una barca enterrada ante la tienda del Consejo y revueltas cuidadosamente con un remo por el hechicero más viejo. Luego se suelta un perro, adiestrado para este fin, el cual se mete en la barca, agarra con los dientes una de las tablillas, la entrega al brujo y repite la operación todas las veces que sea necesario. A los designados se les conceden tres días para despedirse de la familia y para suprimirse de la manera que les sea más agradable. Si después de tres días hay alguno que no ha tenido valor para suicidarse, es capturado por cuatro hombres elegidos entre los más robustos, encerrado en un saco de piel junto con algunas piedras, y arrojado al mar. <br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>La «FOM» </b></div><div style="text-align: justify;"><b>Y entonces es cuando interviene la "Fom". Ésta se propone acelerar racionalmente la desaparición de los que sean menos dignos de vivir. La nuestra podría llamarse -en su primera fase- la Liga para la eutanasia inadvertida.<br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>La ciudad abandonada</b></div><div style="text-align: justify;"><b>De pronto se levantó ante nosotros, a una media milla, una larga sombra alta, maciza, rectilínea. <br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>Visita a Gandhi </b></div><div style="text-align: justify;"><b>-Sus ideas nos han cambiado, es decir, "desindianizado", y entonces, convertidos en discípulos de nuestros amos, ha nacido el deseo de no querer ya más amos.<br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>Siao-Sin </b></div><div style="text-align: justify;"><b>«Después de una espera que no rebasa los cuarenta minutos, usted ve en su habitación una especie de nube que puede ser de un amarillo intenso o de un color amaranto. Y, poco a poco, de aquella mancha nebulosa se destaca la figura de aquel o de aquella a quien deseaba ver, con su misma fisonomía, solamente un poco más fluida que si fuese de carne y hueso. No se extrañe si tiene el aspecto un poco trasnochado. Pregúntele sin perder tiempo; no la toque. Sería atroz para usted y para aquella o aquel a quien ama. La visión no puede durar más que pocos minutos, la verá resorberse en la mancha aérea y desaparecer. Estoy buscando la manera de obtener una permanencia más larga y no desespero de encontrarla». <br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>Las máscaras </b></div><div style="text-align: justify;"><b>¿Por qué el hombre cubre las partes de su cuerpo, incluso las manos (guantes), y deja desnuda la más importante, la cara? Si ocultamos todos los miembros por pudor o vergüenza, ¿por qué no esconder la cara, que es indudablemente la parte menos bella y perfecta? <br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>Profundidad china</b></div><div style="text-align: justify;"><b>Pekín, 28 marzo<br />
He leído en un libro chino algunos pensamientos tan bellos, justos y profundos, que quiero transcribirlos aquí para tenerlos más a mano. <br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>La historia al revés </b></div><div style="text-align: justify;"><b>El profesor Killaloe -con el cual he tenido una larga conversación en el hotel después del lunch-es un irlandés de unos sesenta años, pero lleno de vida. Alto como un patagón, discutidor como un diablo, docto como la Encyclopaedia Britannica, delgado como un cenobita. No sé lo que enseña, ni dónde, pero habla de todo con seguridad y sin farfullar aquellos lugares comunes que son el pasto ordinario de los profesores. <br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>Thormón el soteriólogo</b></div><div style="text-align: justify;"><b>«Hace veinte años que me vengo dedicando a la investigación del secreto para la retrocesión del animal en hombre. Los antiguos no nos han dejado solamente el recuerdo de la metamorfosis de un hombre en bestia, sino también de bestias en hombres. Desgraciadamente, no insistieron sobre los métodos usados para obtener esta transformación. únicamente Homero y Apuleyo proporcionan algunos datos, pero nada más que datos. Circe, en la Odisea, unge a los compañeros de Ulises con un bálsamo, a fin de que se conviertan de cerdos en griegos; y el asno de Apuleyo se convierte en hombre después de haber comido un ramo de rosas». <br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>El caníbal arrepentido </b></div><div style="text-align: justify;"><b>A mí, que detesto a los hombres en general, el sencillo aspecto de un antropófago me hace el efecto de un tónico.<br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>Novísimas ciudades</b></div><div style="text-align: justify;"><b>«¿Imagina usted un poeta moderno que quiera introducir un verso suyo en medio de un canto de la Ilíada, o una escena de su invención a la mitad de un acto de Shakespeare? Y, sin embargo, lo que se pide a los arquitectos modernos, y que éstos bellacamente realizan, es un absurdo de ese género». <br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>El trust de los fantasmas </b></div><div style="text-align: justify;"><b>«Los hechos llamados espiritistas existen, pero nadie hasta ahora ha pensado en explotarlos, quiero decir, en aplicarlos a las necesidades de la vida práctica. Se trata, en pocas palabras, de introducir en la industria el ocultismo». <br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>Las ideas de Benrubi </b></div><div style="text-align: justify;"><b>«Deseo secretario poliglota, filósofo, célibe, paciente, nómada. Presentarse hasta el 20 de julio, "Hotel Mon Repos", a las diez de la noche».<br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>Proceso a los inocentes</b></div><div style="text-align: justify;"><b>Hace tres semanas destrocé, con mi «Packard», a una vieja, y como sus parientes pretendían una indemnización impúdicamente desproporcionada a la pérdida -sabemos perfectamente cuál es el precio medio de las mujeres-, he tenido que llamar a un buen abogado para que me defendiese contra aquellos explotadores de cadáveres. <br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>La Egolatría</b></div><div style="text-align: justify;"><b>«La nueva y definitiva religión que yo propongo a los hombres es la Egolatría. Cada uno se adorará a sí mismo, cada uno tendrá su dios personal: él mismo».<br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>Visita a Einstein </b></div><div style="text-align: justify;"><b>Esta fórmula, traducida al lenguaje vulgar, diría poco más o menos así: «Algo se mueve.» Estas tres palabras son la síntesis última del pensamiento humano. <br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>Visita a Freud </b></div><div style="text-align: justify;"><b>«Literato por instinto y médico a la fuerza, concebí la idea de transformar una rama de la medicina -la psiquiatría- en literatura».<br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>La nueva escultura</b></div><div style="text-align: justify;"><b>Pero el otro día me dejé tentar por un escultor checoslovaco, jovencísimo, desconocido, albino, que se llama Matiegka.<br />
-Venga -me dijo-. Verá lo que no podrá ver en ningún museo, en ninguna exposición del mundo. He creado, después de miles de años, una escultura nueva, no realizada jamás por nadie. <br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>Contra el cielo</b></div><div style="text-align: justify;"><b>Me aburre el cielo. Algunos momentos, incluso, me hace sufrir.<br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>Diversiones</b></div><div style="text-align: justify;"><b>Las diversiones que me ofrece el mundo conducen a la imbecilidad o a la locura, al tedio o a la muerte. No quiero saber nada de ellas. Debo encontrar por mí o en mí un nuevo placer, una alegría inédita. ¿Lo conseguiré? <br />
</b></div><div style="text-align: center;"><b>El teatro sin actores</b></div><div style="text-align: justify;"><b>«Una imitación, aunque sea genial, no podrá sustituir nunca a la realidad. El que hace un papel en la vida debe ser también llamado a representarlo en el teatro. Si tengo necesidad de un general, llamaré a un general retirado o degradado, o por lo menos a un coronel; si se quiere un pope en escena, no será difícil encontrarlos a puñados; y lo mismo se puede decir de los comerciantes, de los gentileshombres y de los labriegos. Pero como sería difícil procurarse reyes y emperadores, desterraría de mi repertorio todas las obras donde figurasen personajes coronados. Hamlet, por ejemplo, no perderá nada de su profundidad si, en vez de desarrollarse en la Corte de Dinamarca, fuese transportado a una villa de grandes aristócratas».</b></div><div style="text-align: center;"><b>****** </b></div></blockquote><a href="http://www.giovannipapini.it/Gianfalco/"><i><b> Giovanni Papini Web</b></i></a><br />
<a href="http://www.ultimoreducto.com/libros/Gog.pdf"><b>Gog en pdf</b></a><br />
<b><a href="http://www.ciudadseva.com/textos/novela/gog.htm">Gog en Ciudad Seva </a></b><br />
<a href="http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ita/papini/gp.htm"><b>Cuentos de Papini en Ciudad Seva</b></a><br />
<b><a href="http://www.facebook.com/album.php?aid=35804&id=15217656845">Papini en facebook</a></b><br />
<b><a href="http://www.librosmaravillosos.com/libronegro/index.html">El libro negro</a></b><br />
<b><a href="http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/90_jul_ago_2006/casa_del_tiempo_num90-91_105_108.pdf">Papini en Arreola</a></b><br />
<b><a href="http://www.elmundo.es/elmundolibro/2001/02/22/anticuario/982839336.html">Papini el enfadado</a></b><br />
<b><a href="http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/90_jul_ago_2006/casa_del_tiempo_num90-91_114_118.pdf">San Agustín y Gog</a></b>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-6401963639961856452010-04-10T18:25:00.000+02:002010-04-10T18:25:28.578+02:00«Estética de la mierda»: «Coprógenas»<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEik-O6Wo6x5OTpTgFYUpULllXVuj4WFb-2AjuZsuiqNheq5FwfdUpqE9Q4nRPR_IdET22L_NyvYBrKolAJyYuyuQTr7FCfwR1ecEWftK4twAaANA8sSosazw3vyeMHCUf1Yl6H2cNAj_qn_/s1600/Copr%C3%B3genas.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="308" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEik-O6Wo6x5OTpTgFYUpULllXVuj4WFb-2AjuZsuiqNheq5FwfdUpqE9Q4nRPR_IdET22L_NyvYBrKolAJyYuyuQTr7FCfwR1ecEWftK4twAaANA8sSosazw3vyeMHCUf1Yl6H2cNAj_qn_/s400/Copr%C3%B3genas.JPG" width="400" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Fuente de la imagen:<a href="http://www.quintatinta.com/2007/06/19/coprogenas/">Quintatinta</a></i></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><b style="color: #444444;"><span style="font-size: large;">Coprógenas</span></b><br />
<b style="color: #444444;"><span style="font-size: large;">Páginas turbias</span></b><br />
<b style="color: #444444;">Prólogo</b><br />
<b style="color: #444444;">IV</b><br />
<i style="color: #444444;"><span style="font-size: large;"><b>Estética de la mierda</b></span></i></div>Voy ahora a permitirme oficiar de filósofo, discutiendo sobre la estética del género literario que llamaré coprógeno, con el feliz neologismo acuñado por el autor de Páginas Turbias. Porque a la Estética, a la metafísica de la belleza, pertenece la mierda, si bien del mismo modo que pertenecen lo feo y lo ridículo, a saber: por la ley de los contrarios; ni más ni menos que a los tratados de Óptica pertenece dar razón no sólo de la luz, sino también de las sombras.<br />
<br />
La mierda es la quintaesencia del ridículo. Ridículo o motivo de risa, es, como dijo el respetable Estagirita:-Lo deforme sin culpa y sin daño-,como quiera que la culpa o el daño no mueven a risa, sino al castigo la culpa y a la compasión el daño, sólo se halla en la mierda. Porque la deformidad ya provenga de defectos puramente naturales, como, por ejemplo, la cojera, ya surja del contraste repentinamente percibido entre lo ideal y lo real, es decir, entre el juicio que formamos de una cosa y la realidad de la misma cosa radicalmente contraria a aquel juicio; la deformidad, digo, no suele mover a risa si no tiene puntas y ribetes de culpabilidad ligera. No excitan la risa ni el cojo, si no es que neciamente desconoce su cojera, empeñándose, v.g., en apostárselas con el mejor bailarín en los trenzados de pies o con el mejor andarín en la carrera, ni el hombre de bien que toma el rábano de la realidad por las hojas del idealismo, si no es que procede con precipitación y ligereza reñidas con la prudencia.<br />
Pero en la mierda encaja la definición del ridículo de Aristóteles como anillo en dedo. Deforme-no se puede negar-lo es la mierda, que aun por eso, nadie la da a luz sin buscar pudorosamente la complicidad de las sombras. Y el lenguaje-testigo de mayor excepción en puntos de decencia-, a sacar algún desaguisado a la vergüenza, lo llama, con Quevedo, descubrir la caca; y a deformar las buenas trazas de un negocio cualquiera, lo llama, con todo el mundo, cagarla.</div></blockquote><i><b><a href="http://issuu.com/diegoareso/docs/coprogenasok">Coprógenas </a></b></i><br />
<i><b>Páginas turbias </b></i><br />
<i><b>(Prólogo de P.Coloma SJ) </b></i><br />
<i><b>por X.</b></i><br />
<br />
<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><i style="color: #444444;"><span style="font-size: large;"><b>Aromas literarios</b></span></i></div>Hace muy poco llegó a mis manos este librito: <i style="color: #444444;"><b>Coprógenas Páginas Turbias</b></i>, por <i><b style="color: #444444;">X</b></i>., en una edición de <i style="color: #444444;"><b>stvdivm</b></i> del año 1972, <i style="color: #444444;"><b>Madrid</b></i>. Venía con una etiqueta dorada y pegada, en la que ponía: <i style="color: #444444;"><b>Librería "VIDA NUEVA", APART 3384, Chile, 408, GUAYAQUIL</b></i>.El librito igual que el de «<i><b><a href="http://libronera.blogspot.com/2010/02/el-campeon-de-los-constructores-de.html">El especialista</a></b></i>», me lo regalaba <b><a href="http://libronera.blogspot.com/2008/12/juegos-de-parejas.html">Asdrúbal Hernández</a></b>, amigo del alma y genial cuentista, del que disfrutamos unos pocos, hasta que la multitud descubra lo que se está perdiendo, o lea a <b style="color: #444444;"><a href="http://marcusanniusverus.iespana.es/libros/marcial/marcial2.pdf">Marcial</a></b>: <i style="color: #444444;"><b>«Admiras, Vacerra, solamente a los antiguos y no alabas más que a los poetas muertos. Perdona, te lo ruego, Vacerra: no vale la pena morir para gustarte»</b></i>.<br />
El librito traía su dedicatoria: <i><b>«Para <a href="http://www.blogger.com/profile/02532464291380218081">Ar Lor</a> que sacará petróleo a todo esto, firmado <a href="http://www.blogger.com/profile/07951117686860839656">Gavilán</a>»</b></i>. Pues sí, sacar petróleo de la mierda, no es mala idea y el prologuista lo ha conseguido. Aunque su lenguaje está algo adocenado, para nuestro gusto actual, el prólogo es una preciosidad literaria.<br />
Se le atribuye al <b style="color: #444444;">P. Coloma SJ</b>, <b style="color: #444444;">Luis Coloma</b> y también a su hermano <b style="color: #444444;">Gonzalo</b>. Lo dejaremos en <b style="color: #444444;">P. Coloma</b>, aplicando el <b><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Efecto_Mateo">efecto Mateo</a></b>. Este prólogo consta de los siguientes y aromáticos capítulos: </div><br />
<blockquote><div style="text-align: justify;"><b style="color: #444444;">I.Introducción.-II. La mierda por el arte.-III. La mierda por la moral.-IV. Estética de la mierda.-V. Ensayo histórico-crítico sobre la mierda literaria.Alusión a la mierda literaria India.Mierda literaria grecolatina.Mierda literaria castellana: desde su aparición hasta el siglo xVI: siglo de oro: periodo seudoclásico.-VI. Por qué se omite la historia crítica de la mierda literaria moderna.-VII. Teoría jurídica sobre la propiedad de la mierda literaria. Semirepresentación.</b></div></blockquote><br />
<div style="text-align: center;"><span style="color: #444444; font-size: large;"><b>¿Qué es la mierda?</b></span></div><br />
<blockquote><div style="text-align: justify;"><b style="color: #444444;">«La mierda es la quintaesencia del ridículo. Ridículo o motivo de risa, es como dijo el respetable Estagirita:-Lo deforme sin culpa y sin daño-, como quiera que la culpa y el daño no mueven a risa, sino al castigo la culpa y a la compasión el daño. Y cata aquí por qué el ridículo, tal como lo define Aristóteles, sin rastro ni de culpa ni de daño, sólo se halla en la mierda».</b></div></blockquote><div style="text-align: justify;">Ingenioso el <b style="color: #444444;">P. Coloma</b>, ¿verdad? Cita brevemente algunos de los pasajes de los papeles inmortales, donde la mierda, permanecerá sin corromperse y adherida ,<i style="color: #444444;"><b>IN SAECULA SAECULORUM</b></i>:</div><br />
<blockquote><div style="text-align: justify;"><b style="color: #444444;">«En la tragicomedia Anfitrión, el dios Mercurio, mientras guarda las espaldas a su mal entretenido padre, mata sus ocios entreteniéndose a su vez en asustar al esclavo Sosias, en cuya presencia hace como que no repara.-Homo olet quidam!...-dice con voz amenazadora, olfateando el aire.-¡Me huele a hombre!...-Y Sosias, derretido ya de puro miedo en impura cera amarilla-y es frase de los lacayos de Tirso-, se pregunta a sí mismo, angustiado por la conciencia de su mal hecho:-Numnam ego obolui?...-; que viene a ser:-¿Si habrá olido mi descarga?...»</b></div></blockquote><blockquote><div style="text-align: justify;"><b style="color: #444444;">«Horacio no se anda con chiquitas. En la sátira 8.ª del libro I, el dios Príapo, cargado de ver en los alrededores de su estatua a las dos famosas nigromantas Canidia y Sagana afanadas en recoger huesos de muertos y hierbas dañinas que emplear en su maleficios, dice, sin eufemismos de ningún género:<br />
-Para ahuyentar a esas brujas,<br />
solté repentino pedo<br />
sonoro, como vejiga<br />
que estalla henchida de viento».</b></div></blockquote><br />
<div style="text-align: justify;">Y el prólogo sigue haciendo las delicias del que lo lee. A continuación de él, XX copropoemillas acompañados de una moraleja:</div><br />
<blockquote style="color: #444444;"><b>II</b><br />
<b>Lamentábase el pobre Don Servando,</b><br />
<b>porque cagaba blando.</b><br />
<b>Y a los diablos se daba Don Arturo,</b><br />
<b>porque cagaba duro.</b><br />
<b>***</b><br />
<i><b>En el mundo, ¡oh lector!, -¡es cosa fuerte!-</b><br />
<b>ninguno está contento con su suerte.</b></i><br />
<br />
<b>VI</b><br />
<b>Por no gastar, Don Desiderio Angulo</b><br />
<b>no usa papel para limpiarse el culo.</b><br />
<b>Pero de la camisa en los faldones,</b><br />
<b>pinta, en cambio, al pastel, constelaciones.</b><br />
<b>Y en lejía, jabón y en lavandera,</b><br />
<b>consume Angulo su fortuna entera.</b><br />
<b>***</b><br />
<i><b>Como ves, el apólogo es muy claro:</b><br />
<b>lector querido, lo barato es caro.</b></i><br />
<b>XII</b><br />
<b>Por tirarse una pluma,</b><br />
<b>se cagó en los calzones Moctezuma.</b><br />
<b>En igual caso, Napoleón Primero</b><br />
<b>en pura mierda se manchó el trasero.</b><br />
<b>Y otros muchos muchos, sin ser Napoleones,</b><br />
<b>se han cagado también en los calzones.</b><br />
<b>***</b><br />
<i><b>¡No aflojes nunca a la pasión la cuerda!</b><br />
<b>Lo que empieza en pedo, acaba en mierda...</b></i><br />
<b>XVII</b><br />
<b>Se peía, con ruido, Baldomero,</b><br />
<b>y todos le tenían por grosero.</b><br />
<b>Se peía, sin ruido, Bernardino,</b><br />
<b>y todos le tenían por muy fino.</b><br />
<b>***</b><br />
<i><b>Dijo bien un filósofo profundo:</b><br />
<b>¡Todo es cuestión de formas en el mundo!</b></i></blockquote><div style="text-align: justify;">«<i style="color: #444444;"><b>Coprógenas</b></i>» es una «singularidad» literaria, al igual que «<i style="color: #444444;"><b>El especialista</b></i>», son baratijas, pero hechas con tanta pasión que igualan a las joyas verdaderas y pueden ser exhibidas como tales. Al juntar «<i style="color: #444444;"><b>El especialista</b></i>» y «<i style="color: #444444;"><b>Coprógenas</b></i>», el uno «<i style="color: #444444;"><b>los retretes</b></i>», el otro «<i style="color: #444444;"><b>la mierda</b></i>», las sinergias literarias aumentan y ambas obras se complementan y adquieren «<i style="color: #444444;"><b>más valor</b></i>» que el que tenían cada una por separado. Un escritor debe estar atento también a estas cuestiones menores, saber donde se «<i style="color: #444444;"><b>ubica</b></i>» su obra, para evitar «<i style="color: #444444;"><b>tirar un pedo en un funeral</b></i>». No es nada fácil, pues el amor que se tiene a la propia obra, supera con creces al sentido de la mesura, por muy desarrollado que se tenga. La sensación de que los escritos de uno o de una son el «<i style="color: #444444;"><b>ombligo</b></i>» de cuanto pueda escribirse sobre un tema cualquiera, es difícil de erradicar, pero no imposible. Leer mucho y comprobar que los grandes no tienen esta clase de vicio literario, es fundamental. Obras menores como «<i style="color: #444444;"><b>Coprógenas</b></i>» y «<i style="color: #444444;"><b>El especialista</b></i>», que nunca pueden aspirar (<b><i style="color: #444444;">se ahogarían con su propio olor</i></b>) a ser obras maestras literarias, demuestran que se puede conseguirlo sin tener dichas aspiraciones.</div><br />
<b style="color: #444444;">Luis Markos</b><br />
<br />
<i><b>Leer el libro <a href="http://issuu.com/diegoareso/docs/coprogenasok">aquí</a>, por gentileza de Quintatinta<br />
Quintatinta, sobre «<a href="http://www.quintatinta.com/2007/06/19/coprogenas/">Coprógenas</a>»<br />
Sobre el <a href="http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/padrecoloma/pcuartonivel.jsp?conten=presentacion">P. Coloma</a><br />
Una curiosidad: <a href="http://www.mensa.es/carrollia/b45.pdf">Cátedra de Skatología</a><br />
Otra curiosidad: <a href="http://escudella.blog.com/">Institut d'Estudis Escatològics</a><br />
The Bullit Blog, más sobre «<a href="http://thebullitblog.blogspot.com/2009/12/coprogenas-paginas-turbias.html">Coprógenas</a>»<br />
<a href="http://libronera.blogspot.com/2010/02/el-campeon-de-los-constructores-de.html">«El especialista»</a><br />
Abajo, sobre Horacio y el «pedo de Príapo»</b></i>:<br />
<div class="blog-icon"><b><b><img alt="" height="16" src="http://antoniomartnortiz.blogspot.com/favicon.ico" width="16" /> </b></b></div><div class="blog-title"><b><b><a href="http://antoniomartnortiz.blogspot.com/" target="_blank"> ANTONIO MARTÍN ORTIZ</a> </b></b></div><div class="item-thumbnail"><b><b><a href="http://antoniomartnortiz.blogspot.com/" target="_blank"> <img alt="" border="0" height="72" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1c1_qtDdzMm17AHaK4kqnLkexxb3dRzSr4_vXAzm42g5zPl4dx7331eXN9gK3f7REZ-rieDeDlyq_LPiFKGBmnOItp0tlKIzMMxmfF3t87DX8ZYjep4y-3JChfZY4hc7h1Zc0ICcGQ4Sg/s72-c/Eug%C3%A8ne+Delacroix.+Medea+about+to+Kill+Her+Children.+1838.+Oil+on+canvas.+Louvre,+Paris,+France.bmp" width="72" /> </a> </b></b></div><span class="item-title"> <b><b><a href="http://antoniomartnortiz.blogspot.com/2010/03/el-dios-priapo-y-las-brujas-canidia-y.html" target="_blank"> EL DIOS PRÍAPO Y LAS BRUJAS CANIDIA Y SAGANA (HORACIO, SÁTIRAS, I, VIII)</a> </b></b></span>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-58370949315118058462010-02-13T19:19:00.008+01:002010-05-13T17:16:53.496+02:00«El campeón de los constructores de retretes del condado de Sangamon»<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLfIkNhgp36KYMi3qiObv7IeYOrdj2bUsd2BgYKhQlUBANUkONNPkoXyqFD4EUJZH8DIdVceT5x8fkP-eNo1Sq4MRCFFfiWBjEglefs7JDJ6llFCEMMJzFW79342cBv8VV7eRXhA_2HgwO/s1600-h/lemputt3.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLfIkNhgp36KYMi3qiObv7IeYOrdj2bUsd2BgYKhQlUBANUkONNPkoXyqFD4EUJZH8DIdVceT5x8fkP-eNo1Sq4MRCFFfiWBjEglefs7JDJ6llFCEMMJzFW79342cBv8VV7eRXhA_2HgwO/s400/lemputt3.jpg" width="260" /></a> </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-small;"><i>Lem Putt dibujado por<span style="color: #444444;"> </span><a href="http://en.wikipedia.org/wiki/William_Kermode" style="color: #444444;">William kermode</a>. Fuente:<a href="http://www.journeytoforever.org/media/l/lemputt3.jpg" style="color: #444444;">journeytoforever</a></i></span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: #444444; font-size: large;"><b>«El especialista»</b></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;">“Seguramente que usted ha oído hablar mucho acerca de que ésta es la era de la especialización. Yo, de oficio, soy carpintero. Hubo un tiempo en que podía construir una casa, un granero, una iglesia o un gallinero. Pero me di cuenta de que en mi carrera uno necesitaba especializarse, y me puse a pensar. Hasta que lo encontré, y lo estudié a fondo. Señores, se hallan ustedes ante el campeón de los constructores de retretes del condado de Sangamon.</div><div style="text-align: justify;">Luke Harkins fue mi primer cliente. Se enteró de que yo me había especializado y decidió probar. Le construí el artefacto normal de tres hoyos para una familia de ocho. Ese trabajo consagró mi reputación y, desde entonces, he dedicado todo mi tiempo y mi pensamiento a este tipo de especialización. Naturalmente que, cuando escasea el trabajo, empapelo uno que otro muro, pero mi corazón permanece junto a la construcción de retretes rurales. Y cuando acabo una obra, no se crea que la doy por terminada. A todos mis clientes les garantizo seis meses de servicio gratuito ante cualquier contingencia.</div><div style="text-align: justify;">Esto se lo expliqué a Luke, y un día me llama y me dice: “Lem, me gustaría que vinieras por casa. Tengo problemas con el retrete”. Bueno, cogí el coche y me fui donde los Luke. Me escondí detrás de la casa de los Baldwin hasta que me formé una idea bastante exacta de la situación.</div><div style="text-align: justify;">Estábamos en plena época de cosechas, y ahí estaban los jornaleros, entrando y saliendo y quedándose en el retrete entre cuarenta y sesenta minutos por vez. ¿Se da cuenta?</div><div style="text-align: justify;">Dije: “Luke, de verdad tienes problemas con tu retrete”. Así es que traje mis herramientas y me puse a examinar la estructura.</div><div style="text-align: justify;">Lo primero que hice fue mirar el catálogo de ventas por correspondencia que estaba ahí colgado, pensando que podría ser el origen del problema; pero ni siquiera pertenecía a una empresa conocida. Entonces me puse a mirar los asientos propiamente tales y me di cuenta de todo. Los había hecho demasiado confortables. Cogí mi escofina y, en un dos por tres, dejé cuadrados los hoyos que antes estaban tan suavemente redondeados. Cuadrados y ásperos, con ángulos bien pronunciados. Enseguida, volví a tomar mi posición de antes: yo aquí, los Baldwin ahí, y el retrete algo más allá. Y me quedé observando las entradas y salidas de los jornaleros por casi dos horas. Ni uno se quedó más de cuatro minutos.</div></blockquote><br />
<i><b><a href="http://pedablogia.wordpress.com/2008/03/15/el-especialista-de-charles-sale/">El especialista</a></b></i><br />
<i><b>Traductor: José Manuel Vergara</b></i><br />
<b><a href="http://en.wikipedia.org/wiki/Chic_Sale">Charles Sale</a></b><br />
<br />
<div style="text-align: center;"> <b style="color: #444444;"><span style="font-size: large;">Igual que un trago de agua cuando se tiene sed</span></b></div><div style="text-align: justify;">Hará unos pocos días que ha llegado a mis manos el librito "<i style="color: #444444;"><b>El especialista</b></i>" de <b style="color: #444444;">Charles Sale</b>, un regalo de los que me suele hacer a menudo el amigo y escritor <b style="color: #444444;"><a href="http://libronera.blogspot.com/2008/12/juegos-de-parejas.html">Asdrúbal Hernández</a></b>, en la guarda del libro, pone la fecha en que lo adquirió <i style="color: #444444;"><b>22-IV-83</b></i> y debajo su firma. El anterior librito regalado por él, fue <i style="color: #444444;"><b><a href="http://libronera.blogspot.com/2009/08/los-apuntes-secretos-de-sir-francis.html">"Los apuntes secretos de Sir Francis"</a></b></i>, igualmente una joya.</div><div style="text-align: justify;">"<i style="color: #444444;"><b>El especialista</b></i>" es una obrilla de la <i style="color: #444444;"><b>Editorial Pomaire</b></i>, en dieciseisavo, de 31 páginas, con los dibujos originales de <b style="color: #444444;">William Kermode</b>. En la solapa de la<i style="color: #444444;"><b> <a href="http://bibliorios.blogspot.com/2008/07/cubiertas-de-libros.html">sobrecubierta</a></b></i> está escrito:</div><blockquote><div style="text-align: center;"><b style="color: #444444;">"Una historia inocentemente rabelesiana"</b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #444444;"> "Este pequeño libro trata de las actividades profesionales de un tal Lem Putt, especialista en la forma más primitiva de la ingenieria sanitaria. Escrito en el lenguaje vernacular de Lem, se desarrolla como una explicación a sus métodos a uno de sus clientes."</b></div></blockquote><div style="text-align: justify;"><b style="color: #444444;">Lem Putt </b>se dedica a construir letrinas y sobre el modo de hacerlo, en el mundo no hay nadie que sepa más. Si los coronoles norteamericanos en <i style="color: #444444;"><b>Vietnam</b></i>, se asombraban de que un individuo en cuclillas, desnudo y sucio, mandaba un regimiento como ellos, sin haber pasado por <i style="color: #444444;"><b>West Point</b></i>; <b style="color: #444444;">Lem Putt</b> de la mano de <b style="color: #444444;">Charles Sale</b>, nos asombra escribiendo el mejor relato sobre letrinas y legándolo a la <b style="color: #444444;">Humanidad</b>.</div><div style="text-align: justify;">Este carpintero, al contrario de aquél que escribió sobre la arena, nos ha dejado por escrito sus palabras y también, como aquél, algunos interrogantes:</div><blockquote><div style="text-align: justify;"><b style="color: #444444;">"¿Qué longevidad puede tener, o cuánto puede durar un catálogo de ventas por correspondencia de extensión normal en un retrete corriente de tres hoyos para una familia de ocho?".</b></div></blockquote><div style="text-align: justify;">Y en cuanto a las profundidades que alcanza sobre la condición humana, está a la altura de muchas grandes obras literarias y supera con creces a una gran mayoría:</div><blockquote><div style="text-align: justify;"><b style="color: #444444;">"El cerrojo tiene que ser de la mejor calidad, porque no hay nada que destroce más los nervios de un hombre que estar sentado, ahí, en guardia, porque no tiene un cerrojo como Dios manda en la puerta".</b></div></blockquote><div style="text-align: justify;">Evidentemente no podía faltar aquí la correspondencia entre el relato y el modo de escribir, es la cama de <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Procusto" style="color: #444444;"><b>Procusto</b></a><span style="color: #444444;"> </span>de casi todos mis comentarios, así que al que haya llegado hasta aquí, le endosaremos como castigo una breve nota, sobre:</div><div style="text-align: center;"><b style="color: #444444;"><span style="font-size: large;">«El confort de la escritura»</span></b></div><div style="text-align: justify;">Veamos como queda en forma de parábola, con las palabras de Lem Putt:</div><blockquote><div style="text-align: justify;"><b style="color: #444444;">"-Lem, me gustaría que vinieras por casa. Tengo problemas con el retrete.<br />
Bueno, cogí el coche y me fui donde los Luke. Me escondí detrás de la casa de los Baldwin hasta que me formé una idea bastante exacta de la situación.<br />
Estábamos en plena época de cosechas, y ahí estaban los jornaleros, entrando y saliendo y quedándose en el retrete entre cuarenta y sesenta minutos por vez. ¿Se da cuenta?<br />
Así es que traje mis herramientas y me puse a examinar la estructura.<br />
Lo primero que hice fue mirar el catálogo de ventas por correspondencia que estaba ahí colgado, pensando que podría ser el origen del problema; pero ni siquiera pertenecía a una empresa conocida. Entonces me puse a mirar los asientos propiamente tales y me di cuenta de todo. Los había hecho demasiado confortables. Cogí mi escofina y, en un dos por tres, dejé cuadrados los hoyos que antes estaban tan suavemente redondeados. Cuadrados y ásperos, con ángulos bien pronunciados.<br />
Enseguida, volví a tomar mi posición de antes: yo aquí, los Baldwin ahí, y el retrete algo más allá. Y me quedé observando las entradas y salidas de los jornaleros por casi dos horas. Ni uno se quedó más de cuatro minutos".</b></div></blockquote><div style="text-align: justify;">Veamos ahora, el planteamiento del problema para un escritor. Es el inverso del que tiene el <b style="color: #444444;">Sr. Luke</b>. En su "<i style="color: #444444;"><b>letrina</b></i>", el que escribe, desearía que estuvieran horas y horas. <b style="color: #444444;">¡Ojo!</b> Hay un dato importantísimo, que no puede ser pasado por alto. <b style="color: #444444;">¡No es problema de catálogo!</b> Esto nos indica que el tema sobre el que se escriba tiene una importancia secundaria. <b style="color: #444444;">¿Y entonces que consideramos como lo primario?</b> Según parece, que estén cómodas las nalgas de la lectora (los hombres no leen, se dedican a otras cosas). <b style="color: #444444;">¿Y cómo se consigue eso por medio de las palabras?</b> Si física y anímicamente el mayor confort se consigue en el regazo del ser querido, sea cual sea su naturaleza, en la escritura se basa en una cópula amorosa con la lectora. Si tu escritura es dulce, perfecto, si es perturbadora o si eres un ogro escribiendo, entonces ¡ay!, la lectora sólo se sentará en tu regazo, si <i style="color: #444444;"><b>"sabe"</b></i> que no la vas a hacer daño, incluso puede desear copular de veras contigo. (Si eres escritora y él es lector, la observación está de más, él siempre sueña con ello).</div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #444444;">¿Y cómo se hace eso?</b> Olvídense de la <i style="color: #444444;"><b><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Escofina">escofina</a></b></i> y usen un cepillo de carpintero o una lijadora de banda, hasta que la frase, quede igual de lisa y tirante que la piel de un tambor.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><b>Luis Markhos</b></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><blockquote><div style="text-align: justify;"><b style="color: #444444;">Postdata rabiosa</b>: Mientras confeccionaba este artículo, me han llamado mis colegas de "<i style="color: #444444;"><b><a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/">Ïtaca</a></b></i>", <b style="color: #444444;">Ulises</b> y <b style="color: #444444;">Gavilán</b> que estaban en casa de <b style="color: #444444;">Higinio</b> y se disponían a comer los tres en breves minutos. Por cortesía me han informado de lo que iban a comer. Bueno, pues no me importa. Mi mesa al mediodía, iba a estar abastecida por un arroz, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos en el <i><b style="color: #444444;">Oriente Lejano</b></i>, acompañado por algunas especias de las que trajo <b style="color: #444444;">Marco Polo</b>. De segundo plato, unos huevos fritos de una gallina doméstica (<b style="color: #444444;">Gallus domesticus</b>), cuyo remoto antepasado es el <b style="color: #444444;">Gallus gallus bankiva</b>. Acompañando a estos huevos, unas tajadas de cerdo, <i style="color: #444444;"><b>animal totémico</b></i> que fue domesticado por primera vez en el <i style="color: #444444;"><b>Oriente Medio</b></i>, cuando la aurora, empezaba a despuntar...Pero...<i style="color: #444444;"><b>¡Pero qué digo! ¡Qué coño vale todo esto, frente a unas patatas en salsa verde y unas kokotxas con almejas! </b></i></div><div style="text-align: justify;">¡Y yo! ¡Esforzándome en enseñar cómo se alcanza el estrellato literario y son estos golpes, los que me hacen a mí, ver las estrellas!</div></blockquote><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Sobre Charles "Chic" Sale, <i style="color: #444444;"><b><a href="http://www.outhousemuseum.com/wall_chic.html">aquí</a></b></i> y <i style="color: #444444;"><b><a href="http://en.wikipedia.org/wiki/Chic_Sale">aquí.</a></b></i></div><div style="text-align: justify;"><i style="color: #444444;"><b><a href="http://www.journeytoforever.org/farm_library/specialist.html">The Specialist</a></b></i></div><div style="text-align: justify;"><i style="color: #444444;"><b><a href="http://alfranb.home.att.net/outhouse/specialist.htm">The Specialist, con alguna ligera variante.</a></b></i></div><div style="text-align: justify;"><i style="color: #444444;"><b><a href="http://www.chicsale.net/">Chic Sale's best seller "The Specialist"</a></b></i></div><div style="text-align: justify;"><i style="color: #444444;"><b><a href="http://www.imdb.com/name/nm0757925/">Sus películas</a></b></i></div><div style="text-align: justify;">El dibujante <b><a href="http://en.wikipedia.org/wiki/William_Kermode">William Kermode</a></b></div>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-57850095364070818052010-01-06T00:18:00.006+01:002010-04-22T21:01:30.773+02:00La práctica del relato<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbc08JFN4HiwJmIjNtV7_bdov8dbPQqU3UgBOhOkTBIKRTQNx-JdKdwGqo489ZAaR51cHmNkAC4QHtRIJgIu3u3HaP-BDec6sLpDxzqlCQjWszeA9JeUus0pHNTE3FXbYcNEiCRKes_bkr/s1600-h/Adolf+Reich+.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbc08JFN4HiwJmIjNtV7_bdov8dbPQqU3UgBOhOkTBIKRTQNx-JdKdwGqo489ZAaR51cHmNkAC4QHtRIJgIu3u3HaP-BDec6sLpDxzqlCQjWszeA9JeUus0pHNTE3FXbYcNEiCRKes_bkr/s640/Adolf+Reich+.jpg" /></a></div><div style="text-align: center;"><a href="http://www.hausderdeutschenkunst.de/kuenstler/adolf-reich/adolf-reich.html">Adolf Reich</a>: Kunst und Naturfreund. Fuente:<a href="http://conchigliadivenere.wordpress.com/2009/10/28/adolf-reich-1887-1963-austrian/">conchigliadivenere</a></div><div style="text-align: justify;"><blockquote><div style="text-align: center;"><b style="color: #444444;"><span style="font-size: large;">La práctica del relato</span></b><br />
<b style="color: #444444;">Manual de estilo literario para narradores</b><br />
<span style="font-size: large;"><b style="color: #444444;">Introducción</b></span></div>Igual que el pintor con sus colores, o el músico con los sonidos, la herramienta básica con que trabaja un escritor es el lenguaje. Su arte consiste en combinar palabras, y lo mismo que un bodegón o un paisaje van saliendo poco a poco de los tubos de pintura, podríamos decir que un cuento, una novela, dormían desde siempre en las páginas del diccionario.<br />
Claro que con el diccionario en la mano cabría hacer un cálculo de matemática recreativa, y averiguar cuántas combinaciones serían necesarias para obtener, por medio del puro azar, un poema de Machado o un cuento de Borges. La cifra, en cualquier caso, llevaría a la cola tal cantidad de ceros, que si alguno de vosotros optara por este método aleatorio no es muy probable que sus nietos hubiesen obtenido aún la primera frase de la obra.<br />
Con esto no quiero decir que el azar deba desterrarse del proceso de creación, y de hecho cualquier artista experimentado podría contarnos qué parte de sus logros se debe a la casualidad. En varias entrevistas, el pintor Fernando Zóbel ha referido cómo dio con su estilo inconfundible un día en que la lluvia le sorprendió con su carpeta de dibujos bajo el brazo. Al llegar a su casa, el pintor abrió la carpeta ansioso por comprobar los desperfectos... y en cambio se encontró con un hallazgo: así, con las tintas corridas por el agua, sus imágenes habían perdido toda concreción, pero esas superficies difuminadas tenían ahora un poder de sugerencia imprevisto. Los ejemplos podrían multiplicarse, aunque como es normal ningún artista sensato pondría sus esperanzas en manos de la lluvia.<br />
A poco que la suerte ayude, eso sí, cualquier escritor o escritora que empiezan pueden alcanzar el dominio de su oficio. Es cuestión de paciencia, de afición, de estar dispuestos a perseverar en el arte esmerado de combinar palabras. Para ello, el primer obstáculo a que se enfrenta el aprendiz de escritor (y también la primera ventaja), es que comienza trabajando con un material común y corriente. Nada hay tan común como las palabras. Ellas son lo más inmediato de la vida, lo más simple. A diferencia de otros artistas, el escritor y la escritora tienen su herramienta al alcance de la mano. Conseguir un cincel y un bloque de mármol puede ser caro y difícil. En cambio las palabras siempre están disponibles, como un amante obsequioso o un amigo de los de verdad. Hasta tal punto se funde el lenguaje con el propio tejido de nuestra vida, que resulta muy fácil no percatarnos de su auténtico poder. ¿Habéis pensado alguna vez en la fuerza que tienen las palabras? Desgraciadamente, hoy sabemos que la energía encerrada en unos átomos de uranio puede destruir una ciudad entera. También las palabras son átomos de significado; pequeños ladrillos con los que construimos el edificio de la realidad. Algo muy parecido pensaba Sigmund Freud, que al principio de su libro «Introducción al psicoanálisis » coloca esta reflexión en torno a la importancia de la comunicación verbal:<br />
<blockquote><i><b style="color: #444444;">«Las palabras, primitivamente, formaban parte de la magia y conservan todavía en la actualidad algo de su antiguo poder. Por medio de palabras puede un hombre hacer feliz a un semejante o llevarle a la desesperación; por medio de palabras (...) arrastra tras de sí el orador a sus oyentes y determina sus juicios. Las palabras provocan afectos emotivos y constituyen el medio general de la influencia recíproca de los hombres.»</b></i></blockquote>No pienso que Freud exagerase al atribuir a las palabras esa capacidad de sugestión. Experiencias humanas tan fundamentales como el estímulo, el perdón, la amenaza, el consuelo, dependen sólo de las palabras... y en cierto modo hasta la propia medicina, que según decía Jardiel es el arte de acompañar al paciente a la tumba con palabras griegas. También en la historia de la literatura hay muchos episodios que avalarían la opinión de Freud. Es sabido que el padre del psicoanálisis tenía en la más alta estima la obra literaria de Goethe. Poseído en su primera etapa por el espíritu romántico, tan persuasivo llegó a ser Goethe con su exaltación del amor desdichado que una oleada de suicidios cundió entre los jóvenes alemanes tras la publicación de «Las penas del joven Werther». De cualquier modo, también en este caso los ejemplos están de más: si después de todo las palabras fueran inocuas, mal se entendería una institución como la censura, vigente aún en muchos países, y cuya historia resulta tan extensa como poblada de episodios pintorescos.<br />
Lo que los censores de todas las épocas han temido siempre en la palabra escrita es su poder de persuasión... y sólo un exceso de celo explica el que a veces se haya censurado a escritores francamente plomos, incapaces de convencer a nadie. Se mire por donde se mire, eso que llamamos persuadir es una tarea bastante difícil. Incluso de palabra. Porque lejos de portarse como una materia dócil, no es raro que las palabras lleguen a convertirse en un arma de dos filos. Así le ocurrió al Mariscal de Mac-Mahon, quien tratando de convencer a su auditorio sobre los estragos de la fiebre tifoidea, dio la siguiente explicación, merecidamente célebre:<br />
<div style="text-align: justify;"><blockquote><i style="color: #444444;"><b>«La fiebre tifoidea es algo terrible: o te mata o te deja idiota. Lo sé bien porque la tuve.»</b></i></blockquote></div>Sería difícil hallar un argumento más rotundo, es verdad; y por eso hablaba antes no sólo de la ventaja que representan las palabras como materia de expresión artística, sino también del obstáculo. En efecto: quien se inicia en el arte de la pintura ha de aprender una operación tan simple como mezclar los colores en la paleta. Cuando se trata de disciplinas como la pintura o la música nadie nace enseñado; y al apuntarnos a una academia ya contamos con esa etapa previa que consiste en familiarizarnos con los propios materiales y asimilar los rudimentos del oficio. ¿Por qué no ocurre lo mismo cuando nuestra herramienta de expresión es el lenguaje? Pues tal como os decía, imagino que por esa relación familiar que ya nos une con las palabras, y que le falta al aprendiz de escultor cuando sostiene por primera vez un cincel y un martillo.<br />
Mejor o peor, uno se las arregla con las palabras. Y así en principio todo indica que escribir consiste en llevar al papel cualquier cosa que se nos ocurra; lo que además es cierto... así en principio.<br />
Para cualquier artista, en cambio, la fiebre tifoidea consiste en pensar que ha alcanzado el dominio de su arte. Este es el tipo de convicción que deja idiota, e incapacita para aprender de verdad. Si a diferencia del músico, el escritor puede llegar a un convencimiento semejante apenas emborrona el primer folio, el efecto hay que achacarlo a ese carácter mágico de las palabras que ya señalaba Freud; o a alguna otra forma de autosugestión que siempre actuará como un obstáculo en el proceso del aprendizaje.<br />
Dejando aparte la magia, sobra añadir que la realidad es muy distinta. También el arte de contar historias tiene sus pentagramas y su solfeo. Mezclar colores, en la paleta o sobre el lienzo, no es más fácil ni más difícil que combinar palabras. Es otra cosa, aunque las dos operaciones siguen procedimientos muy parecidos. Ni el pintor versado en su oficio mezcla colores al azar (aunque a veces le ayuden las manos sigilosas de la lluvia), ni el escritor consciente de su arte da por buena cualquier combinación de palabras. Más bien al contrario: las elige cuidadosamente, y hace y deshace hasta encontrar la fórmula que va a influir en sus lectores de un modo más intenso y más seguro.<br />
Al resultado de este proceso de selección lo llamamos estilo literario. Por regla general, el buen estilo literario consiste en una mezcla entre destreza, personalidad, y un último ingrediente sin nombre fijo, que los teóricos más rigurosos no han conseguido explicar hasta ahora. El filósofo Platón lo llamaba «entusiasmo» (del griego «enthousiasmos», que significa «estar poseído por un dios o un genio»), lo que de entrada es una idea tan válida como la «Inspiración» que veneraban los románticos; o esa relación fluida con los procesos inconscientes de la que hablaríamos hoy, y que es otra forma de poner nombre a lo desconocido.<br />
De cualquier modo –con más duende o con menos–, el estilo literario tiene como fin la persuasión; lo que quiere decir que un magnífico estilo que dejase indiferentes a sus lectores (por recargado o por hermético) no estaría, al fin y al cabo, cumpliendo con su cometido. Como es obvio, ciertos lectores gozan descifrando unos complejos crucigramas que aspiran a ser historias, y están en su derecho de jalear a los autores capaces de suministrarles ese sofisticado pasatiempo intelectual. Así en general, en cambio, está comprobado que las personas comunes preferimos:<br />
<blockquote><i><b><span style="color: #444444;">a) leer de corrido,</span><br style="color: #444444;" /><span style="color: #444444;">b) enterarnos de lo que cuenta el autor sin necesidad de saber sánscrito,</span><br style="color: #444444;" /><span style="color: #444444;">y c) sentirnos concernidos por los destinos humanos que representan las ficciones.</span><br />
</b></i></blockquote>Doy por sentado que los lectores y lectoras de este libro os propondréis un objetivo más o menos semejante a la hora de escribir. De las formas de conseguirlo a través del estilo literario (y aunque no haya recetas infalibles) vamos a tratar ahora.<br />
<br />
<div style="text-align: center;"><b style="color: #444444;">DE LA NORMA A LA PRÁCTICA</b></div>La retórica tradicional llama «estilo» al modo peculiar de expresarse un escritor o una escritora. Naturalmente, este carácter peculiar no ha de entenderse como una bula para la extravagancia, y por eso las retóricas clásicas establecían como virtudes cardinales del buen estilo la de adecuarse a su asunto (aptus), la corrección léxica y sintáctica (puritas), la claridad (perspicuitas), y también un cierto grado de adorno en la expresión (ornatus). Respetando estas normas venerables hay una alta probabilidad de que nuestros textos no se conviertan en un galimatías, lo que de momento es un buen principio. Por eso es verdad que las reglas son útiles... Y en cambio todos sabemos por experiencia que dejan muy desamparado a la hora de enfrentarse al papel. Instruyen, qué duda cabe, aunque al final ayudan poco. En el terreno de la escritura hay un trecho demasiado grande entre una norma y su aplicación, y es frecuente que las preceptivas al uso enseñen al aprendiz de escritor qué debe evitar, qué debe hacer, pero no la manera de hacerlo.<br />
Por mi parte, me inclino a pensar que esta laguna tiene su origen en el carácter en cierto modo inmaterial de la herramienta que manejamos en la ficción literaria. Hay una serie de ejercicios que dotan al aprendiz de bailarín de los músculos flexibles que requiere su arte. También el escritor o la escritora que empiezan han de hacerse un estilo musculoso y flexible a la vez, y en cambio cómo se echa de menos esa tabla de ejercicios que puedan conducirles a ello. Las palabras no son, en principio, algo tan tangible como un músculo.<br />
Sin duda hay adjetivos tersos como los gemelos de una bailarina; pero ese tacto para el adjetivo, si descendemos a los hechos, resulta que no puede transmitirse a través de un método exacto. Se adquiere por sedimentación. Es una destreza del todo peculiar que se va refinando por medio de la práctica.<br />
A través de las pruebas, las reescrituras, ese infatigable proceso de corrección que da cuerpo a un relato o a una novela, cada escritor va descubriendo por sí solo el estilo que mejor se adapta a sus necesidades expresivas o al asunto que trate en la obra. Como también es cierto que cada profesor de escritura creativa termina por elaborar, atendiendo a la experiencia, un método más o menos informal que le sirve de guía en sus cursos... pero sólo de guía.<br />
Con más o menos método, yo no podría explicaros ahora mismo cómo se consigue un estilo literario eficaz. Sí puedo, en cambio, pensar en voz alta en torno a mi experiencia con escritores y escritoras principiantes. Desde ella cabe detectar algunos de los obstáculos más comunes cuando se empieza a escribir, y proponer unas cuantas estrategias para encararlos con éxito.<br />
Nunca serán reglas, sino meras orientaciones; aunque en este sentido tiendo a creer que hay una serie de cualidades básicas que hacen legible un texto de ficción, y a poco que su asunto tenga atractivo, aseguran, o casi, el interés de los lectores.<br />
A mí me sale una lista de cuatro, y serían: naturalidad, visibilidad, continuidad, y personalidad. Como es obvio, no hay en la lista nada nuevo ni especialmente revelador. Se trata, si queréis, de un camino entre otros para obtener esa «manera peculiar de expresarse» que definían las retóricas tradicionales.<br />
En las páginas que siguen, os invito a que andemos este camino paso por paso.</blockquote></div><i><b><a href="http://www.fuentetajaliteraria.com/catalogo/_img_libros/38/La%20practica%20del%20relato.pdf">La práctica del relato</a></b></i><br />
<i><b>Manual de estilo literario para narradores</b></i><br />
<b><a href="http://www.escueladeescritores.com/angel-zapata">Ángel Zapata</a></b><br />
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<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><b style="color: #444444;"><span style="font-size: large;">Buscando la musa en otro lado</span></b></div>Será cierto que "<a href="http://blogs.hoymujer.com/index.php?blog=87&p=1138&more=1&c=1&tb=1&pb=1" style="color: #444444;">QUOD NATURA NON DAT SALMANTICA NON PRAESTAT</a>", o pudiera ser que las "<a href="http://www.une.edu.ve/kids/cuentos/fabulas/zorra_uvas.htm">uvas no estaban maduras</a>".¿Perdió el tiempo entonces <b style="color: #444444;">Aristóteles</b>, con su: "<i style="color: #444444;"><b><a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/06/una-accion-total-y-perfecta-que-tenga.html">acción total y perfecta que tenga principio, medio y fin,</a></b></i>" en su arte poética? ¿Nos gusta a los escritores el "<i style="color: #444444;"><b><a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2008/10/el-arte-de-la-ficcin.html">tormento</a></b></i>"creativo, más que la responsabilidad como "<i style="color: #444444;"><b>creadores</b></i>"?. ¿Buscamos la radiante musa fuera del estudio? Será tan apetitosa la musa, como la joven del cuadro de <b style="color: #444444;">Adolf Reich</b> y por último, ¿vamos a aceptar que <b style="color: #444444;">Ángel Zapata</b>, nos explique lo que todos sabemos? ¿Saben lo que es un <i style="color: #444444;"><b>cocodrilo</b></i>? ¿Saben que en el cuadro de <b style="color: #444444;">Adolf Reich</b>, hay un <i style="color: #444444;"><b>cocodrilo</b></i>? No voy a intrigarles; los <i style="color: #444444;"><b>zapatitos de charol</b></i>, son el <i style="color: #444444;"><b>cocodrilo</b></i>. Si leen a <b style="color: #444444;">Ángel Zapata</b>, sabrán por qué. No se lo pierdan.</div><b>Luis Markos</b><br />
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<b><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81ngel_Zapata">Sobre él</a><br />
<a href="http://www.fuentetajaliteraria.com/catalogo/libro.php?id=38">El libro</a><br />
El curso de escritores, <a href="http://www.mailxmail.com/curso-escritura-creativa/utensilios-escritor-herramientas-tecnicas">donde se desarrolla el libro</a><br />
En Ïtaca: <a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/11/la-practica-del-relato.html">La práctica del relato</a><br />
En Ítaca: <a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/11/y-monstruos-y-naves-espaciales.html">Y monstruos y naves espaciales</a><br />
En Ítaca: <a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2010/01/entusiasmo.html">«entusiasmo»</a><br />
En Ítaca: <a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2010/01/la-fiebre-tifoidea-es-algo-terrible-o.html">La fiebre tifoidea </a></b><br />
<b>Entrevista en <a href="http://elsindromechejov.blogspot.com/2006/11/ngel-zapata-el-cuento-puede-ser-el.html">El síndrome Chejov</a><br />
Ángel Zapata en la <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81ngel_Zapata">Wikipedia</a></b><br />
<b>Apuntes del <a href="http://ventanianos.com/contarte/index.php?topic=5500.0;wap2">curso de relato breve </a><br />
</b><br />
<b><a href="http://sobreleyendas.com/2008/09/04/las-nueve-musas-el-mito-de-la-inspiracion/">Y lo que hace falta...</a></b>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-60894512551157602262010-01-03T14:33:00.001+01:002010-01-03T14:34:20.654+01:00«Nueva gramática de la lengua española» :«Sí: y usted la domina prácticamente toda...»<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9B1uSJRgnhiw9XlaK-ejePYiXUZpIG8ZyGLudmDFjNfYnm-yrxN2UjlIUSJgQXK-01CukgT8yNkHxbbmf5jiqxtFIOl1wU_Cj7f-6TLjUqvDHPHJw0iUMvZ6dh0G3bZAJjWx2GOm1zz9N/s1600-h/_publish_worksimages_BookwExLibris_web1_LG.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9B1uSJRgnhiw9XlaK-ejePYiXUZpIG8ZyGLudmDFjNfYnm-yrxN2UjlIUSJgQXK-01CukgT8yNkHxbbmf5jiqxtFIOl1wU_Cj7f-6TLjUqvDHPHJw0iUMvZ6dh0G3bZAJjWx2GOm1zz9N/s400/_publish_worksimages_BookwExLibris_web1_LG.jpg" /></a><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">Michael Parkes: "<a href="http://www.theworldofmichaelparkes.com/html/Detail.asp?WorkInvNum=5802&whatpage=artist" style="color: #444444;">Ex libris</a>". Fuente:<a href="http://www.theworldofmichaelparkes.com/html/artists.asp" style="color: #444444;">The world of Michael Parkes </a></span><br />
</div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: #444444; font-size: large;">Ante la 'Gramática'</span><br />
</div><blockquote><b style="color: #444444;">La aportación más novedosa de la 'Nueva gramática de la lengua española' que acaban de publicar la Academia española y las americanas es que intenta dar una perspectiva en todas sus manifestaciones geográficas </b><br />
</blockquote>"Pocos habrá que nieguen la utilidad de la Gramática si se considera como medio para aprender alguna lengua estraña; pero muchos dudarán que sea necesaria para la propia, pareciéndoles que basta el uso". Así decía el prólogo de la primera Gramática de la Academia (1771). A pesar de los casi dos siglos y medio transcurridos, la afirmación podría mantenerse. De hecho, una de las no pequeñas sorpresas que tendrá un lego en la materia al ver la voluminosa Nueva gramática académica es pensar: ¿toda esta gramática tiene el español? Y la respuesta es sorprendente: "Sí: y usted la domina prácticamente toda...".<br />
¿Qué hay en una gramática? La descripción de los sonidos de una lengua (fonética y fonología), de la estructura interna de las palabras y sus constituyentes (morfología) y de las relaciones entre palabras (sintaxis). Así, el diccionario proporcionaría las piezas, y la gramática la forma de modificarlas y combinarlas.<br />
<br />
La Nueva gramática de la lengua española que acaban de publicar la Academia española y las americanas se propone al tiempo ser una obra descriptiva (contar cómo funciona la lengua) y tener valor normativo (por ejemplo: resolver si "se la cayó un diente" es una expresión correcta). Tampoco quiere perder de vista el aspecto didáctico, para hispanohablantes y para quienes tienen el español como segunda lengua.<br />
<br />
El plan general de la obra comprende tres diferentes versiones, que facilitarán la adaptación a uno u otro de sus fines. Los dos volúmenes aparecidos, con sus casi 4.000 páginas (más el futuro tomo tercero, la Fonética), se presentan como una obra de consulta general y al tiempo como texto de estudio de nivel universitario: explorar la anáfora o leer 30 páginas sobre las oraciones impersonales es algo que no va a hacer un hablante común. A ella seguirán un Manual de unas 750 páginas, para profesores y estudiantes de español de niveles no universitarios, e hispanohablantes cultos no profesionales de la lengua, y por fin una Gramática básica para gran público y el ámbito escolar.<br />
Hace casi 80 años que no aparecía una gramática de la Academia: exactamente desde 1931. En 1973 se publicó un Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, que, como el propio nombre indica, quería ser un avance de una nueva obra, pero que nunca se completó. Mientras tanto, y fuera del ámbito de la Academia (aunque ésta la auspiciara), el mayor acontecimiento en el área fue la aparición en 1999 de la Gramática descriptiva de la lengua española, dirigida por Ignacio Bosque y Violeta Demonte. Con sus 5.500 páginas, fue la primera obra que, con un criterio científico y moderno, realizó una descripción general del español (cosa que ya existía para otras lenguas de nuestro entorno). Sin este prodigioso esfuerzo de síntesis no habría sido posible elaborar la actual obra académica, y de hecho, ha sido su mismo codirector, Ignacio Bosque, quien ha tenido la responsabilidad de la Nueva gramática. Su sabia intervención ha servido para sortear otro de los escollos que se yerguen en el camino de una obra científica sobre la lengua: la "multitud de opiniones y de disputas que reynan entre los Gramáticos", como ya decía la Academia en 1771 y no ha hecho más que complicarse desde entonces.<br />
La nueva gramática académica no rehuye señalar que hay temas debatidos: en ese sentido no habla ex cátedra, sino como una obra científica (aunque este aspecto quede lamentablemente mermado por no incluir bibliografía). Tampoco aporta, como las antiguas gramáticas, un elenco de usos dignos de imitación: las numerosas citas de autores y artículos de prensa, españoles y americanos, ya no constituyen "un canon de excelencia", sino en muchas ocasiones la simple documentación del uso. Pero quizás su aportación más novedosa sea el intento de dar una perspectiva de la lengua española en todas sus manifestaciones geográficas. La asunción implícita de otras obras (académicas o no) era muchas veces que lo que se habla y escribe en España es el español, y el resto son "variantes". Pero, aunque fuera el lugar donde nació nuestra lengua, España tiene sólo la décima parte de los hispanohablantes del mundo, y si lo consideramos políticamente, constituye sólo una vigésima parte de los Estados donde el español se habla como lengua oficial o cooficial.<br />
<br />
La Nueva gramática da un gran salto científico y político al distinguir sistemáticamente por un lado el "español general", común a todo el ámbito de nuestra lengua (que tiene un notable grado de unidad, sobre todo en la sintaxis y en su registro escrito y culto), y por otro, y en plano de igualdad, los españoles específicos: el "europeo", de Canarias o de Valladolid, o el "español americano" de México o Chile. Cuando se describe un uso, se asigna sencillamente a las zonas donde se produce: los diminutivos en -ito se dan en todo el mundo hispanohablante, pero ande por "donde" se usa en el español dominicano y en el andaluz. A veces se añade un juicio: ande es una "variante desprestigiada".<br />
<br />
Repárese en que el lema académico desde el XVIII, "Limpia, fija y da esplendor", se refería únicamente a esta tarea normativa. Sin haber abdicado de ella, la Academia actual, desde la dirección de Fernando Lázaro, ha abordado también la construcción de un gran corpus científico sobre el español, del que esta Nueva gramática es parte.<br />
<br />
Siguiendo un uso inaugurado en 1999 con la Ortografía, la Nueva gramática aparece avalada por las academias de la lengua de los países hispanohablantes, por cuya intervención tanto ha hecho la dirección de García de la Concha. Parte de la labor que ha provocado que esta obra sea tan compleja y de elaboración tan costosa ha sido la recopilación de modalidades (y de normas) de todos esos lugares. Una muestra de la riqueza que puede alcanzar: construcciones como "estaba media dormida" (en vez de "medio dormida") se dan "en la lengua popular de México, parte de Centroamérica, Venezuela, Chile y del Río de la Plata, así como en el noroeste de España y en las islas Canarias". Pero se recomienda la variante "medio dormida".<br />
<br />
De todas formas, es necesario señalar que los contenidos descriptivos son los que priman a lo largo de toda la obra, sólo salpicada aquí y allí por recomendaciones. Por ejemplo: se desaconseja el verbo haber impersonal concordado ("hubieron dificultades", en vez de "hubo dificultades"), a pesar de que es frecuente en el este de España y de uso creciente en América y en periódicos de ambas orillas. Estas notas normativas no aparecen justificadas (son juicios de valor, que emanan de la institución académica), a diferencia de las observaciones gramaticales, que lo que hacen es recoger la producción científica de los últimos años.<br />
<br />
Por cierto: es básico que la Nueva gramática esté disponible lo más pronto posible en Internet, aunque carezca de entrada de todas las mejoras de indización y referencia de las que sin duda puede dotarse. La obra es tan rica e importante que su simple texto buscable prestaría un valioso servicio a consultantes de todo el mundo. La versión electrónica debería incluir urgentemente las numerosísimas referencias bibliográficas que han debido de servir para su redacción, y de las que la edición en papel ha prescindido, sin duda para no alargar la obra.<br />
<br />
Si añadimos a los seis años que duró la elaboración de la Gramática descriptiva los 11 años de la Nueva Gramática, podemos concluir que ahora culminan casi dos décadas de investigación sobre el español. Además de los esfuerzos institucionales, y de los patrocinios de entidades públicas y privadas, es justo reconocer un esfuerzo individual: el del lingüista y académico Ignacio Bosque. Su aguda mirada gramatical y su fruición de la lengua convierten con frecuencia estas páginas (que muchos cometerían el error de considerar a priori áridas) en un auténtico festín intelectual.<br />
</div></blockquote><i style="color: #444444;"><b><a href="http://www.elpais.com/articulo/opinion/Gramatica/elpepucul/20100103elpepiopi_14/Tes">Ante la 'Gramática'</a></b></i><br />
<b style="color: #444444;"><a href="http://jamillan.com/">José Antonio Millán</a></b><br />
<br />
<div style="text-align: center;"><span style="color: #444444; font-size: large;"><b>¿Le sirve la gramática a un escritor?</b></span><br />
</div><blockquote><div style="text-align: justify;"><b style="color: #444444;">-Cuando yo empleo una palabra-insistió Tentetieso en tono desdeñoso-significa lo que yo quiero que signifique..., ¡ni más ni menos!<br />
-La cuestión está en saber-objetó Alicia-si usted puede conseguir que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.<br />
-La cuestión está en saber-declaró Tentetieso-quién manda aquí... ¡si ellas o yo!<br />
Alicia estaba demasiado desconcertada para replicar a Tentetieso. Así esperó a que él mismo continura con su discurso:<br />
-Has de saber que algunas palabras tienen un genio que...¡vaya, vaya! Particularmente los verbos...Son los más creídos...Los adjetivos, en cambio, son los más dóciles... ¡puedes hacer lo que quieras con ellos! Pero yo me las tengo tiesas con todos! ¡A mí no hay quien me arrugue! ¡Im-per-tur-ba-bi-li-dad! ¡He aquí mi lema!</b><br />
</div></blockquote><i><b><a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/11/la-cuestion-esta-en-saber-declaro.html" style="color: #444444;">A través del espejo</a><br />
Capítulo VI<br />
Tentetieso</b></i><br />
<br />
<div style="text-align: justify;">Este rifirrafe a cuenta del <i style="color: #444444;"><b>significado</b></i> de las palabras, entre <b style="color: #444444;">Alicia</b> y <b style="color: #444444;">Tentetieso</b>, muestra de manera esperpéntica, la agonía de la escritura y como muestra, en esta breve frase del comienzo, he cambiado a; "<i style="color: #444444;"><b>modo esperpéntico</b></i>", para volver de nuevo a "<i style="color: #444444;"><b>manera esperpéntica</b></i>", ni que decir tiene, que "<i style="color: #444444;"><b>forma</b></i>", ha surgido "<i style="color: #444444;"><b>de forma</b></i>" natural. Hay ocasiones en que la gramática, le parece a un escritor, como un exceso de celo, como <i style="color: #444444;"><b>dar betún a la suela del zapato</b></i>. Pero...cuando sentados y relajados, cruzamos las piernas, siempre hay alguien que se fija en la suela de nuestros zapatos.<br />
</div><b>Luis Markhos</b><br />
<br />
<b><a href="http://comunidad.uem.es/jjimenez/2006/6/12/trucos-ortografia-como-acentuar-sin-equivocarse">¿Sabemos acentuar? </a></b><br />
<b><a href="http://www.rae.es/rae/gestores/gespub000016.nsf/%28voAnexos%29/arch81783F098CA4E696C12572C60031796A/$FILE/ngramatica.htm">La Gramática </a> </b><br />
<b><a href="http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/26277/Ocho_creadores_ante_la_Nueva_Gramatica">Ocho creadores ante la Gramática</a> </b><br />
<b><a href="http://www3.unileon.es/dp/dfh/SEL/actas/Julia.pdf">Gramática y Quijote</a> </b><br />
<a href="http://libronera.blogspot.com/2009/12/guapo-y-sus-isotopos.html"><b>«Guapo» y sus isótopos </b></a><br />
<a href="http://www.espasa.es/Nueva-Gram%C3%A1tica-de-la-Lengua-Espa%C3%B1ola_3_1957"><b>Comprar la Gramática </b></a>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-22122240841204226542009-12-27T18:33:00.002+01:002010-01-28T22:33:58.570+01:00«Guapo» y sus isótopos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvuMOCnhAjdhnv2Mi175LIsd_0HxAFxu0UX0D1I0mJtjg0vTs_wC496S6hQH562TdXWN8RfuXuKikzWAcWI244WR_FElyuKhZx7HDG-s93HtJXWPOEqoQLQC2XMQOHqRBeYevpy5mzRHH9/s1600-h/guapo_y_sus_isotopos.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvuMOCnhAjdhnv2Mi175LIsd_0HxAFxu0UX0D1I0mJtjg0vTs_wC496S6hQH562TdXWN8RfuXuKikzWAcWI244WR_FElyuKhZx7HDG-s93HtJXWPOEqoQLQC2XMQOHqRBeYevpy5mzRHH9/s400/guapo_y_sus_isotopos.jpg" /></a><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">Fuente de la imagen:<span style="color: #444444;"> </span><a href="http://pixal.us/images/view/no_known_heirs/">Pixal.us</a> <br />
</div><div style="text-align: justify;"><blockquote><div style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b>«Guapo» y sus isótopos</b></span><br />
<b>Capítulo I</b><br />
<span style="font-size: large;"><b>(La isotopía)</b></span><br />
</div>§1. Algunas veces no hay manera de dar una explicación precisa de la razón que rige la constitución de una determinada familia de palabras en nombre de una unidad de significación —sin precisar todavía lo que se entiende aquí por «unidad»—, nimenos aún de qué condiciones del significar son las que obran en semejante agrupación, y, sin embargo, la familia es reconocida y aceptada en el público consenso y, al menos en sus términos centrales, sin vacilación alguna: propongamos, por ejemplo, a diversos sujetos que nos pongan en un papel las palabras afines de «guapo». Esa falta de una explicación precisa resulta tanto más desconcertante cuando se echa de ver que la agrupación no está solamente fundada en un tan palmario como indefinible sentimiento de afinidad semántica sino también ratificada en el experimento lingüístico constructivo, o sea, cuando se descubre que la presunta unidad de significación se ve corroborada en consecuencias funcionales: con el sentimiento de afinidad semántica que reúne las palabras «guapo», «lindo», «bonito», etcétera, se corresponde, en el experimento constructivo, la repulsión a verlas asociadas en una misma predicación o atribución: las expresiones «el niño es guapo y lindo» y «el niño lindo y bonito» suenan estridentes. Pero esa estridencia no parece dejarse remitir ni a una explicación gramatical (no habría agramaticalidad, puesto que «guapo», «lindo» y «bonito» son elementos homogéneos, como estámandado que lo sean los miembros unidos por una conjunción) ni a una explicación lógico-conceptual precisa (no podríamos decir que entre esas dos parejas de palabras medie contradicción, como entre «transparente y opaco», ni redundancia, como entre «transparente y diáfano»); la estridencia parece, pues, que se sitúa en tierra de nadie, pasados los controles de frontera de la jurisdicción gramatical, pero sin acceder al claro y bien partido territorio de los discernimientos conceptuales.<br />
No hay nada que objetar a quien afirme que en aquel sentimiento de afinidad semántica y en esta repulsión no se constata sino el mismo hecho (lo más probable es que los sujetos que han inscrito la familia en el papel se hayan guiado, aun sin saberlo, por el criterio funcional latente de la sustituibilidad recíproca, en la medida en que la palabra fuera de contexto conserva, como un halo virtual, el espectro de sus determinaciones constructivas, ya sean gramaticales o semánticas), pero la conveniencia de registrarlo desdoblado en ambas manifestaciones está justificada por la necesidad de precisar el aspecto y el nivel en que se habla aquí de afinidad. Esta noción es extremadamente holgada y admite el más y el menos: «afines» se puede decir tanto de «bueno» y «bondadoso» como de «amable» y «bondadoso», sin que el examen semántico más fino llegue a fijar ninguna determinación tajante, capaz de discriminar aquí, de modo discontinuo, dos grados de afinidad; sólo haciendo jugar esas palabras en el experimento constructivo saldremos del continuo: «amable y bondadoso» es expresión que se oye sin estridencia alguna, «bueno y bondadoso» hace saltar la repulsión. Ésta aparece de pronto como un salto que interrumpe la continuidad o, por así decirlo, como un escalón en que se quiebra, en un punto preciso, la rampa de las afinidades; y, por lo mismo, esperaríamos que aquello que separa fuese algo interiormente bien configurado; el desconcierto y la sorpresa están en que se preste a delimitar también y sin ceder un punto en su rigor afinidades tan indefinibles, familias de parentescos tan inciertos, como la de «guapo», «lindo», «bonito», etcétera.<br />
Nuestra idea de las condiciones del significar que rigen la formación de las familias de palabras tiene que ser puesta de acuerdo con el hecho de que un mismo lazo funcional, tan definido como el de la incompatibilidad, una entre sí con igual rigor palabras conceptuales tan bien delimitadas como «transparente» y «opaco» o «rojo» y «verde» y «transparente» y «diáfano» o «rojo» y «colorado» y palabras de fronteras tan escurridizas como «guapo» y «lindo».<br />
El hecho de que al difuminarse la diferenciación no se relaje también la incompatibilidad, como en principio habríamos esperado, muestra, a mi modo de ver, que ésta es una constricción ajena en algún grado a la nitidez o vaguedad de las lindes semánticas patentes y que los fundamentos de parentesco léxico que mantienen la unidad de estas familias (definidas, como las de los hombres, por la prohibición del incesto, prohibición que aquí llamamos incompatibilidad) no quedan agotados en el transparente dominio de las puras relaciones conceptuales, sino que han de ser rastreados igualmente en las opacidades de la jurisdicción lingüística.<br />
§2. Me ha parecido apropiada, recordando la tabla de los elementos, la palabra «isótopos» (o sea, «delmismo lugar ») para predicar el parentesco general por el que dos o más palabras se encuentran sometidas a esa relación de incompatibilidad que se nos manifiesta en el experimento constructivo como una repulsión a oírlas asociadas en la misma predicación o atribución. La isotopía se concibe aquí, pues, como un vínculo de las palabras en el seno del acervo, y, por lo tanto, como una relación lingüística, y su nombre responde a la siguiente representación imaginaria de la situación que da lugar a las incompatibilidades: hay un solo lugar para un predicado que diga, por ejemplo, el comportamiento de un cuerpo frente al paso de la luz; ese lugar puede ser ocupado por dos implementos diferentes: «transparente» y «opaco»; si en una predicación o atribución aparece «transparente» se considera que el lugar está ya explícitamente saturado y no podremos añadir a continuación «y opaco», porque ello equivaldría a abrirlo por dos veces en la misma predicación o atribución. La isotopía sería el presunto vínculo que se crea entre dos o más palabras por el hecho de ser tenidas por respuestas a una misma cuestión, como lo son el rojo y el verde del semáforo, que no pueden estar encendidos a la vez, ya para los peatones, ya para los coches; «son isótopos» quiere decir «son implementos del mismo lugar semántico y son, por consiguiente, incompatibles en la misma predicación o atribución». (Cuando imaginariamente propusimos a diversos sujetos que nos escribiesen las palabras afines de «guapo» no tuvieron que hacer otra cosa que asomarse al lugar del léxico en que tal palabra habita y enunciar, simplemente, las que hallaron compartiendo su morada.)<br />
§3. Sin embargo, una incompatibilidad como la que une «transparente» y «opaco» admite la siguiente explicación lógico-conceptual, plenamente satisfactoria: «transparente » significa «que deja pasar la luz y la imagen», «opaco » significa «que no deja pasar la luz ni la imagen»; ambas definiciones se diferencian solamente por la negación, luego «transparente» y «opaco» son contrarios y no pueden predicarse de un mismo sujeto. La posibilidad de explicaciones como ésta, unida al hecho de que en la predicación que contraviene la presunta relación de isotopía no se haya podido reconocer ninguna clase de agramaticalidad, puede muy bien convertirse en argumento contra la plausibilidad de postular la isotopía como un hecho lingüístico: ¿no es suficiente la antinomia lógico-conceptual para explicar la incompatibilidad y la repulsión?, ¿no es una sutileza innecesaria la de introducir subrepticiamente entre la gramaticalidad y los conceptos un nivel de relaciones fantasma ya no gramatical pero todavía lingüístico y todavía no conceptual, en el que se produciría el fenómeno de la isotopía? En efecto, desde el punto de vista ideal del significar, ese nivel fantasma resulta un aditamento no sólo innecesario sino también perturbador: la antinomia conceptual entre «transparente» y «opaco» tendría que bastarse a sí misma, sin necesidad de tener un doblete lingüístico en la isotopía, o, dicho con otras palabras, no parece que exista una razón plausible para suponer que haya, además del freno diáfano y consciente en los conceptos, otro freno automático y ciego en las palabras. El que se ciña a los casos conceptualmente bien delimitados, como el de este ejemplo, estará demasiado deslumbrado por la luz de la evidencia conceptual para llegar a sentir en la manifiesta incompatibilidad otra presión que la de la estricta repugnancia lógica: cuando se tiene el pez prendido en el anzuelo el pulso ya no percibe a través de la caña el tirar de la corriente; e incluso puede ser que la antinomia, al actualizarse con sentido, al despertar a las palabras dormidas en el seno del acervo, disuelva en ellas, efectivamente, todo lastre de sedimentos léxicos. Si nos atuviésemos exclusivamente a estos casos de transparencia conceptual, la isotopía podría quedar reducida a un puro epifenómeno inactivo, puesto que sus fuerzas podrían ser concebidas como la simple inercia del concepto en la palabra. Así sería, en efecto, si todo el territorio estuviese igualmente iluminado; toda palabra en juego se vería entonces incondicionalmente absuelta de cualesquiera vínculos opacos, deslastrada de adherencias léxicas de hecho; pero el caso es que la isotopía no sólo no se deja siempre reducir a un mero doblete de las relaciones conceptuales, como una impronta inercial de la reiterada actualización verbal de tales relaciones, sino que parece, además,manifestar una vigencia y una actividad autóctonas en las entrañas de la lengua.<br />
Sería, por ejemplo, una grave imprudencia epistemológica querer ver sólo un proceso conceptual en la constitución de un verbo polirrizo, creer agotada con una interpretación de las significaciones la explicación del singular movimiento de convergencia por el que «est» y «fuit» llegan a ser sentidos como flexiones de <i>un mismo verbo</i>, sin ver en ello un hecho positivo de reorganización lingüística, que excede activamente, es decir, no como una inercia, sino como otro movimiento autóctono, la historia específicamente conceptual.<br />
§4. Mi deseo, sin embargo, no es, en modo alguno, el de refutar las objeciones, pues considero que el problema general que detrás de ellas se esconde no requiere ni admite despachar el pleito, sino todo lo contrario: ponerlo al rojo vivo. Para ello voy a contarmi historia personal en relación con el asunto. Cuando mi amigo Carlos Otero, que ha tenido la suerte de estudiar con Chomsky, me expuso ciertas doctrinas según las cuales este lingüista parecía extender los conceptos de gramaticalidad y agramaticalidad a un campo de relaciones tenido hasta hoy por estrictamente semántico, como aquel en que tienen lugar ciertos contrasentidos, yo me opuse del modo más rotundo a aceptar la idea de una extensión semejante, más o menos con el argumento de que si se admitía esa extensión faltaba cualquier criterio riguroso para frenarla a tiempo de evitar la consecuencia extrema de que la afirmación y la negación de un mismo postulado tuviesen distinto grado de gramaticalidad; «y es absolutamente necesario—le decía yo—que la frase “el caballo vuela” (es un ejemplo exagerado, que Otero no habría aceptado como ejemplo de <i>agramaticalidad</i>) sea exactamente tan significante, y por lo tanto tan gramatical, como la frase “el caballo no vuela”, porque la opción que se pronuncia por una de esas dos frases como la verdadera es un acto disyuntivo que exige que las dos cosas entre las que decide tengan idéntica vigencia al nivel y en el momento en que se produce semejante opción». En las <i>Investigaciones lógicas</i> de Husserl (Investigación primera, párrafo 15) he podido encontrar, con argumentos casi idénticos, este mismo sentir: «Marty objeta a los investigadores citados (Sigwart y Erdmann): Si las palabras (“cuadrado redondo”, “círculo cuadrado”) no tuviesen sentido, ¿cómo íbamos a comprender la pregunta de si existe tal o cual y negarla? Incluso para rechazarla necesitamos representar de uno u otro modo esa materia contradictoria...». «Si a esos absurdos se les llama “sin sentido”, esto no puede significar sino que no tienen evidentemente ningún sentido racional» [«racional quiere decir aquí “lógico-conceptual”, aunque tal vez no sea del todo apropiado; pero desde luego no quiere decir “lingüístico” »]. «Estas objeciones —sigue Husserl— son totalmente certeras, en cuanto que la forma de exposición en los citados investigadores permite suponer que la falta de sentido auténtica, la que nosotros hemos señalado bajo el número 1, ha sido por ellos confundida con la <i>imposibilidad a priori de un sentido impletivo</i> [subrayado del texto].»<br />
Y lo que se delimita en ese número 1 al que remite Husserl está allí ilustrado con el ejemplo «Verde lo casa»; luego se trata precisamente de la agramaticalidad en el sentido tradicional. Sigo considerando de todo punto necesario que el concepto de agramaticalidad no pase de ese lugar, ni siquiera diferenciado en grados, o, para no hipnotizarnos con espejuelos de palabras, que en ese lugar tiene que mantenerse, al menos para el punto de vista del lingüista, una cesura de primera magnitud, y no es conveniente, ni suele ser lo habitual, que una misma palabra se conserve a caballo de cesuras de ese orden; me he negado, pues, y me seguiré negando a tachar de agramatical la frase en que se contravenga la incompatibilidad inherente a una relación<br />
de isotopía. Y, sin embargo, al postular la isotopía como un hecho de la lengua salgo tal vez al encuentro de una vislumbre empírica sustancialmente coincidente con lo que pueda haber llevado al propio Chomsky a extender —tan abusivamente en cuanto a la palabra y la noción— los alcances de la agramaticalidad: la vislumbre de que no es todo puramente conceptual lo que hay más allá de lo que tradicionalmente se entiende por gramaticalidad; allende sus fronteras no se abre, imperturbado y autocrático, el transparente dominio de las solas obligatoriedades conceptuales, sino que éstas han de compartir la soberanía del territorio, y a menudo tal vez de manera inestable y conflictiva, con la opaca propensión de las palabras mismas a organizarse con arreglo a vínculos de hecho, como el que presuntamente constituye la relación de isotopía.<br />
Tan sólo el que se encare con isotopías conceptualmente brumosas, como la de «guapo», «lindo», «bonito», etcétera, donde la mente no se ve asistida por la visión de netos límites semánticos, ni deslumbrada por su claridad, percibirá esa segunda fuerza ciega que, como una especie de adherencia fáctica, tiene sujetas las palabras mismas. Pero con dejar de hablar de «gramaticalidad» y «agramaticalidad» a propósito de tales adherencias no se pretende escamotear, sino poner más de relieve, la contradicción que implica el reconocer, por una parte, la relación de isotopía como una constricción lingüística al costado de las obligatoriedades conceptuales y asentir, por la otra, a la exigencia postulada por Husserl y Marty de un carácter significante, y por lo tanto de una plena franquía lingüística, para el contrasentido; esa contradicción encarna justamente el pleito que quería aquí dejar expresamente abierto y planteado, incurriendo yo mismo, de hoz y coz, en ella.<br />
La cosa es tan poco novedosa como todas las que tienen algún encanto; la más maravillosa de todas ellas, la gran reina indestronada de todas las cuestiones, la cuestión de las cuestiones, desplazada al lado de sí misma, no resulta sino impugnada en su planteamiento; y así en esto nuestro tan próximo a la disputa de los universales, ya dijo Fredegiso de Tours: «Si enim Diei nomen aliquid significat Noctis nomen non protest aliquid non significare».<br />
</blockquote></div><br />
<b style="color: #444444;"><a href="http://www.elpais.com/articulo/portada/Palabras/constelacion/elpepuculbab/20091031elpbabpor_8/Tes">«Guapo» y sus isótopos</a></b><br />
<b style="color: #444444;"><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Rafael_S%C3%A1nchez_Ferlosio">Rafael Sánchez Ferlosio</a></b><br />
<br />
<div style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b>Aclarando la Lengua</b></span><br />
</div><div style="text-align: justify;">Leer a <b>Rafael Sánchez Ferlosi</b>o,es para un escritor, hechizarse con el "<i><b>canto de la lengua</b></i>". Su voz es encantadora y "<a href="http://libronera.blogspot.com/2008/10/la-voz-de-dulce-encanto-de-nuestras.html" style="color: #444444;"><i><b>prototipo auroral</b></i></a>", para quién se dedica a escribir. <a href="http://www.hislibris.com/entrevista-a-carlos-garcia-gual/" style="color: #444444;"><b>Carlos García Gual</b></a>, ha etiquetado la <i><b>Odisea</b></i>, como la referencia ineludible, "<i><b>de todos los relatos de viajes fantásticos y novelescos.</b></i>" <b>Rafael Sánchez Ferlosio</b>, es ineludible en la literatura española de todos los tiempos. <br />
</div><blockquote><div style="text-align: justify;"><b>Odisea<br />
Canto XII</b><br />
<br />
"¡Ven, acércate, muy famoso Odiseo, gran gloria de los aqueos! ¡Detén tu navío para escuchar nuestra voz! Pues jamás pasó de largo por aquí nadie en su negra nave sin escuchar la voz de dulce encanto de nuestras bocas. Sino, que ése, deleitándose, navega luego más sabio. Sabemos ciertamente todo cuanto en la amplia Troya penaron argivos y troyanos por voluntad de los dioses. Sabemos cuanto ocurre en la tierra prolífica".<br />
</div></blockquote><br />
<div style="text-align: justify;">La «tierra prolífica» de la lengua española, da espectaculares genios, cuya fábrica literaria es tan original, que en ocasiones desconcierta. ¿Qué hacer en ese caso? ¡Escarbar debajo del periodo! Ver los componentes que sustentan las palabras y destilar el genuino pensamiento, tan exacerbadamente humano, que nos permite comprender la mirada del pintor cuaternario sobre el bisonte recién pintado y la del astronauta del transbordador espacial al vislumbrar el amanecer.<br />
¿Quién da proporcionalmente al esfuerzo realizado? ¡Un clásico! Y si la obra clásica es sobrehumana, nuestro esfuerzo ha de serlo también.<br />
</div><br />
Comprar el <a href="http://www.edestino.es/FichaLibro.aspx?IdPack=2&IdPildora=590">libro</a><br />
Fuente del <a href="http://www.abc.es/gestordocumental/uploads/Cultura/ferlosio.pdf">texto</a><br />
Discurso<a href="http://www.almendron.com/politica/pdf/2005/spain/spain_2356.pdf"> Premio Cervantes</a><br />
<a href="http://docs.google.com/viewer?a=v&q=cache:Zld4RhjmQ9AJ:www.invenis.net/articles/RSFerlosio_Lenguajes.pdf+rafael+sanchez+ferlosio+filetype:pdf&hl=es&gl=es&sig=AHIEtbT2ZJXrf3FpvspGTLXW7FYNYYyQwA">Lenguajes</a> por RSF <br />
Ferlosio <a href="http://www.elpais.com/todo-sobre/persona/Rafael/Sanchez/Ferlosio/3231/">comentado</a>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-48697006206976009732009-11-20T17:42:00.002+01:002009-11-21T10:08:21.288+01:00"En la granja" de Paula Lapido<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-YGmB8HUmcictDOq4HpeZKsxykpMJpXaM9WEwgDcqvGg3mMuZS_A5oMwQEMNGSp29rQ_yS7zeRuxZ5AqIrGj2rr4dg-RhQiYsKdPz2QwwrGTceUxsC82mhOuh5pz5Q4vYw6XGlPB6pEt8/s1600/old+farm.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-YGmB8HUmcictDOq4HpeZKsxykpMJpXaM9WEwgDcqvGg3mMuZS_A5oMwQEMNGSp29rQ_yS7zeRuxZ5AqIrGj2rr4dg-RhQiYsKdPz2QwwrGTceUxsC82mhOuh5pz5Q4vYw6XGlPB6pEt8/s400/old+farm.jpg" /></a><br />
</div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">Fuente de la imagen: <a href="http://www.ottophoto.com/exhibition/centre.html" style="color: #444444;">ottophoto</a><br />
</span><br />
</div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><b style="color: #444444;"><span style="font-size: large;">En la granja</span></b><br />
</div><br />
El sol se estaba ocultando con cierta pereza cuando Doug salió del granero, justo a tiempo de ver a su padre desplomarse en el suelo. Iba hacia el establo para guardar el ganado, rastrillo en mano, y cayó como un fardo. El sombrero de paja le resbaló de la cabeza y fue rodando hasta la valla blanca y roja junto a la carretera. Maud, la vaca más anciana del rebaño, lo siguió con la mirada mientras rumiaba un bocado de hierba.<br />
Doug se acercó a su padre lo más rápido que le permitía su pierna lisiada. Le encontró tendido boca arriba con los ojos abiertos, inmóvil. Se inclinó para escuchar su respiración. Se oían más los grillos bajo los árboles y las mandíbulas de Maud mascando. Oía más su propio corazón, que latía como un tambor del 4 de Julio.<br />
Se arrodilló junto a él poniendo con cuidado la pierna izquierda en el suelo. Torció la boca. Le dolía con la humedad y había estado lloviendo durante días. Puso los dedos en el cuello del viejo, le buscó el pulso. Estaba caliente, la arteria palpitaba a trompicones. Las mejillas rubicundas se le habían vuelto grises. Tenía los labios agrietados y las manos callosas hundidas en la hierba. El rastrillo había caído lejos de su alcance.<br />
Levantó la cabeza y miró hacia la casa. La luz del porche estaba encendida y le llegaba el sonido de la radio desde la cocina. Su madre y su hermana estaban preparando la cena. Por el olor, serían chuletas. Chuletas con puré de manzana y patatas asadas con mantequilla. A Doug se le hizo la boca agua. Tenía hambre. El estómago se le encogió y emitió un rugido que hizo que Maud volviese la cabeza hacia él.<br />
La puerta de la cocina se abrió y apareció la cabeza rubia de Patti:<br />
-¡Doug, dile a papá que la cena está lista! -gritó, y volvió a entrar en la casa dando un portazo.<br />
Doug fue a levantarse para llamarla pero un pinchazo en la pierna lisiada le dejó en el suelo. Ella no le habría oído ya, con la radio y el ruido de los platos. Maud mugió y Doug se la quedó mirando. La vaca se inclinó para mordisquear otro bocado de hierba. Brando, el cachorro de labrador que habían comprado el año pasado, ladró a la vez que sacudía la cola. Corría a avisar al resto de la familia para la cena. Gruñó y rascó con su pata negra una de las botas de agua verdes del viejo, que abrió la boca y volvió a cerrarla sin emitir sonido alguno.<br />
Doug recogió el rastrillo y palpó las muescas de la madera con un escalofrío. Una muesca, una noche pasada en el establo, durmiendo en el suelo. La vara estaba marcada de arriba a abajo. Se volvió hacia la casa, luego hacia su padre. Su rostro se difuminaba en la semioscuridad. Arrancó un puñado de hierba imitando a Maud y se lo acercó a la nariz. Él le miró con sus ojos azules muy abiertos, sin parpadear. Se le crisparon las manos. Vino una brisa nocturna y las briznas volaron de los dedos de Doug.<br />
Se levantó. El viejo le agarró de la pierna izquierda. Aún tenía fuerza, le clavaba las uñas en la piel a través del pantalón. Un calambre le subió por la pantorrilla hasta la cadera. Se apoyó en el rastrillo y esperó. Los grillos subían poco a poco el volumen de sus crujidos. Pasó un rato hasta que el sol se hubo ocultado por completo. Ahora solo distinguía los ojos de Maud que reflejaban las luces del porche. La mano que le sujetaba fue aflojándose hasta caer de nuevo inmóvil sobre la hierba.<br />
Doug echó a andar hacia la casa cojeando. Brando le adelantó a la carrera para ir a rascar la puerta de la cocina. Chuletas, sí, no se había equivocado. Dejó el rastrillo en el porche y entró. El bol de puré de manzana estaba sobre la mesa con la cerveza de su padre. Fue a lavarse las manos en el fregadero y se sentó en su sitio, a la derecha de la cabecera. Patti le puso un plato limpio y le llenó el vaso de agua. Cuando retiraba la jarra, Doug la sujetó del brazo y le sonrió. Le retiró el pelo rubio de la cara. El moratón del ojo se le había puesto amarillo pero pronto no se notaría, en cuanto le diera un poco el sol.<br />
-¿Y papá? -preguntó ella.<br />
Doug bajó los ojos y miró el mantel de cuadros.<br />
-En el establo, creo.<br />
Patti no dijo nada más. Fue por la bandeja de chuletas y la puso en la mesa. Doug cogió una y empezó a comer. Se moría de hambre. Su hermana le miró con los ojos muy abiertos.<br />
-¿No esperas a papá? -le dijo en voz baja.<br />
Su madre apareció con las patatas.<br />
-¡Douglas! -exclamó? ¡Ya sabes que no podemos empezar a comer hasta que tu padre no haya venido! ¡Sabes de sobra cuánto le molesta! – dejó la bandeja en la mesa y se frotó las manos en el delantal. Miró de reojo hacia la puerta.<br />
-No os preocupéis. Sentaos.<br />
Doug terminó la chuleta; cogió otra. Bebió agua. Su madre y su hermana seguían de pie junto a la mesa, mirándole mientras comía.<br />
-Mamá, podríamos abrir esa botella de vino que guardas en la alacena para las ocasiones especiales. Sé que te gusta y nunca bebes. Espera, yo la cojo.<br />
Doug fue a por la botella, le sacó el corcho y llenó el vaso de su madre, el de su hermana y el suyo propio, hasta el borde. Las dos mujeres miraron hacia la puerta y tomaron asiento sin decir palabra.<br />
-He estado pensando que los aperos están muy viejos -dijo Doug?. La semana próxima iré al pueblo a comprar un rastrillo nuevo y alguna otra cosa.<br />
Patti volvió a retirarse el pelo que le caía sobre la cara. Su madre cogió el vaso de vino y se lo bebió de un sorbo largo, atropellado.<br />
-Mamá, las chuletas están muy ricas. Comed, se van a enfriar. Venga, Patti, sírvete.<br />
Brando frotó su hocico contra la pierna lisiada de Doug. Él le tiró una chuleta. Patti subió el volumen de la radio. La madre hizo ademán de decirle algo, pero Doug la interrumpió tendiéndole el bol del puré de manzana. Durante unos instantes el cuenco se quedó allí, entre los dos, exhalando sus vapores dulces hacia el techo. Después ella lo cogió y se sirvió.<br />
</div></blockquote><br />
<div style="text-align: justify;"><div style="color: #444444; text-align: center;"><b>Sombrías esperanzas</b><br />
</div>De <span style="color: #444444;"><b>Paula Lapido</b></span> hemos publicado textos en este blog y en otro, véase el relato completo <span style="color: #444444;">"</span><b style="color: #444444;"><i><a href="http://libronera.blogspot.com/2009/02/nawa-shibari-de-paula-lapido.html">Nawa shibari</a></i></b><span style="color: #444444;">"</span> o partes de él en <b style="color: #444444;">Ítaca</b> (<b><a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/08/el-maestro-le-ata-los-brazos-la-espalda.html" style="color: #444444;">Aquí</a></b> y <b><a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/04/nawa-shibari-de-paula-lapido.html" style="color: #444444;">aquí</a></b>). "<i style="color: #444444;"><b>En la granja</b></i>" es un relato publicado en los "<i><b><a href="http://losineditosdelsindrome.blogspot.com/search/label/Paula%20Lapido" style="color: #444444;">Inéditos del síndrome</a></b></i>" del excelente blog literario "<b><a href="http://elsindromechejov.blogspot.com/" style="color: #444444;">El síndrome de Chéjov</a></b>". ¡Qué decir de <b><span style="color: #444444;">Paula Lapido</span></b>?, como un Saturno V literario, espera en su torre de lanzamiento. ¡Sí! Un Saturno V, no un cohete de feria.<br />
</div>Un saludo<br />
<b style="color: #990000;">Luis Markhos</b>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-28682070567277156672009-08-01T19:28:00.001+02:002009-08-01T19:31:51.722+02:00Los apuntes secretos de Sir Francis<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKq-yxiTw1KlF9Csb9xbekz6Vq2oTyAORjgjDvkmXUZtv_XvAlSsFOMYCJxmu-nTkCnUZM3wGrXtqi1suh0nLL2-pXpzXpNkaLDbdPDUdkI-KeQyD_SVf8LWWxt5lcayAecV1CLMGynMXH/s1600-h/DSC01349.JPG"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 283px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKq-yxiTw1KlF9Csb9xbekz6Vq2oTyAORjgjDvkmXUZtv_XvAlSsFOMYCJxmu-nTkCnUZM3wGrXtqi1suh0nLL2-pXpzXpNkaLDbdPDUdkI-KeQyD_SVf8LWWxt5lcayAecV1CLMGynMXH/s400/DSC01349.JPG" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5365043594683378386" border="0" /></a><span style="font-size:85%;"><span style="font-style: italic;">Cubierta de Antonio Tello. Fuente: propia</span></span><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);"></span></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Los apuntes secretos de Sir Francis</span></span><br /></div><span style="font-weight: bold;">love</span>. <span style="font-style: italic;">love is blind</span>, el amor es ciego (las parejas más "desparejas" pueden resultar);<br /><span style="font-style: italic;">love-birds</span>, enamorados, tortolitos (<span style="font-style: italic;">a pair of</span>..., una pareja de tortolitos).<br />Ejemplo de Sir Francis: He: "I love you", She: "I love you, too", He: "I love you three" (too y two son homófonos).<br /><span style="font-style: italic;">love lice</span>, piojos del amor, (vul.) ladillas;<br /><span style="font-style: italic;">the love nest</span>, el "nido del amor", la vagina;<br /><span style="font-style: italic;">the love tunnel</span>, el "túnel de amor", la vagina;<br /><span style="font-style: italic;">the love wand</span>, la "varita del amor", la picha, el pene;<br /><span style="font-style: italic;">to make love</span>, hacer el amor (v. tamb. <span style="font-style: italic;">make love</span>)<br />Sir Francis era aficionado a intercalar en sus clases anécdotas y chistes sobre animales. Referente a su forma de hacer el amor, recuerdo estas dos:<br />"<span style="font-style: italic;">How do porcupines make love? Very carefully</span>". ("¿Cómo hacen el amor los puercoespines? Con muchísimo cuidado").<br /><span style="font-style: italic;">The teacher of Natural Science</span>: "<span style="font-style: italic;">Hyenas have intercourse one every three years, and their cry resembles a human laugh.</span>" ("Las hienas tienen contacto sexual una vez cada tres años, y su grito se parece a la risa humana"). <span style="font-style: italic;">Willie Jones: "If they make love only once every three years, what the fucking hell do they laugh about?</span>" (Jaimito: "Si sólo hacen el amor una vez cada tres años, ¿de qué coño se ríen?").<br />No quiero cerrar este apartado dedicado a "<span style="font-style: italic;">love</span>" sin brindarles "las fases del amor" (esta vez de los humanos), vistas por<br />Sir Francis: <span style="font-style: italic;">Ist. phase: the hand on the hand; 2nd. phase: the hand on the thing; 3rd. phase: the thing on the hand; 4th. phase: the ting on the thing; 5th. phase: some other thing...</span> (a otra cosa).<br /></div></blockquote><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Los apuntes secretos de Sir Francis </span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Diccionario de Términos Tabúes Inglés-Español</span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Madrid: Alhambra-Longman, 1985.</span><br /><span style="font-weight: bold;">Francisco Sánchez Benedicto</span><br /><br /><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">A los que saben valorar "un buen polvo"</span></span><br /></div><br />Este pequeño diccionario llegó a mis manos de las manos del escritor <a style="color: rgb(102, 102, 102);" href="http://www.eitb.com/pompas/lib_entrevistas.asp"><span style="font-weight: bold;">Asdrubal Hernández</span></a>, del cual puedo asegurar que "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">si sabe valorar un buen polvo</span>". Estoy totalmente convencido que este diccionario será extraordinariamente valorado por aquellos y aquellas que saben valorar un "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">buen polvo</span>". Por otra parte, dado que la inmensa mayoría de la pornografía está en lengua inglesa, no viene mal para la navegación, así cuando leamos <span style="font-style: italic; font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">a hand job</span>, no traduzcamos finamente "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">hecho a mano</span>", sino como "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">paja</span>".<br />En la introducción, <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Francisco Sánchez Benedicto</span> nos aclara haciéndolo a pelo, sin condón (<span style="font-style: italic;">to do it bareback</span>), sobre quiénes piensa que van a apreciar más su libro y no se equivoca.<br /><br /><blockquote>"Como bien decía Sir Francis, el lenguaje "porno" inglés, gracias a libros, revistas, películas, vídeos, etc., circula libremente de un lado a otro del Atlántico, siendo entendido sin dificultad tanto en Gran Bretaña como en los Estados Unidos y demás países de habla inglesa, alcanzando incluso en algunos casos nivel internacional de uso. Es un recurso cómodo, empleado con demasiada frecuencia, atribuir todo lo "raro" o "sucio" al inglés americano, como si en América todos fueran unos "sátiros" y en Inglaterra unos "angelitos". Hay de ambas clases en los dos sitios, y personas "cachondas", de buen humor y que saben valorar "un buen polvo", en todas partes. Y es con esa sincera esperanza con la que dedico estos apuntes a todo el que simplemente quiera pasar un buen rato con ellos. Al alumno o lector "traviesos", que gustan de arañar un poco tratando de descubrir lo que se esconde tras la fachada de un libro, poco puedo decirles, ya que supongo que hace rato habrán adivinado que todo esto no es sino un pretexto más o menos literario para "adornar" un pequeño diccionario de términos picantes, tabú en su mayor parte. Por último, a los que todavía se "rasgan las vestiduras" con este tipo de cosas, les diré, en frase de Sir Francis: "¿Qué pueden importar, después de todo, unas cuantas palabras de cuatro letras<span style="font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">(1)</span> a ese chiste cósmico que es el hombre?"<br /><span style="font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">(1). Four letter(ed) words= tacos, etc.</span><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Un alumno de Sir Francis</span></blockquote><span style="font-weight: bold;">Luis Markhos</span><br /></div><br />Web de <a style="color: rgb(102, 102, 102);" href="http://webpersonal.uma.es/sanchezbenedito/inicio.html">Francisco Sánchez Benedicto</a><br />Su <a style="color: rgb(102, 102, 102);" href="http://webpersonal.uma.es/sanchezbenedito/diccionario.html">e-Dictionary</a> <span style="font-size:85%;">OF EUPHEMISMS AND DYSPHEMISMS IN ENGLISH EROTICA WITH SPANISH EQUIVALENTS</span><br /><a style="color: rgb(102, 102, 102);" href="http://www.uma.es/investigadores/gramatica_lexico/sanchez_benedito.html">Sus trabajos</a>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-58467679696096026012009-06-14T12:19:00.008+02:002009-08-01T14:52:13.283+02:00Mollejas de Asdrúbal Hernández<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuJEfEh-cSWLMCUmC9VOPDBvTFsrtmjFmqlYZFpVkibLafr9GAZzJf04vLhk_8NItYebnae0u5QVgA-8Seb1BmB5rbrwPmG2p5GQyxS6n5F6usjPXLoH6NyUPhL4cC2LgysKOBw_BEGSO0/s1600-h/ct.edu.0219.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 361px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuJEfEh-cSWLMCUmC9VOPDBvTFsrtmjFmqlYZFpVkibLafr9GAZzJf04vLhk_8NItYebnae0u5QVgA-8Seb1BmB5rbrwPmG2p5GQyxS6n5F6usjPXLoH6NyUPhL4cC2LgysKOBw_BEGSO0/s400/ct.edu.0219.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5347126416843046658" border="0" /></a><span style="font-size:85%;"><span style="font-style: italic;">Fuente:<a style="color: rgb(102, 102, 102);" href="http://www.ucm.es/">www.ucm.es</a></span></span><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" ></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" >Mollejas</span><br /></div><br /><span style="font-size:85%;"><span style="font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">-Susi- decía la Sra. Penderton en</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">ese momento-, ¿la gente tiene</span></span><br /><span style="font-size:85%;"><span style="font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">mollejas como los pollos?</span></span><br /><span style="color: rgb(102, 102, 102);">“Reflejos en un ojo dorado”</span><br /><span style="color: rgb(102, 102, 102);">Carson McCullers </span><br /><br />Había una vieja lavadora al borde de la carretera, y como de costumbre de golpe volvió a brotarle en la sesera otra de sus maravillosas ideas. No es que necesitara una vieja lavadora, ni que estuviera buscando nada, pero es que a su paso las cosas parecían entonar irresistibles cantos de sirena. Mientras hacía retroceder la furgoneta por el arcén vio venir un coche de frente. Lo reconoció al instante, aunque aún estaba un poco lejos; era el viejo descapotable azul de la pareja de gandules de Silverio, el farmacéutico. Y venían pisando huevos, Dios, como si de pronto les hubiera entrado la cordura.<br />-Pareja de abortos- se dijo él-. Por qué no os mataréis de una puta vez.<br />Cuando estaban a poca distancia, como era previsible tocaron el claxon, las primeras notas de la Marsellesa, que sonaron estridentes y grotescas. Luego, aceleraron y pasaron ante él como una exhalación haciendo rechinar las ruedas, pero le dio tiempo a ver sus cabezas amelonadas y los efectos de las carcajadas en sus jetas de retrasados.<br />-Cabrones comemierdas- se dijo.<br />Blanca sobre el negro asfalto, saltaba a la vista de cualquiera que pasara por allí esa mañana. No se desanimó al ver el sarpullido de roña que acribillaba el esmalte. Eso no quería decir nada; el acero no se oxidaba. Abrió el ojo de buey y sonrió al ver que no se había equivocado; el tambor relucía como plata recién bruñida. Sacó la caja de herramientas de la furgoneta y comenzó con la tarea. Soltar el tambor le llevó algo más de media hora y en ningún momento, mientras sudaba la gota gorda a pleno sol y canturreaba para sus adentros la pegajosa melodía que le venía rondando desde que se despertó esa mañana, se preguntó qué diablos hacía la lavadora allí, junto a la carretera.<br />Metió la caja de herramientas y el tambor en la furgoneta y arrancó.<br />La mañana podía acabar bien. Se iba a enterar su madre. Él era muy capaz, de eso y de más, ¿qué creía? De pronto sintió estallar en su interior una burbujita de euforia y tuvo que reprimir los deseos de dar un par de bandazos por la carretera. No se atrevió. Aunque ahora mismo no había vehículos a la vista, era una carretera frecuentada. Pero sí salvó los quinientos metros de recta con limitación de velocidad a ochenta pisando a fondo el acelerador (a ciento veinte o ciento treinta; el motor no daba más) y alcanzó la curva como embriagado. Entonces frenó con brusquedad (el tambor y la caja de herramientas resbalaron en la parte de atrás), menos por precaución que por mirar si había alguna actividad en el exterior de la granja de pollos (siempre lo hacía al pasar por allí), donde había tenido su último empleo.<br />Sonrió al ver al grandote de Deuve (Dos Velocidades: Una lenta y otra más lenta) con los brazos en jarras mirando el cielo como un pasmarote, y dejó de hacerlo cuando vio a Molín acarrear una manguera sobre una carretilla en dirección a la nave anexa a la principal. Bien sabía él para qué. Allí, en el “Palacio”, se depositaba la mierda de los pollos. Ahora entrará en el “Palacio”. Tiene que mojar la montaña de mierda seca. Si lo hace con cabeza empezará por la punta. Apuntará justo por encima y dejará que el agua caiga como fina lluvia sobre la punta de la montaña, y no dejará de apuntar allí durante un buen rato, y luego empezará a dar vueltas alrededor, lentamente, como el caballito de un tiovivo que se estuviese parando, para que la lluvia se reparta por igual y la montaña de mierda se mantenga firme. Luego, tendrá que empezar a bajar el chorro por la falda de la montaña, y tendrá que hacerlo con mucho ojo para que la montaña no se desmorone y la mierda se escurra hacia sus pies. La mierda sólo requiere ser humedecida; si la empapa está perdido. Si lo hace como Dios manda, no dejará que la montaña se empape y se forme una enorme laguna de mierda. Luego, saldrá al patio trasero a esperar durante una hora, más o menos, a que el hedor y los gases escapen por el agujero del techo. Yo solía fumar mi dos o tres cigarrillos mientras miraba el horizonte del mar allá abajo. Él, no fuma. Pero tiene ese viejo libro sin pastas, “La isla del tesoro”, que lee una y otra vez como si no lo entendiera, se sentará a leerlo en la butaca desfondada que hay contra la pared, y al cabo de poco más de una hora entrará y hurgará en la mierda para ver su consistencia. Si todo ha ido bien, la mierda estará ni húmeda ni seca, estará en su punto para ser encajonada en los moldes de madera. A dos moldes por carretilla, si aprovecha bien cada viaje, tendrá que hacer unos cincuenta o sesenta viajes hasta la explanada donde están los moldes, al aire libre y bajo la tejavana de uralita. Contando con la media hora par comer, lo tendrá listo antes de que anochezca y vaya al “Balneario” a ducharse. Y tendrá que repetirlo dentro de dos semanas. Para entonces ya habrá terminado el libro, y comenzará a leerlo, de nuevo, como si no lo hubiera entendido bien del todo o empezara a olvidarlo, otra vez.<br />Dejó la granja atrás. Que te jodan. Te dieron mi puesto y a mí una patada en el culo. Su euforia descendió unos grados.<br />Eso había sido dos veranos atrás, un tiempo suficientemente largo para él como para que ya hubiera olvidado, al parecer, la causa por la que tuvo que dejar su trabajo, no la que él contó, sino la verdadera: la mujer del amo le descubrió copulando con una de las aves.<br />"Lo que no estoy dispuesta a tolerar-dijo a su marido en la cama-es a un depravado merodeando por aquí. Cuando vino el primer día ya te dije que no estaba en sus cabales. ¿Le falta un tornillo o algo así para hacer una cosa como ésa?<br /><lo>-Su marido permaneció mudo, sin desviar la mirada del libro cerrado que tenía en las manos. Él mismo parecía un libro cerrado. Pero a la mañana siguiente, no tanto por convicción propia como por evitar enfrentarse a su mujer, fue a hablar con él. <<mi>>. La idea, que le atribuía a ella y que había tenido él, era que nadie más tendría por qué saber lo ocurrido; de los cuatro empleados era el único soltero y el último en ser contratado; llegado el caso a su mujer y a él no les importaría que hiciera creer que su despido respondía a otra causa, por ejemplo a una caída de los pedidos que les había llevado a disminuir la mano de obra en la granja.<br />Acogió en silencio y con alivio la sugerencia del amo, pero con su mirada quiso darle a entender que no lo interpretaba como un rasgo de generosidad. Se podían ir a la mierda.<br />Recibió la paga equivalente al medio año que le restaba de contrato y una pequeña cesta con algunos tarros de mermelada casera como presente para su madre, que no se tomó nada bien la elección del regalo, en su opinión miserable, ni la elección de su hijo como cabeza de turco, ¿acaso su chico encendía y apagaba el sol a su antojo?<br /></mi></lo></div></blockquote><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Mollejas</span><br /><span style="font-weight: bold;">Asdrúbal Hernandez</span><br /><br /><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(102, 102, 102); font-style: italic;font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold;">"Novela" de párrafos intrigantes</span></span><br /></div>El lenguaje anglosajón con su portentosa facilidad para expresar conceptos complejos con una sola palabra, da el nombre a los finales de capítulo o a las escenas de las películas que nos dejan con las ganas de saber cómo continúan, de "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">cliffhangers</span>", de <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">cliff</span> = acantilado, y <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">hanger</span> de <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">hang</span> = colgar. Cada párrafo de este texto de <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Asdrúbal Hernández</span> incita a leer el siguiente. Es una novela de párrafos en la que cada uno de ellos crea un "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">cliffhanger</span>", una intriga a partir de un párrafo minúsculo.¿No es verdad que tienen ganas de saber cómo continúa el relato? Repasen los párrafos y notarán cómo cada final les engancha al comienzo del siguiente. La misma sensación tuve con cada capítulo, cuando leí "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">El código Da Vinci</span>" de <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Dan Brown</span>. ¿Y cual es la diferencia entre <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Asdrúbal Hernández</span> y <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Dan Brown</span>? Pues que <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Asdrúbal Hernández </span>es un escritor y a <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Dan Brown</span> la literatura le importa lo que a mí el tiempo que hará en<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);"> Marte</span> para mis planes de este fín de semana.<br />Ya saben que <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Asdrúbal Hernández</span> es amigo mío, así que separen la componente de la amistad de esta <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">laudatio</span> y apliquen el <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">polígrafo</span>. Se hallan ante uno de los mejores escritores de relatos que se pueden leer vivos.<br /></div><br /><span style="font-weight: bold;">Luis Markhos</span><br /><br />Algo sobre <a href="http://www.eitb.com/pompas/lib_entrevistas.asp"><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Asdrúbal Hernández</span></a><br /><a style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);" href="http://libronera.blogspot.com/2009/01/de-un-pelo-otro.html">De un pelo a otro</a> (también en este blog)<br /><a href="http://libronera.blogspot.com/2008/12/juegos-de-parejas.html"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Juegos de parejas</span></a> junto con el prólogo de <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Javier Tomeo</span>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-12495831349057950432009-06-07T19:24:00.002+02:002009-08-01T14:53:27.001+02:00«rasguillo curvo»<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6iq-mpTXDDRHgEpZ8lVfORKUm9WMDWI9fnGCehyphenhyphenrgVMH682eT8u-aSHy6WbMqmjripacMXYapsiWG8a4gYMa9SW8mD-mUpA8_oeBUJgDdetZ1g_CRtCJvysLidds2J8h3klPEGm3sQhxZ/s1600-h/Copia+de+Franz_von_Bayros_Ex-libris_of_Sweet_Snail+inclinado.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 399px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6iq-mpTXDDRHgEpZ8lVfORKUm9WMDWI9fnGCehyphenhyphenrgVMH682eT8u-aSHy6WbMqmjripacMXYapsiWG8a4gYMa9SW8mD-mUpA8_oeBUJgDdetZ1g_CRtCJvysLidds2J8h3klPEGm3sQhxZ/s400/Copia+de+Franz_von_Bayros_Ex-libris_of_Sweet_Snail+inclinado.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5344632563922510434" border="0" /></a><span style="font-size:85%;"><span style="font-style: italic;"><a style="color: rgb(102, 102, 102);" href="http://en.wikipedia.org/wiki/Franz_von_Bayros">Franz von Bayros</a> : Ex-libris of ''Sweet Snail''.(Imagen girada).Fuente:Wikipedia</span></span><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold;"></span></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold;">Perdón imposible</span></span><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">2 </span><br /><span style="font-style: italic; font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 51);font-size:130%;" >¡Maravillosa coma!</span><br /></div>La palabra coma proviene del griego comma, que significa ‘trozo, corte’, y en efecto: la coma representa el menor corte, la pausa más pequeña que se marca dentro de un enunciado. Tiene la forma de un «rasguillo curvo», según lo definía hace un siglo una ortografía para niños. Con su forma y su función moderna ya estaba en uso a mediados del siglo XVI.<br />Una de sus utilidades es unir oraciones —o partes de una oración— que tienen la misma función, como en estos ejemplos de Baroja y Alberti:<br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);">Dolorcitas y yo jugábamos como chicos, recorríamos la casa, subíamos a la azotea, íbamos al miramar.</span><br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);">¡Fue un gran año aquel 1927! Variado, fecundo, feliz, divertido, contradictorio.</span><br /><br />Puede suceder que el último término de una enumeración vaya unido por la conjunción y, y en ese caso no lleva coma, como en esta frase de una web guatemalteca, que contiene dos enumeraciones, una dentro de otra:<br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);">Realizamos un acto cívico en la Municipalidad, compartimos un suculento almuerzo y después nos entregamos a cortar peras, manzanas y ciruelas.</span><br /><br />Fijémonos en que a pocas palabras de distancia la coma está funcionando a dos niveles muy distintos: uniendo oraciones («realizamos...» y «compartimos...»), y uniendo complementos directos dentro de la última oración («peras» y «manzanas»). Puede parecer extraño decir que la coma une, pero es así: si suprimiéramos los miembros que llevan la conjunción lo más normal sería que las comas se transformaran en y:<br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);"> Realizamos un acto cívico en la Municipalidad y compartimos un suculento almuerzo. Después nos entregamos a cortar peras y manzanas.</span><br /><br />Pero en realidad lo que decide el significado de la coma es la preposición que está al final de la enumeración: el siguiente artículo del Código Penal castiga la «fabricación o tenencia» de materiales o de instrumentos o de sustancias..., porque la enumeración la cierra la conjunción o.<br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);"> La fabricación o tenencia de útiles, materiales, instrumentos, sustancias, máquinas, programas de ordenador o aparatos, específicamente destinados a la comisión de los delitos descritos en los capítulos anteriores, se castigarán con la pena señalada en cada caso para los autores.</span><br /><br />Por otra parte, ¿por qué se ha puesto una coma tras «aparatos»? Tal vez para que no haya ninguna duda de que la frase «específicamente [...] anteriores» se refiere a todos los miembros de la lista, desde los útiles hasta los aparatos (y no sólo a estos últimos). La prosa legal no debe dejar margen para la ambigüedad, aunque a veces lo consiga mediante la sobrepuntuación.<br /><br />Sin motivo, no hay por qué poner una coma antes de la conjunción y u o de una enumeración. Ponerla antes de y era frecuente en la época de Cervantes —lo veremos en el capítulo 10—, aunque hoy no se usa (en inglés, en cambio, es muy frecuente verla, de modo que los traductores deben estar alerta). Sin embargo hay casos en los que indica la adición de nuevas circunstancias cada una de las cuales refuerza la impresión inicial, como este ejemplo de Miguel Mihura (en el que sin embargo me sobra la segunda coma, tras «niños»):<br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);"> Pero el niño seguirá llorando desconsoladamente, con ese terrible llanto de los niños, que no parece circunstancial, sino definitivo: un llanto que les seguirá ya siempre, aun cuando tengan setenta años, y sean ya viejos, y tengan barbas y bigotes, y ocupen un cargo de gran director en una oficina.</span><br /><br />La coma que puede asegurarse con alta probabilidad que es innecesaria es la que separa el sujeto y el verbo de una oración. Veamos esta declaración cubana:<br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);"> Todos los hombres, merecen un trato social sin discriminación alguna;</span><br /><br />Esta coma tras el sujeto no hace ninguna falta (salvo cuando se inserta algún tipo de aclaración o complemento, como sería «Todos los hombres, jóvenes o viejos, merecen...»). Sin embargo, se la encuentra con cierta frecuencia en escritos de personas poco cultas. Hay quien ha justificado la necesidad de usarla cuando el sujeto es extenso, «porque la frase es larga, y es menester poder respirar», como en este ejemplo de un tratado de hace medio siglo:<br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);"> Las telas catalanas tejidas con esmero en Sabadell, son muy buenas</span><br /><br />La verdad es que esta frase es larga, y que —puestos a hacer una pausa para respirar— uno lo hace con más tranquilidad entre dos elementos funcionalmente independientes (sujeto y verbo) que entre un nombre y su adjetivo (como entre «telas» y «catalanas»), pero también es cierto que la puntuación no refleja necesariamente todas las pausas habladas: lo veremos en el siguiente capítulo.<br /><br />Las comas también pueden aislar un complemento en el seno de la frase, como en este caso de las memorias de Alberti en las que se cuenta cómo Lorca le presentó a Dalí:<br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);">Federico, en una de mis espaciadas visitas otoñales, me lo presentó</span><br /><br />Si la frase siguiera el orden normal no harían falta comas: «Federico me lo presentó en una de mis espaciadas visitas otoñales».<br /><br />La coma se ha convertido en el representante de la menor porción de un escrito, en frases hechas como «no tocar ni una coma»:<br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);">El secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, ha dicho [...] que el actual Gobierno no cambiará «ni una coma» de la Ley del Deporte en lo que se refiere a la exclusividad de las selecciones españolas para representar al Estado internacionalmente.</span><br /><br />Este signo suele también usarse para ejemplificar las consecuencias que puede acarrear aun el menor de los cambios (ya hemos visto en el Prólogo el caso atribuido a Carlos V). En las letras españolas hay un ejemplo famoso al final de Los intereses creados de Jacinto Benavente:<br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);"> CRISPÍN.— Y ahora, doctor, ese proceso, ¿habrá tierra bastante en la tierra para echarle encima?</span><br /><br /><span style="color: rgb(102, 102, 102);"> DOCTOR.— Mi previsión se anticipa a todo. Bastará con puntuar debidamente algún concepto... Ved aquí: donde dice... «Y resultando que si no declaró...» Basta una coma y dice: «Y resultando que sí, no declaró...» Y aquí: «Y resultando que no, debe condenársele...», fuera la coma y dice: «Y resultando que no debe condenársele...»</span><br /><br /><span style="color: rgb(102, 102, 102);"> CRISPÍN.— ¡Oh, admirable coma! ¡Maravillosa coma! ¡Genio de la Justicia! ¡Oráculo de la Ley! ¡Monstruo de la Jurisprudencia!</span><br /><br />El descuido o la oficiosidad de los correctores pueden provocar más de un problema. Recojo el siguiente caso del periodista Néstor Luján[nota], que en 1984 escribía en La Vanguardia a propósito de las devastaciones de la Revolución Francesa:<br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);">En una zona de la Vendée tan sólo, el 40 por 100 de la población fue asesinada y el 52 por 100 de la riqueza se destruyó.</span><br /><br />Y aquí está el texto tal y como fue publicado:<br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);">En una zona de la Vendée, tan sólo el 40 por 100 de la población fue asesinada y el 52 por 100 de la riqueza se destruyó.</span><br /><br />¡El corrimiento de la coma convirtió al bueno de Luján en un adalid de la violencia revolucionaria!<br /><br />Y hay un ejemplo famoso que puede indicar las consecuencias incluso teológicas que puede tener la puntuación: se trata de la interpretación del pasaje evangélico de Lucas, 23, 43. Las palabras de Jesús al «buen ladrón» se traducirían literalmente así:<br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);"> Verdaderamente te digo hoy conmigo estarás en el paraíso</span><br /><br />En la escritura de la época no había, claro está, signos de puntuación, con lo que cabe una ambigüedad de interpretación. La puntuación del texto se encarga de resolver el sentido, para los católicos:<br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);">Verdaderamente te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso</span><br /><br />y para algunos protestantes:<br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);">Verdaderamente te digo hoy, estarás conmigo en el paraíso</span><br /><br />La diferencia tiene profundas consecuencias doctrinales sobre el cielo y el purgatorio (a las que no podemos ni asomarnos), pero para nuestros fines baste notar que se trata de una ambigüedad resuelta mediante la puntuación: en las traducciones que hemos manejado se trata de una coma, aunque en otras se resuelve con los dos puntos, o incluso sin puntuación, con una oración subordinada:<br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);"> De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso</span><br /><br /> <span style="color: rgb(102, 102, 102);">De cierto te digo hoy que estarás conmigo en el paraíso</span><br /><br />Sí: no olvidemos que la puntuación es sólo una de las formas en que se puede dar cuenta de la estructura de una oración...<br /> <br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Perdón imposible</span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Guía para una puntuación más rica y consciente</span><br /><span style="font-weight: bold;">José Antonio Millán</span><br /></div></blockquote><br /><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" >Lencería de la escritura</span><br /></div><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Perdón imposible</span>, <span style="font-weight: bold; font-style: italic;">es</span> una "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Guía para una puntuación más rica y consciente</span>" y <span style="font-weight: bold; font-style: italic;">es</span> exactamente eso. El estilo en que está redactado a mí personalmente me raspa algo. Quizás se trate de una virtud (que yo no se ver) del propio texto pues te obliga como lector a ir más parsimonioso, obteniendose a cambio una visión más profesional del significado de los signos de puntuación que visten nuestros escritos:<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);"></span><blockquote><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">"Las letras son el cuerpo de un texto, pero rodeándolas hay una nube de pequeños signos, a los que apenas prestamos atención, que constituyen el auténtico espíritu de las palabras. Los signos de puntuación son objetos misteriosos, que coexisten con las letras, pero no lo son: son las "letras de la cabeza", como decía una niña de cinco años, que se "piensan pero no se dicen".</span></blockquote>Los textos escritos llegaron de la lectura en voz alta a la muda y los signos de puntuación se han hecho tan necesarios como las indicaciones de un mapa. Puntuar bien convierte una frase de imprecisa en rotunda. Imagínense una película en la cual los actores desde el principio al fin fuesen sin vestir, esos personajes son frases de la película que a su vez es el texto. El resultado de nuestra sesión de cine sería sensual al principio y de hastío o risa al final. El despiste visual sería extremo. Un pene o unos pechos bamboleándose necesitan un "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">marco</span>", unos signos de puntuación.Es posible ver una película en la que la desnudez sea total, si lo "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">exige el guión</span>", de igual modo se puede leer un libro de cuatrocientas páginas sin signos de puntuación. Pero si yo fuese editor me cuidaría mucho de que lo "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">exija el arte</span>". Si lo que se desea es un <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">happening</span> del lector con la lectura, adelante, fuera los signos de puntuación; pero la lectura no es la obra, es el continente de la mísma.<br />La lectura de esta obra de <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">José Antonio Millán</span>, te hace economizar signos, eliminar énfasis innecesarios, poner la liga en el muslo y la gargantilla donde corresponde. No es necesario señalar con una <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">flechita</span> un lunar, el lector lo percibe perfectamente. Y el sitio donde se ponen los signos ha de ser el apropiado: una bufanda en la cintura de un cuerpo desnudo ha de tener un significado, sino desorienta al lector.A nadie se le ocurriría escribir:<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">"¡el sol salió por el este!"</span>, pues es de sobra conocido por todos que es así. Pero escribir: <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">"¡¡¡el sol salió por el oeste!!!</span>, es un aldabonazo en el ojo. Desde luego que tal suceso merecería esos signos de exclamación que se han puesto y alguno más tampoco parecería demasiado. La cuestión suele ser que cuando uno revisa sus escritos al cabo del tiempo, lo hace con una mirada tan afilada como la navaja de <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Navaja_de_Occam"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Occam</span></a> y sobran adjetivos y signos de puntuación y frases enteras que no añaden nada al relato.<br />El libro de <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">José Antonio Millán</span> se abre con el problema de una coma en un escrito, dicha coma <a style="color: rgb(102, 102, 102); font-weight: bold;" href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/03/perdon-imposible.html">"cambió la suerte de algún desgraciado..."</a><br /></div><br /><span style="font-weight: bold;">Luis Markhos</span><br /><br />La página web de <a style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);" href="http://jamillan.com/">José Antonio Millán</a> (un auténtico portal de contenidos)<br />Sobre él en la <a style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);" href="http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Antonio_Mill%C3%A1n">Wikipedia</a><br />Entrevista de <a style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);" href="http://www.ucm.es/info/especulo/numero8/jmillan.htm">Susana Pajares Toska</a>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-70794749837946611302009-05-23T22:52:00.006+02:002009-08-15T23:14:47.123+02:00Aprovecha el momento<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6OJ2PBp3uv6gbPA2j6AenE7GLImOTt4Yq5ZvVp1mZMjXXzfZkbmGNCEts-f0cI49wHja4NDS_ny7JuwcxaGPvTZYXgEdfTRX3ZIqp56gnelqt3LLHLYv6e_kLonTpA0K_7RDY-S0XpgwY/s1600-h/clock.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 314px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6OJ2PBp3uv6gbPA2j6AenE7GLImOTt4Yq5ZvVp1mZMjXXzfZkbmGNCEts-f0cI49wHja4NDS_ny7JuwcxaGPvTZYXgEdfTRX3ZIqp56gnelqt3LLHLYv6e_kLonTpA0K_7RDY-S0XpgwY/s400/clock.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5339119728187349602" border="0" /></a><span style="font-size:85%;"><span style="font-style: italic;">Fuente de la imagen:desconocida</span></span><br /></div><br /><span style="font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold;"></span></span><blockquote><div style="text-align: center;"><span style="font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold;">Aprovecha el momento</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Sobre el tiempo</span><br /><span style="color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">“¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si</span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;"> quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.”</span></span><br /></div><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" >Diccionario de expresiones y frases latinas</span><br /><br />133<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Accidit in puncto quod non speratur in anno</span><br /><span style="font-weight: bold;">Sucede en un momento lo que no se espera que suceda en un año</span><br /><br />238<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Ad reditum</span><br /><span style="font-weight: bold;">Hasta la vuelta</span><br /><br />373<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Aflictis lentae, celeres gaudentibus horae</span><br /><span style="font-weight: bold;">Para los que están afligidos las horas pasan lentas; pasan </span><br /><span style="font-weight: bold;">veloces para los que gozan</span><br /><br />937<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Breve et irreparabile tempus omnibus est vitae</span><br /><span style="font-weight: bold;">Breve e irreparable es para todos el tiempo de la vida</span><br /><br />1793<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Diem perdidi</span><br /><span style="font-weight: bold;">He perdido el día</span><br /><br />1994<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Dum loquor hora fugit</span><br /><span style="font-weight: bold;">Mientras hablo huye el tiempo</span><br /><br />3038<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Inmortalia ne esperes monet annus et almun quae rapit hora diem</span><br /><span style="font-weight: bold;">El año y la hora que se lleva el día bienhechor te aconseja que </span><br /><span style="font-weight: bold;">no esperes cosas inmortales</span><br /><br />3897<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Magister est prioris posterior dies</span><br /><span style="font-weight: bold;">El día que sigue enseña al que precede</span><br /><br />4454<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Nec quae praeterit iterum revocabitur unda/nec quae praeterit</span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">hora redire potest</span><br /><span style="font-weight: bold;">Ni el agua que pasó volverá a remontar el cauce, ni pueden </span><br /><span style="font-weight: bold;">volver las horas pretéritas</span><br /><br />5193<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Omnia aliena sunt:tempus tantum nostrum est</span><br /><span style="font-weight: bold;">Todas las cosas nos son ajenas: sólo el tiempo es nuestro</span><br /><br />6033<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Quae fieri necesse est, illa pro tempore fiunt</span><br /><span style="font-weight: bold;">Lo que ha de suceder, sucederá con el tiempo</span><br /><br />6342<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Quidquid sub terra est, in apricum proferet aetas, defodiet</span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">condetque nitentia</span><br /><span style="font-weight: bold;">Todo lo que está bajo la tierra, el tiempo lo sacará a la luz del</span><br /><span style="font-weight: bold;">sol y enterrará y cubrirá lo que brilla</span><br /><br />7188<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Solet hora, quod multi anni abstulerunt reddere</span><br /><span style="font-weight: bold;">Con frecuencia un hora nos devuelve lo que muchos años</span><br /><span style="font-weight: bold;">nos arrebataron</span><br /><br />7479<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Tempora mutantur et nos mutamur in illis</span><br /><span style="font-weight: bold;">Los tiempos cambian y nosotros cambiamos con ellos</span><br /><br />7488<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Tempus est quaedan pars aeternitatis</span><br /><span style="font-weight: bold;">El tiempo es cierta parte de la eternidad</span><br /><br />7490<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Tempus fugit</span><br /><span style="font-weight: bold;">El tiempo huye</span><br /><br />7492<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Tempus omnia fert, sed et aufert omnia tempus</span><br /><span style="font-weight: bold;">El tiempo todo lo trae, pero también se lo lleva todo</span><br /><br />7580<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Transit hora, manent opera</span><br /><span style="font-weight: bold;">Pasan las horas, quedan los trabajos</span></blockquote><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Diccionario de expresiones y frases latinas</span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">(Editorial Gredos, segunda edición, mayo de 1985)</span><br /><span style="font-weight: bold;">Victor-José Herrero Llorente</span><br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" >Sobre el tiempo</span><br /></div><br />Es archiconocida la reflexión de<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);"> San Agustín</span> sobre el tiempo:<br /><br /><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><blockquote>“¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé. Lo que sí digo sin vacilación es que sé que si nada pasase no habría tiempo pasado; y si nada sucediese, no habría tiempo futuro; y si nada existiese, no habría tiempo presente. Pero aquellos dos tiempos, pretérito y futuro, ¿cómo pueden ser, si el pretérito ya no es y el futuro todavía no es? Y en cuanto al presente, si fuese siempre presente y no pasase a ser pretérito, ya no sería tiempo, sino eternidad. Si, pues, el presente, para ser tiempo es necesario que pase a ser pretérito, ¿cómo deciros que existe éste, cuya causa o razón de ser está en dejar de ser, de tal modo que no podemos decir con verdad que existe el tiempo sino en cuanto tiende a no ser?”.</blockquote></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic;"><br />Confesiones</span><br /></div></div><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">(El tiempo en San Agustín</span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Confesiones XI, 14, 17.</span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Gemma Muñoz-Alonso López)</span><br /><span style="font-weight: bold;">San Agustin</span><br /><br /><div style="text-align: justify;">La reflexión sobre el tiempo, algo que parece tan sencillo de comprender, alcanza cotas de auténtica locura cuando dejamos el "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">tiempo sicológico</span>" o el "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">tiempo social</span>" y nos adentramos en el "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">tiempo físico</span>". Hay una famosa frase del quizás más grande físico que ha existido, <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Richard_Feynman"><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Richard Feynman</span></a> (nació tarde para descubrir la ley de gravitación o la relatividad), que dice: "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Nadie entiende la mecánica cuántica</span>". Lo mismo puede decirse del tiempo.<br />El tiempo forma parte de las más grandes mentiras y verdades que ha creado la humanidad:en cuanto a las primeras, el <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">antropocentrismo</span>, las <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">leyes de la historia</span>, las <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">religiones</span>; en cuanto a las segundas, la <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">evolución</span>, el <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">sexo</span> y el <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">pastor alemán</span>.<br />El tiempo forma parte, se mire como se mire, de toda obra literaria. Lo hace de una manera trivial y profunda al mismo tiempo. Igual que el orgasmo, no es necesario explicarlo, pues el lector y el escritor lo perciben instantáneamente en la obra literaria. Hay frases donde el tiempo no figura: "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">En un lugar de la Mancha</span>", para irrumpir de lleno en la siguiente: "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">de cuyo nombre no quiero acordarme</span>".Se puede escribir un texto literario sin intervención del tiempo, una guía de teléfonos, inmersa en una novela, es un ejemplo.<br />Todos los seres vivos y una novela lo es, están relacionados de una u otra forma con el tiempo, a veces se dice que los animales no tienen conciencia de la muerte, que para los humanos es la expresión máxima del tiempo y de ello se deriva que no tienen conciencia del tiempo, lo cual es una temeridad, mi perro guarda comida en el jardín y la busca al cabo de una semana. Toda obra literaria está recorrida por el tiempo y de una manera tan mimética con el paisaje literario, que al transitar por él no lo percibimos, pero si desapareciese sentiríamos la misma sensación que si nos quitasen el aire.<br /></div><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(153, 0, 0);">Luis Markhos<br /><br /><span style="color: rgb(0, 0, 0);">Sobre San <a style="color: rgb(102, 102, 102);" href="http://revistas.ucm.es/fsl/02112337/articulos/ASHF8989110037A.PDF">Agustín</a> y el tiempo<br />Sobre San <a style="color: rgb(102, 102, 102);" href="http://es.wikipedia.org/wiki/Agust%C3%ADn_de_Hipona">Agustín</a><br /></span></span>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-88496598864583271382009-05-16T22:52:00.002+02:002009-08-15T23:18:11.707+02:00"No habrá más remedio que aprender el valor y el precio de las cosas"<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBF3wDDejJcXBgPtyfLgF_d_B12NF7tIU0PbocH98LbyjTRSuMGI0tvQ4TEZ4VZvKHGVpbpL5rKyZOxui-6UhCgtFGGGCkfs5mQNNEjWXoltVDhC02dgYXCIuf_0BfWpzBPNpPOAzFr0Bd/s1600-h/gator_python.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBF3wDDejJcXBgPtyfLgF_d_B12NF7tIU0PbocH98LbyjTRSuMGI0tvQ4TEZ4VZvKHGVpbpL5rKyZOxui-6UhCgtFGGGCkfs5mQNNEjWXoltVDhC02dgYXCIuf_0BfWpzBPNpPOAzFr0Bd/s400/gator_python.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5336523777407597826" border="0" /></a><span style="font-size:85%;"><span style="font-style: italic;">Fuente:www.usgs.gov.Photo de Lori Oberhofer, <a style="color: rgb(102, 102, 102);" href="http://www.usgs.gov/newsroom/article.asp?ID=1875">National Park Service</a>.</span></span><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 0, 0);font-size:85%;" ></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 0, 0);font-size:85%;" >IDA Y VUELTA </span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" >Pitones de Birmania</span><br /></div>Verídica o inventada una buena historia se impone sobre nosotros con la inmediatez de un relámpago, y una vez sumergidos en ella ya no querremos salir hasta saber su desenlace. Tendría que haberme puesto a trabajar en algo muy urgente y he perdido la mitad de la tarde porque he empezado a leer con desgana una historia y ya no he podido dejar de seguirla hasta el fin, quedándome con la imaginación sobresaltada por imágenes de bandadas de monos que invaden la gasolinera en una autopista y de serpientes gigantes de la jungla que avanzan sinuosamente por el césped de un jardín suburbano. Me he puesto a hojear un número reciente de <span style="font-style: italic;">The New Yorker</span> y antes de que me diera cuenta y de que se despertara automáticamente mi mala conciencia laboral ya estaba echado en un sillón, dedicado a leer uno de esos artículos larguísimos de la revista en vez de hacer mi trabajo. He empezado porque me intrigaba el dibujo: un hombre en camiseta y bermudas riega su jardín mientras en los árboles cercanos acechan serpientes, iguanas gigantes, reptiles que parecen prehistóricos, gusanos de muchas patas. El artículo, escrito por Burkhard Bilger, parece una historia de JG Ballard, pero es un reportaje sobre las especies animales exóticas que están invadiendo Florida, especialmente la llamada, de manera inquietante, pitón birmana, que en estado adulto puede medir casi siete metros y pesar unos cien kilos, y que se puso improbablemente de moda como mascota hacia los años noventa. Por culpa de un huracán, en 1992, muchos animales salvajes escaparon del Zoo de Miami y de un almacén clandestino de reptiles tropicales dispuestos para la venta en el mercado negro. Muchos de ellos murieron de hambre o fueron atropellados. Un antílope asustado y solemne apareció en el vestíbulo de un edificio oficial. Monos turbulentos y voraces de Cachemira asaltaban los supermercados de las gasolineras o se entregaban a comilonas devastadoras en los invernaderos de tomates. Sólo mucho más tarde empezó a sospecharse que el problema más serio eran las pitones birmanas. Son capaces de tragarse vivo un caimán entero. Se comen una grulla y siguen digiriéndola mientras el animal moribundo les atraviesa los intestinos con el pico. No hay depredadores que puedan enfrentarse a ellas y nadie sabe calcular por ahora cuál es su número ni a qué velocidad se reproducen. El calentamiento global favorece la extensión de su territorio hacia el norte. Hacia finales de este siglo, si las temperaturas siguen subiendo, pueden llegar a Nueva York.<br />El reportaje ocupa nueve páginas de letra tupida de la revista, alguna de ellas sin ninguna distracción gráfica. Pero no sólo disfruto de la lectura: también de la tipografía tan característica, del tacto grato y familiar del papel. Al cabo de tantos años como llevo suscrito a ella, se ha convertido en uno de los hábitos más gustosos de mi vida de lector, y siempre me da tristeza desprenderme de un ejemplar. Claro que puedo consultarla en Internet, y que hay un estuche de cedés en el que están almacenados todos los millones de páginas de la revista desde su fundación en 1925. Pero no aspiro a tanto. Me da alegría cada vez que encuentro un número en el buzón. Me ha educado, me ha hecho compañía, me ha enseñado una cierta manera de leer y de escribir, de hacer literatura de periódico.<br />He tardado algo más de una hora en leer ese artículo sobre la fauna apocalíptica de Florida. Me pregunto cuánto tiempo tardaría en escribirlo Burkhard Bilger, cuántas semanas pasó en Florida, recorriendo pantanos en busca de caimanes y de pitones birmanas, conversando con biólogos, con cazadores de serpientes. Y también pienso en los editores que comprobaron la escritura y la veracidad de cada uno de los datos y la ortografía de los nombres, y en el dibujante magnífico que hizo esa ilustración sin la cual yo no me habría sentido tentado a leer la historia: tanto tiempo, tanto esfuerzo, tanto trabajo tan bien hecho, ¿quién puede medir su dificultad, la compensación justa que requiere para cada uno de los que han intervenido en él, todos los cuales han sido necesarios para que yo aprenda y disfrute tanto, postergando para más tarde mi propia escritura?<br />En los embarullados debates españoles sobre el porvenir del periodismo y la al parecer progresista gratuidad universal de los bienes culturales que propicia Internet tiende a olvidarse algo: la lentitud y la constancia del esfuerzo que requiere cualquier logro valioso; las horas, los días, los meses y años de trabajo, entregados siempre con una mezcla de obligación y devoción, por puro gusto de hacer algo que uno ama y también con la aspiración de ganarse dignamente la vida. Nada valioso ha surgido por casualidad ni por un juego de manos; todo lo que es más necesario, lo más elemental, lo que más damos por supuesto, lo que parece que nos viene dado con tal automatismo que ni le prestamos atención, es el resultado de un tesón que a veces ha venido prolongándose durante generaciones, pero que si se descuida se podría perder casi de un día para otro.<br />Estas ideas parecen tan vulgares que hasta da un poco de vergüenza enunciarlas. Hay un dicho inglés que las resume con un laconismo admirable, aunque también algo antipático: There is no free lunch. Aunque a veces pueda parecerlo, no hay almuerzo gratis. Todo cuesta, todo ha de pagarse de algún modo, ha de pagarlo alguien. La falta de respeto a los derechos de quien escribe, inventa, compone, interpreta cosas, es universal, pero en España yo creo que se acentúa más a causa de ciertas peculiaridades de nuestra democracia. La chusma política ha preferido halagar las formas más bajas de narcisismo en vez de la conciencia adulta de ciudadanía porque la demagogia es más rentable a corto plazo que la racionalidad. La educación, en vez de a alentar el desarrollo de las mejores capacidades de cada persona, ha consistido en boberío pedagógico mezclado con adoctrinamiento identitario. A un ignorante se le manipula con más comodidad que a una persona cultivada. En ninguna parte se ha explicado ni se explica que cada uno de los derechos que disfrutamos es una conquista que ha costado mucho y que es difícil y cara de sostener, y que puede igualmente perderse. Si se recibe algo, de algún modo hay que corresponder. Durante unos cuantos años hemos vivido en un delirio de gratuidad y de holganza que se sostenía sobre la pura nada, sobre los frutos de la especulación, el despilfarro clientelar de los sinvergüenzas de la política, pero aunque continúe por ahora la mascarada el despertar a la realidad ya está siendo muy amargo.<br />No habrá más remedio que aprender el valor y el precio de las cosas. Habrá que entregarse a la devoción por el propio trabajo y al reconocimiento del mérito de lo que hacen otros. Una buena revista no aparece por milagro en el buzón de un suscriptor o en el anaquel de una biblioteca pública. En vez de tanta palabrería, tanta chapuza, tanta excusa, cada uno tendrá que hacer muy bien algo, algo útil y sólido, combatir la multiplicación de las pitones de Birmania o escribir sobre ellas.<br /></div></blockquote><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Pitones de Birmania</span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">(EL PAÍS Babelia 16.05.09, Pág. 7)</span><br /><a style="color: rgb(102, 102, 102);" href="http://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Mu%C3%B1oz_Molina"><span style="font-weight: bold;">Antonio Muñoz Molina</span></a><br /><br /><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">"No habrá más remedio que aprender el valor y el precio de las cosas"</span><br /></div>Este excelente artículo de <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Antonio Muñoz Molina</span> en <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Babelia</span>, coincide con una reflexión que creo la tienen muchísimas personas del mundo de los blogs literarios (que es el que nos ocupa). Nunca hasta ahora tantos esfuerzos, trabajos y atenciones se habían dispensado de forma "gratuita" al lector o al paseante ocasional de los blogs. <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Muñoz Molina</span> lo expresa muy bien:<br /><br /><blockquote>"En los embarullados debates españoles sobre el porvenir del periodismo y la al parecer progresista gratuidad universal de los bienes culturales que propicia Internet tiende a olvidarse algo: la lentitud y la constancia del esfuerzo que requiere cualquier logro valioso; las horas, los días, los meses y años de trabajo, entregados siempre con una mezcla de obligación y devoción, por puro gusto de hacer algo que uno ama y también con la aspiración de ganarse dignamente la vida. Nada valioso ha surgido por casualidad ni por un juego de manos; todo lo que es más necesario, lo más elemental, lo que más damos por supuesto, lo que parece que nos viene dado con tal automatismo que ni le prestamos atención, es el resultado de un tesón que a veces ha venido prolongándose durante generaciones, pero que si se descuida se podría perder casi de un día para otro."</blockquote><br />Las cosas pueden perderse de un día para otro, basta echar una mirada a los maravillosos blogs abandonados quién sabe por qué causas que ya no arrojarán nueva luz. Si la causa de que hayan sido abandonados es por nuestra "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">dejadez</span>", por no saber apreciar lo que tenemos, lo que nos dan sin esfuerzo por nuestra parte, si es así, somos unos auténticos idiotas, unos desagradecidos, que no nos merecemos ni siquiera el nombre, que quizá pomposamente nos hemos puesto, de humanos, pues ni somos comprensivos ni sensibles al esfuerzo que realizan con generosidad inconcebible, tantos y tantos, del mundo que nos ocupa, escritores de blogs literarios.<br /></div><br /><span style="font-weight: bold;">Luis Markhos</span><br /><br />El artículo en <a style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);" href="http://www.elpais.com/articulo/semana/Pitones/Birmania/elpepuculbab/20090516elpbabese_5/Tes">EL PAÍS</a>.com. Babelia.<br />Un resumen del artículo citado por Muñoz Molina, en el <a style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);" href="http://www.newyorker.com/reporting/2009/04/20/090420fa_fact_bilger">The New Yorker</a><br />Sobre el problema de las <a style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);" href="http://www.usgs.gov/newsroom/article_pf.asp?ID=1875">pitones</a>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-10838880353170872312009-05-10T19:55:00.006+02:002009-08-15T23:31:07.624+02:00Del escribir<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnRUFluhiizknWJ8uTLyH73o0BPrIGuw9-m9ueYCznpk1dNgVPlEL3L4B29Zxmk5qMwUhledDZlcCr3CAsMmAYDWQ8RBdih8ka9nXVNQrmuowpuBRut7MeUxYIz8Ban7lfT8mzpj5yS0Bj/s1600-h/zambrano.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 305px; height: 360px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnRUFluhiizknWJ8uTLyH73o0BPrIGuw9-m9ueYCznpk1dNgVPlEL3L4B29Zxmk5qMwUhledDZlcCr3CAsMmAYDWQ8RBdih8ka9nXVNQrmuowpuBRut7MeUxYIz8Ban7lfT8mzpj5yS0Bj/s400/zambrano.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5334249773556603122" border="0" /></a><span style="font-style: italic;font-size:85%;" ><a style="color: rgb(102, 102, 102);" href="http://cvc.cervantes.es/actcult/zambrano/default.htm">María Zambrano</a>. Fuente:Centro Virtual Cervantes</span><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" ></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" >Las palabras del regreso</span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">VI</span><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 51);font-size:130%;" >Del escribir</span><br /></div>La diferencia específica del escritor es difícil de establecer, sobre todo con respecto a lo que parece ser su género próximo, el filósofo. Pues que ningún filosofo se ha realizado como tal sin ser un gran escritor. Ninguna obra clásica de filosofía deja de ser al mismo tiempo, y se diría que por esencia y no por añadidura, una obra literaria de primer orden. Tanto es así que en algunos casos hay obras filosóficas, como, por ejemplo, <span style="font-style: italic;">El mundo como voluntad y representación</span>, de Schopenhauer, que han actuado mayormente por su virtud literaria que por su contenido filosófico, llegando incluso a ser ensombrecida esa su sustancia filosófica hasta hacerse imperceptible. Era literatura, se decía por algunos serios profesores de Filosofía, y por ello estas obras han sido consideradas una especie de parafilosofía. Irónicamente, suele llegar el momento en que el rigor y la precisión propios del pensamiento filosófico se revelen y salten a la vista precisamente a través de la misma belleza literaria de la obra en cuestión, que no es sino la belleza del puro pensamiento.<br />El terror al pensamiento y el prejuicio contra la belleza que el propio pensamiento puede tener se aúnan, logrando sucesos tales como el que un texto que contenga un cierto descubrimiento filosófico expresado sin una forma lograda, como acontece con todo descubrimiento, sea considerado un espléndido escrito literario. Y así se da rienda suelta al doble maleficio que condena al pensamiento y a la belleza, pues que así se menosprecia aquel descubrimiento a medias logrado, impidiéndolo crecer, mientras que se confunde la belleza literaria con lo que puede ser estrechez de forma o también la ampulosidad de una ya usada retórica.<br />La belleza de la escritura de Platón hace que los humanistas del Renacimiento le leyeran como si de uno de ellos se tratara. Los huesos mismos de la filosofía aparecen, de esta manera y de algunas otras, sustraídos a todo esfuerzo del pensar, cuando en verdad han sido la mayor parte de ellos, y especialmente los de Platón, dados a luz agónicamente, conflictivamente que se diría hoy. Pero su belleza se la convierte en simple virtud placentera. Para un humanista, leer a Platón es un placer, no un penar, cuando para un aspirante a filósofo es un penar, un entender lo imposible de entender, un vencer, si se llega, la imposibilidad del filosofar en el hombre. Ese filosofar que aparece como mediador entre el himno entusiasta y aun la danza dionisiaca; entre el delirio, pues, y la razón. No podría lograrse tal condición sin consumar lo esencial del delirio, y aun en ciertos casos geniales de la danza, sin el entusiasmo en que la razón sin perderse se enciende. Y esto, cuando se logra, es obra del escritor. El escritor es así el verdadero, mediador, invisible a veces, como con tantas obras especies de mediadores sucede, y con el riesgo de interponerse, ocultando en vez de mostrar, es decir, de entusiasmarse consigo mismo, apareciendo entonces el escritor como un artificio y caricatura de su ser verdadero y de la necesidad que pide que tales mediadores existan. Una ciudad sin escritores queda vaciada de su esencia de ciudad, y aparece como un complejo aglomerado, como algo que puede cambiarse, trasmutarse o desaparecer sin que su vacío se note. Una ciudad sin escritor es un templo vacío, una plaza sin centro, o quizá con el centro desplazado y puesto al margen, esquinado, para dejar su lugar, todo el lugar, a algo cuyo nombre no está siquiera bien catalogado, algo para lo que, en realidad, no hay palabra. Residuos, pues, <span style="font-style: italic;">alogoi</span>, fuera del <span style="font-style: italic;">logos</span>, sin posible nombre; residuos que hacen imposible la imagen de centro y círculo.<br />Mas el escritor como tal ha existido, y en forma necesaria, a partir de ciertos períodos de la vida europea. Hasta se podría decir que el escritor haya sido uno de los actores esenciales del vivir europeo, y que la decadencia de su función sea debida a la disolución, o disgregación que parece ir en creciente, de la especificidad de Europa, de la pérdida de su identidad y de su cambiante figura dentro de la unidad. El escritor ha sido, pues, el espejo de Europa. Espejo de un sentido activo, pues que no se conformaba con reflejar la imagen, sino con crearla y recrearla una y otra vez. Ya que la unidad de Europa es una inédita e insólita forma de unidad en la historia, que ha ido naciendo originariamente, y no sin gloria, en los llamados siglos oscuros, en la Edad Media. Pasadas las catacumbas cristianas y en libertad el cristianismo, que mejor sería que hubiera sido cristiandad, aparece una forma de unidad distinta radicalmente de la del Imperio romano, sin que por ello sea simple producto de su llamada decadencia. No, Europa no ha nacido de decadencia alguna, sino que se ha ido haciendo a sí misma, en pluralidad y unidad.<br />Se trata de una historia nueva, y el tránsito -crisis se le ha llamado también- que origina esa realidad llamada Europa es lo que ha hecho posible y necesario a eso que se llama el escritor. Nace, pues, el escritor ya con san Agustín, padre de Europa, aunque no fuera más que por esto, por ser un genial escritor. Y tan por la crisis estaba engendrado este ser escritor que aparece en san Agustín como producto de la crisis de su propio ser, de su metamorfosis, que no se hubiera logrado tal como se logró si él no se arranca su propio velo, ese velo de la verdad en filosofía; es decir, si no practica el filosofar consigo mismo, no sobre sí o sobre otra cosa, sino con su propio ser, con todo él; si no se ofrece en pasto a la verdad, cosa que solamente pudo ostensiblemente hacer en tanto que escritor. No es una búsqueda de sí mismo ni un mostrarse a sí mismo, sino de extraer su propio corazón y ofrecerlo como únicamente puede ser ofrecido el corazón, en llamas. El escritor nace así más allá del pudor y de la contención estoica, que él, Agustín, tan bien se sabía. Incluso nace más allá del plotinismo, del amor y de la contemplación del uno y de sí mismo convertido en objeto del mundo inteligible. Sabidas son, pero han de ser rememoradas como hito de la filosofía, la pulcritud, precisión y transparencia inigulables del pensamiento de Plotino. Mas la transparencia que ofrece Agustín es la de su propio corazón: "He aquí mi corazón, Señor, como es de transparente". ¿Será, pues, que la seducción del escritor proceda del corazón que se ofrece en llamas, y a veces es pálido reflejo, movedizo también, como en las confesiones de Jean-Jacques Rousseau? Si esto es el escritor, ello es específico de Europa, este arder, este ardor, este haber de echarse a la hoguera, llamando a que alguien, que no es individual, a ese personaje nuevo que es el lector, a que se lance con él, a que al menos le vea como arde y sienta la tentación de arder también él, el lector.<br />Bien europea es la leyenda de Tristán e Isolda, que beben juntos el elixir de amor que sin duda ellos sabían, aunque el narrador lo cele, que era de muerte también. Este trueque presentado como debido al azar era el secreto, era la verdad del amor. ¿Y no es también una figura del escritor la de Tristán adentrándose en la mar sin confines, en lo desconocido, sólo con su violín?<br />¿Es acaso la soledad la que hace nacer al escritor, la llama que mueve esa barca en la que él va, y la barca misma, no es la barca de su soledad? Así como el filósofo Diógenes encontró su casa en la clásica vasija vaciada del vino de la embriaguez que había contenido, llenando con su figura entera aquel vacío, dando la cara en la calle impasiblemente desde esa su impar morada. La barca cáscara de alguna fruta invulnerable y rebosante de un jugo ya desconocido, la barca que sostiene como resto frágil de ese fruto primero irreconocible que mantiene la vida de un alguien en su íntima soledad, en su peregrinar en busca del amor. Y el violín con el que tal viajero cuenta en su viaje a lo más remoto e íntimo y viviente, hacia su propio corazón. ¿No es acaso la pluma del verdadero escritor? El que tiene que escribir rompiendo el silencio, buscando, que si no otras criaturas, el cielo, los mares, los elementos entre los que va confundido, aunque confiado, sin brújula. Los elementos, que son lo único que le ha quedado, escucharán su canto quizá, ellos, su gemido, su clamor.<br />Pues que el escritor, el verdadero escritor, es el que a solas clama a los cielos, el que se arriesga, porque de ello tiene el mandato: un mandato de expresar, y en la forma más indeleble posible, aquello que clama a los cielos. Y este es el escritor. El filósofo no clama, no se arriesga en el piélago insondable. Diógenes con su tonel estaba en una ciudad. Filosofar, pues, debe ser cosa muy esencial para la ciudad, para que la haya. El escritor es imprescindible para que aún aquello que en la ciudad ocurra, y clame al cielo, no se quede oculto bajo el silencio opaco, para que salte clamando a los cielos, y si fuera así, el escritor sería el corazón de la ciudad, su centro, el único que podría rescatar a la ciudad de haber sido desposeída de su centro, allanada en verdad.<br /></div></blockquote><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Las palabras del regreso</span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">(Edición de Mercedes Gómez Blesa)</span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">(El País,Madrid, 16 de junio de 1985, pág.13)</span><br /><span style="font-weight: bold;">María Zambrano</span><br /><br /><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Escritura y ciudad</span><br /></div><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">María Zambrano</span> es una formidable escritora y su <span style="font-style: italic;">escribir</span> es un espejo en el que mirarse y atusar el pelo, peinar los rizos, depilar las cejas, arreglarse para los demás y para uno mismo. Arreglarse para la ciudad de las letras. La cadencia de los cortes y las pausas en su escritura, resuena como un tam-tam... urbano. Las palabras se oyen alejadas de lo cotidiano y su fuerza atrayente se nutre de un pensamiento original. Este articulo publicado en <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">El País</span> en junio de 1985, y recogido en <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Las palabras del regreso</span>, hay que leerlo y releerlo, en él está la esencia del escritor.<br /></div><br /><span style="font-weight: bold;">Luis Markhos</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">María </span><a style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);" href="http://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Zambrano">Zambrano</a><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);"> </span>en la Wikipedia<br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">María </span><a style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);" href="http://cvc.cervantes.es/actcult/zambrano/">Zambrano</a> en CVC<br />El artículo en <a style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);" href="http://www.elpais.com/articulo/opinion/escribir/elpepiopi/19850616elpepiopi_10/Tes">El País</a><br />Adquirir <a href="http://www.casadellibro.com/libro-las-palabras-del-regreso/2900001319205"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);font-size:100%;" >Las palabras del regreso</span></a><br />Fragmentos de textos en Ítaca:<br /><a style="color: rgb(102, 102, 102); font-weight: bold; font-style: italic;" href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/05/el-escritor-seria-el-corazon-de-la.html">Del escribir</a>,<br /><a style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);" href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/05/el-libro-tiene-su-amor.html">El libro ser viviente</a>,<br /><a style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);" href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2008/11/por-qu-se-escribe.html">Por qué se escribe</a>,<a style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);" href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2008/09/ditima-de-mantinea.html"> </a><br /><a style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);" href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2008/09/ditima-de-mantinea.html">Diótima de Mantinea</a>.Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-64436380082870500392009-05-01T00:05:00.006+02:002009-12-30T17:40:49.218+01:00Oh mira, todos los nueves se transforman en el millar siguiente<div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzAmmDQOjnqDjayTTbIjHw06s43RZ_0uGSwiScj7l32yJl08M_ye0qtuHlxGFWJU6WhNJOUgdNrC6Biy2OC6d_62qDfFBABfNc8bYejpXx0oHCG5qqDIyFKii6xQeXJw2Z0MaZdeB1daeH/s1600-h/L_Natalie_Portman_062.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5330609648072326210" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzAmmDQOjnqDjayTTbIjHw06s43RZ_0uGSwiScj7l32yJl08M_ye0qtuHlxGFWJU6WhNJOUgdNrC6Biy2OC6d_62qDfFBABfNc8bYejpXx0oHCG5qqDIyFKii6xQeXJw2Z0MaZdeB1daeH/s400/L_Natalie_Portman_062.jpg" style="cursor: pointer; display: block; height: 225px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 400px;" /></a><span style="font-size: 85%;"><span style="font-style: italic;"><a href="http://www.allmoviephoto.com/c/1994_Leon_the_Professional_NataliePortman.html" style="color: #666666;">Natalie Portman</a> en "Leon el profesional".Fuente:allmoviephoto.com. Derechos de Columbia Pictures</span></span><br />
</div><span style="color: #666666; font-size: 130%; font-style: italic; font-weight: bold;"></span><br />
<blockquote><div style="text-align: center;"><span style="color: #666666; font-size: 130%; font-style: italic; font-weight: bold;">Lolita</span><br />
<span style="color: #333333; font-size: 85%; font-style: italic; font-weight: bold;">PART TWO</span><br />
<span style="color: #333333; font-style: italic; font-weight: bold;">18</span><br />
<span style="color: #333333; font-style: italic; font-weight: bold;">......</span><br />
</div>"What did that man ask you, Lol?"<br />
"Man? Oh, that man. Oh yes. Oh, I don't know. He wondered if I had a map. Lost his way, I guess."<br />
We drove on, and I said:<br />
"Now listen, Lo. I do not know whether you are lying or not, and I do not know whether you are insane or not, and I do not care for the moment; but that person has been following us all day, and his car was at the motel yesterday, and I think he is a cop. You know perfectly well what will happen and where you will go if the police find out about things. Now I want to know exactly what he said to you and what you told him."<br />
She laughed.<br />
"If he's really a cop," she said shrilly but not illogically, "the worst thing we could do, would be to show him we are scared. Ignore him, Dad."<br />
"Did he ask where we were going?"<br />
"Oh, he knows that" (mocking me).<br />
"Anyway," I said, giving up, "I have seen his face now. He is not pretty. He looks exactly like a relative of mine called Trapp."<br />
"Perhaps he is Trapp. If I were you--Oh, look, all the nines are changing into the next thousand. When I was a little kid," she continued unexpectedly, "I used to think they'd stop and go back to nines, if only my mother agreed to put the car in reverse."<br />
It was the first time, I think, she spoke spontaneously of her pre-Humbertian childhood; perhaps, the theatre had taught her that trick; and silently we traveled on, unpursued.<br />
<br />
<div style="text-align: center;"><span style="color: #666666; font-size: 130%; font-style: italic; font-weight: bold;">Lolita</span><br />
<span style="color: #333333; font-style: italic; font-weight: bold;">Segunda parte</span><br />
<span style="color: #333333; font-style: italic; font-weight: bold;">18</span><br />
<span style="color: #333333;">......</span><br />
</div>—¿Qué te ha preguntado ese hombre, Lo?<br />
—¿Qué hombre? Ah, ése... Ah sí.No sé... Me ha preguntado si tenía un mapa. Se ha perdido, supongo.<br />
Cuando volvimos a la carretera, le dije:<br />
—Escúchame, Lo: no sé si me mientes o no, no sé si estás loca o no, y no me importa, por ahora. Pero ese individuo nos ha seguido todo el día, y su automóvil estaba ayer en el motel, y creo que es un policía. Sabes perfectamente bien qué ocurrirá y a dónde irás a parar si la policía descubre ciertas cosas. Ahora dime exactamente qué te ha dicho y qué le has dicho.<br />
Se rió.<br />
—Si es de veras un policía –chilló, con una argumentación que no carecía de lógica–, lo peor que podemos hacer es demostrarle que tenemos miedo. Ignóralo, papá.<br />
—¿Te ha preguntado adonde íbamos?<br />
—Oh, ya lo sabe.<br />
Se burlaba.<br />
—De todos modos, ahora le he visto la cara –dije, para cambiar de tema–. No es guapo. Se parece muchísimo a un pariente mío llamado Trapp.<br />
—Quizás sea Trapp. En tu lugar... Oh mira, todos los nueves se transforman en el millar siguiente. Cuando era pequeña –siguió inesperadamente– creía que los números se detendrían y volverían a ser nueves si mi madre ponía la marcha atrás, pero nunca quiso probarlo.<br />
Era la primera vez, creo, que hablaba espontáneamente de su niñez prehumbertiana. Quizás el teatro le hubiera enseñado aquel ardid. Seguimos viaje en silencio, sin perseguidores.<br />
</blockquote><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Lolita</span><br />
<span style="font-style: italic; font-weight: bold;">(Traducción de Francesc Roca)</span><br />
<span style="font-weight: bold;">Vladimir Nabokob</span><br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;"><span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Un pedazo de Lolita. Una propina literaria</span><br />
</div><div style="text-align: justify;">No me he resistido a "<span style="font-style: italic;">repetir</span>" esta entrada, de una de las "<span style="font-style: italic;">escenas</span>" de la obra en la que se puede admirar el dominio de la narrativa por parte de <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Nabokov</span>. Basta con hacer un recuento de las mismas situaciones , en las que a diario nos vemos envueltos, en ambos sentidos; a veces como <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Humbert</span> , a veces como <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Lolita</span>, y "<b style="color: #444444;"><span style="font-style: italic;">recibiremos</span></b>", si pegamos "<b style="color: #444444;"><span style="font-style: italic;">esta escena</span></b>" a las de la vida real; una "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">propina literaria</span>"; que tanto en el papel de "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">agentes</span>" o "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">pacientes</span>" de este "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">autismo de lolita</span>", nos sacará de él reflexivamente. Y poco a poco, veremos que vamos reduciendo el "<span style="color: #666666; font-style: italic;"><span style="font-weight: bold;">autismo</span></span>", al menos en nuestro papel de "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">agentes</span>". Siempre formalmente, en lo que el<span style="color: #666666; font-weight: bold;"> Humbert </span>que tengamos delante pueda ver, porque nuestra mente estará en "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Lolita</span>". La entrada de <a href="http://libronera.blogspot.com/2009/04/lolita.html"><span style="color: #666666; font-weight: bold;">Lolita</span></a> tiene algunos detalles mas sobre este tema.<br />
</div><br />
<span style="font-weight: bold;">Luis Markhos </span>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-13981812724552960202009-04-26T20:22:00.005+02:002009-08-01T15:02:08.208+02:00Lolita<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgV4hcOaSCgzvfF5KgmFUWTGLq_bHwmyP82oGjQXRn7a4iC-bQYJ1pXPYT4A4xwIlonKqSyvDvNVK8JTCTvnjZNy19G6AxG6jO-zMS-bGg2HetG6bk8QF5zbqfN8zI2l6AOue76ZVV5mQs0/s1600-h/portman3.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgV4hcOaSCgzvfF5KgmFUWTGLq_bHwmyP82oGjQXRn7a4iC-bQYJ1pXPYT4A4xwIlonKqSyvDvNVK8JTCTvnjZNy19G6AxG6jO-zMS-bGg2HetG6bk8QF5zbqfN8zI2l6AOue76ZVV5mQs0/s400/portman3.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5329053789280864642" border="0" /></a><span style="font-size:85%;"><span style="font-style: italic;">Fuente:<a style="color: rgb(102, 102, 102);" href="http://smokingcelebs.com/"> SmokingCelebs.com</a></span></span><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-style: italic;"></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" ><span style="font-style: italic;">Lolita</span></span><br /><span style="font-style: italic; font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 51);font-size:85%;" >FOREWORD</span><br /></div><span style="font-style: italic;">"Lolita, or the Confession of a White Widowed Male," such were the two titles under which the writer of the present note received the strange pages it preambulates. "Humbert Humbert," their author, had died in legal captivity, of coronary thrombosis, on November 16, 1952, a few days before his trial was scheduled to start. His lawyer, my good friend and relation, Clarence Choate Clark, Esq., now of the District of Columbia bar, in asking me to edit the manuscript, based his request on a clause in his client's will which empowered my eminent cousin to use the discretion in all matters pertaining to the preparation of "Lolita" for print. Mr. Clark's decision</span><br /><span style="font-style: italic;">may have been influenced by the fact that the editor of his choice had just been awarded the Poling Prize for a modest work ("Do the Senses make Sense?") wherein certain morbid states and perversions had been discussed.</span><br /><span style="font-style: italic;">My task proved simpler than either of us had anticipated. Save for the correction of obvious solecisms and a careful suppression of a few tenacious details that despite "H.H."'s own efforts still subsisted in his text as signposts and tombstones (indicative of places or persons that taste would conceal and compassion spare), this remarkable memoir is presented intact. Its author's bizarre cognomen is his own invention; and, of course, this mask--through which two hypnotic eyes seem to glow--had to remain unlifted in accordance with its wearer's wish. While "Haze" only rhymes with the heroine's real surname, her first name is too closely interwound with the inmost fiber of the book to allow one to alter it; nor (as the reader will perceive for himself) is there any practical necessity to do so. References to "H.H."'s crime may be looked up by the inquisitive in the daily papers for September-October 1952; its cause and purpose would have continued to come under my reading lamp.</span><br /><span style="font-style: italic;">For the benefit of old-fashioned readers who wish to follow the destinies of the "real" people beyond the "true" story, a few details may be given as received from Mr. "Windmuller," or "Ramsdale," who desires his identity suppressed so that "the long shadow of this sorry and sordid business" should not reach the community to which he is proud to belong. His daughter, "Louise," is by now a college sophomore, "Mona Dahl" is a student in Paris. "Rita" has recently married the proprietor of a hotel in Florida. Mrs. "Richard F. Schiller" died in childbed, giving birth to a stillborn girl, on Christmas Day 1952, in Gray Star, a settlemen in the remotest</span><span style="font-style: italic;"> Northwest. "Vivian Darkbloom" has written a biography, "My Cue," to be publshed shortly, and critics who have perused the manuscript call it her best book. The caretakers of the various cemeteries involved report that no ghosts walk.</span><br /><span style="font-style: italic;">Viewed simply as a novel, "Lolita" deals with situations and emotions that would remain exasperatingly vague to the reader had their expression been etiolated by means of platitudinous evasions. True, not a single obscene term is to be found in the whole work; indeed, the robust philistine who is conditioned by modern conventions into accepting without qualms a lavish array of four-letter words in a banal novel, will be quite shocked by</span><span style="font-style: italic;"> their absence here. If, however, for this paradoxical prude's comfort, an editor attempted to dilute or omit scenes that a certain type of mind might call "aphrodisiac" (see in this respect the monumental decision rendered December 6, 1933, by Hon. John M. Woolsey in regard to another, considerably more outspoken, book), one would have to forego the publication of "Lolita" altogether, since those very scenes that one might ineptly accuse of sensuous existence of their own, are the most strictly functional ones in the development of a tragic tale tending unswervingly to nothing less than a moral apotheosis. The cynic may say that commercial pornography makes the same claim; the learned may counter by asserting that "H.H."'s impassioned confession is a tempest in a test tube; that at least 12% of American adult</span><span style="font-style: italic;"> males--a "conservative" estimate according to Dr. Blanche Schwarzmann (verbal communication)--enjoy yearly, in one way or another, the special experience "H.H." describes with such despare; that had our demented diarist gone, in the fatal summer of 1947, to a competent psycho-pathologist, there would have been no disaster; but then, neither would there have been this book.</span><br /><span style="font-style: italic;">This commentator may be excused for repeating what he has stressed in his own books and lectures, namely that "offensive" is frequently but a synonym for "unusual;" and a great work of art is of course always original, and thus by its very nature should come as a more or less shocking surprise. I have no intention to glorify "H.H." No doubt, he is horrible, is is</span><span style="font-style: italic;"> abject, he is a shining example of moral leprosy, a mixture of ferocity and jocularity that betrays supreme misery perhaps, but is not conducive to attractiveness. He is ponderously capricious. Many of his casual opinions on the people and scenery of this country are ludicrous. A desperate honesty that throbs through his confession does not absolve him from sins of</span><span style="font-style: italic;"> diabolical cunning. He is abnormal. He is not a gentleman. But how magically his singing violin can conjure up a tendresse, a compassion for Lolita that makes us entranced with the book while abhorring its author!</span><br /><span style="font-style: italic;">As a case history, "Lolita" will become, no doubt, a classic in psychiatric circles. As a work of art, it transcends its expiatory aspects; and still more important to us than scientific significance and literary worth, is the ethical impact the book should have on the serious reader; for in this poignant personal study there lurks a general lesson; the wayward child, the egotistic mother, the panting maniac--these are not only vivid characters in a unique story: they warn us of dangerous trends; they point out potent evils. "Lolita" should make all of us--parents, social workers, educators--apply ourselves with still greater vigilance and vision to the task of bringing up a better generation in a safer world.</span><br /><br /><span style="font-style: italic;"> John Ray, Jr., Ph.D.</span><br /><span style="font-style: italic;"> Widworth, Mass</span><br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 51);font-size:85%;" ><span style="font-style: italic;">PART ONE </span></span><br /><span style="font-style: italic; font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 51);">1</span><br /></div><span style="font-style: italic;">Lolita, light of my life, fire of my loins. My sin, my soul. Lo-lee-ta: the tip of the tongue taking a trip of three steps down the palate to tap, at three, on the teeth. Lo. Lee. Ta.</span><br /><span style="font-style: italic;">She was Lo, plain Lo, in the morning, standing four feet ten in one sock. She was Lola in slacks. She was Dolly at school. She was Dolores on the dotted line. But in my arms she was always Lolita.</span><br /><span style="font-style: italic;">Did she have a precursor? She did, indeed she did. In point of fact, there might have been no Lolita at all had I not loved, one summer, a certain initial girl-child. In a princedom by the sea. Oh when? About as many years before Lolita was born as my age was that summer. You can always count on a murderer for a fancy prose style.</span><br /><span style="font-style: italic;">Ladies and gentlemen of the jury, exhibit number one is what the seraphs, the misinformed, simple, noble-winged seraphs, envied. Look at this tangle of thorns.</span><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-style: italic; font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 51);">2</span><br /></div><span style="font-style: italic;">I was born in 1910, in Paris. My father was a gentle, easy-going person, a salad of racial genes: a Swiss citizen, of mixed French and Austrian descent, with a dash of the Danube in his veins. I am going to pass around in a minute some lovely, glossy-blue picture-postcards. He owned a luxurious hotel on the Riviera. His father and two grandfathers had sold wine, jewels and silk, respectively. At thirty he married an English girl, daughter of Jerome Dunn, the alpinist, and granddaughter of two Dorset parsons, experts in obscure subjects--paleopedology and Aeolian harps, respectively. My very photogenic mother died in a freak accident (picnic, lightning) when I was three, and, save for a pocket of warmth in the darkest</span><span style="font-style: italic;"> past, nothing of her subsists within the hollows and dells of memory, over which, if you can still stand my style (I am writing under observation), the sun of my infancy had set: surely, you all know those redolent remnants of day suspended, with the midges, about some hedge in bloom or suddenly entered and traversed by the rambler, at the bottom of a hill, in the summer</span><span style="font-style: italic;"> dusk; a furry warmth, golden midges.</span><br /><span style="font-style: italic;">My mother's elder sister, Sybil, whom a cousin of my father's had married and then neglected, served in my immediate family as a kind of unpaid governess and housekeeper. Somebody told me later that she had been in love with my father, and that he had lightheartedly taken advantage of it one rainy day and forgotten it by the time the weather cleared. I was extremely fond of her, despite the rigidity--the fatal rigidity--of some of her rules. Perhaps she wanted to make of me, in the fullness of time, a better widower than my father. Aunt Sybil had pink-rimmed azure eyes and a waxen complexion. She wrote poetry. She was poetically superstitious. She said she knew she would die soon after my sixteenth birthday, and did. Her husband, a great traveler in perfumes, spent most of his time in America, where eventually he founded a firm and acquired a bit of real estate.</span><br /><span style="font-style: italic;">I grew, a happy, healthy child in a bright would of illustrated books, clean sand, orange trees, friendly dogs, sea vistas and smiling faces. Around me the splendid Hotel Mirana revolved as a kind of private universe, a whitewashed cosmos within the blue greater one that blazed outside. From the aproned pot-scrubber to the flanneled potentate, everybody liked me, everybody petted me. Elderly American ladies leaning on their canes listed towards me like towers of Pisa. Ruined Russian princesses who could not pay my father, bought me expensive bonbons. He, mon cher petit papa, took me out boating and biking, taught me to swim and dive and water-ski, read to me Don Quixote and Les Miserables, and I adored and respected him and felt glad for him whenever I overheard the servants discuss his various lady-friends, beautiful and kind beings who made much of me and cooed and shed precious tears over my cheerful motherlessness.</span><br /><span style="font-style: italic;">I attended an English day school a few miles from home, and there I played rackets and fives, and got excellent marks, and was on perfect terms with schoolmates and teachers alike. The only definite sexual events that I can remember as having occurred before my thirteenth birthday (that is, before I first saw my little Annabel) were: a solemn, decorous and purely theoretical talk about pubertal surprises in the rose garden of the school with an American kid, the son of a then celebrated motion-picture actress whom he seldom saw in the three-dimensional world; and some interesting reactions on the part of my organism to certain photographs, pearl and umbra, with infinitely soft partings, in Pichon's sumptuous La Beauté</span><span style="font-style: italic;"> Humaine that that I had filched from under a mountain of marble-bound Graphics in the hotel library. Later, in his delightful debonair manner, my father gave me all the information he thought I needed about sex; this was just before sending me, in the autumn of 1923, to a lycée in Lyon (where we were to spend three winters); but alas, in the summer of that year, he was touring Italy with Mme de R. and her daughter, and I had nobody to complain to, nobody to consult.</span><br /></div></blockquote><br /><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"></div><blockquote><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" >Lolita</span><br /></div><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);font-size:85%;" >A Vera</span><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 51);font-size:85%;" >PRÓLOGO</span><br /></div>Lolita o las Confesiones de un viudo de raza blanca: tales eran los dos títulos con los cuales el autor de esta nota recibió las extrañas páginas que prologa. «Humbert Humbert», su autor, había muerto de trombosis coronaria, en la prisión, el 16 de noviembre de 1952, pocos días antes de que se fijara el comienzo de su proceso. Su abogado, mi buen amigo y pariente Clarence Choate Clark, Esquire, que pertenece ahora al foro del distrito de Columbia, me pidió que publicara el manuscrito apoyando su demanda en una cláusula del testamento de su cliente que daba a mi eminente primo facultades para obrar según su propio criterio en cuanto se relacionara con la publicación de Lolita. Es posible que la decisión de Clark se debiera al hecho de que el editor elegido acabara de obtener el Premio Polingo por una modesta obra (¿Tienen sentido los sentidos?) donde se discuten ciertas perversiones y estados morbosos.<br />Mi tarea resultó más simple de lo que ambos habíamos supuesto. Salvo la corrección de algunos solecismos y la cuidadosa supresión de unos pocos y tenaces detalles que, a pesar de los esfuerzos de «H. H.», aún subsistían en su texto como señales y lápidas (indicadoras de lugares o personas que el gusto habría debido evitar y la compasión suprimir), estas notables Memorias se presentan intactas. El curioso apellido de su autor es invención suya y, desde luego, esa máscara –a través de la cual parecen brillar dos ojos hipnóticos– no se ha levantado, de acuerdo con los deseos de su portador. Mientras que «Haze» sólo rima con el verdadero apellido de la heroína, su nombre está demasiado implicado en la trama íntima del libro para que nos hayamos permitido alterarlo; por lo demás, como advertirá el propio lector, no había necesidad de hacerlo. El curioso puede encontrar referencias al crimen de «H. H.» en los periódicos de septiembre de 1952; la causa y el propósito del crimen se habrían mantenido en un misterio absoluto de no haber permitido el autor que estas Memorias fueran a dar bajo la luz de mi lámpara.<br />En provecho de lectores anticuados que desean rastrear los destinos de las personas más allá de la historia real; pueden suministrarse unos pocos detalles recibidos del señor Windmuller, de Ramsdale, que desea ocultar su identidad para que «las largas sombras de esta historia dolorosa y sórdida» no lleguen hasta la comunidad a la cual está orgulloso de pertenecer. Su hija, Louise, está ahora en las aulas de un colegio: Mona Dahl estudia en París. Rita se ha casado recientemente con el dueño de un hotel de Florida. La señora de Richard F. Schiller murió al dar a luz a un niño que nació muerto, en la Navidad de 1952, en Gray Star, un establecimiento del lejano noroeste. Vivian Darkbloom es autora de una biografía, Mi réplica, que se publicará próximamente. Los críticos que han examinado el manuscrito lo declaran su mejor libro. Los cuidadores de los diversos cementerios mencionados informan que no se ven fantasmas por ningún lado.<br />Considerada sencillamente como novela, Lolita presenta situaciones y emociones que el lector encontraría exasperantes por su vaguedad si su expresión se hubiese diluido mediante insípidas evasivas. Por cierto que no se hallará en todo el libro un solo término obsceno; en verdad, el robusto filisteo a quien las convenciones modernas persuaden de que acepte sin escrúpulos una profusa ornamentación de palabras de cuatro letras en cualquier novela trivial, sentirá no poco asombro al comprobar que aquí están ausentes. Pero si, paraalivio de esos paradójicos mojigatos, algún editor intentara disimular o suprimir escenas que cierto tipo de mentalidad llamaría «afrodisíacas» (véase en este sentido la documental resolución sentenciada el 6 de diciembre de 1933 por el Honorable John M. Woolsey con respecto a otro libro, considerablemente más explícito), habría que desistir por completo de la publicación de Lolita, puesto que esas escenas mismas –que torpemente podríamos acusar de poseer una existencia sensual y gratuita– son las más estrictamente funcionales en el desarrollo de una trágica narración que apunta sin desviarse nada menos que a una apoteosis moral. El cínico alegará que la pornografía comercial tiene la misma pretensión; el médico objetará que la apasionada confesión de «H. H.» es una tempestad en un tubo de ensayo; que por lo menos el doce por ciento de los varones adultos norteamericanos –estimación harto moderada según la doctora Blanche Schwarzmann (comunicación verbal)– pasan anualmente de un modo u otro por la peculiar experiencia descrita con tal desesperación por «H. H.»; que si nuestro ofuscado autobiógrafo hubiera consultado, en ese verano fatal de 1947, a un psicópata competente, no habría ocurrido el desastre. Pero tampoco habría aparecido este libro.<br />Se excusará a este comentador que repita lo que ha enfatizado en sus libros y conferencias: lo ofensivo no suele ser más que un sinónimo de lo insólito. Una obra de arte es, desde luego, siempre original; su naturaleza misma, por lo tanto, hace que se presente como una sorpresa más o menos alarmante. No tengo la intención de glorificar a «H. H.». Sin duda, es un hombre abominable, abyecto, un ejemplo flagrante de lepra moral, una mezcla de ferocidad y jocosidad que acaso revele una suprema desdicha, pero que no puede ejercer atracción. Su capricho llega a la extravagancia. Muchas de sus opiniones formuladas aquí y allá sobre las gentes y el paisaje de este país son ridículas. Cierta desesperada honradez que vibra en su confesión no lo absuelve de pecados de diabólica astucia. Es un anormal. No es un caballero. Pero, ¡con qué magia su violín armonioso conjura en nosotros una ternura, una compasión hacia Lolita que nos entrega a la fascinación del libro, al propio tiempo que abominamos de su autor!<br />Como exposición de un caso, Lolita habrá de ser, sin duda, una obra clásica en los círculos psiquiátricos. Como obra de arte, trasciende su aspecto expiatorio. Y más importante aún, para nosotros, que su trascendencia científica y su dignidad literaria es el impacto ético que el libro tendrá sobre el lector serio. Pues en este punzante estudio personal se encierra una lección general. La niña descarriada, la madre egoísta, el anheloso maniático no son tan sólo vívidos caracteres de una historia única; nos previenen contra peligrosas tendencias, evidencian males poderosos. Lolita hará que todos nosotros –padres, sociólogos, educadores– nos consagremos con celo y visión mucho mayores a la tarea de lograr una generación mejor en un mundo más seguro.<br />JOHN RAY JR., Doctor en Filosofía, Widworth, Mass.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 51);font-size:85%;" >PRIMERA PARTE</span><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 51);">1</span><br /></div>Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.<br />Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.<br />¿Tuvo Lolita una precursora? Por cierto que la tuvo. En verdad, Lolita no pudo existir para mí si un verano no hubiese amado a otra... «En un principado junto al mar.» ¿Cuándo? Tantos años antes de que naciera Lolita como tenía yo ese verano. Siempre puede uno contar con un asesino para una prosa fantástica.<br />Señoras y señores del jurado, la prueba número uno es lo que envidiaron los serafines de Poe, los errados, simples serafines de nobles alas. Mirad esta maraña de espinas.<br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 51);">2</span><br /></div>Nací en París en 1910. Mi padre era una persona suave, de trato fácil, una ensalada de orígenes raciales: ciudadano suizo de ascendencia francesa y austríaca, con una corriente del Danubio en las venas. Revisaré en un minuto algunas encantadoras postales de brillo azulino. Poseía un lujoso hotel en la Riviera. Su padre y sus dos abuelos habían vendido vino, alhajas y seda, respectivamente. A los treinta años se casó con una muchacha inglesa, hija de Jerome Dunn, el alpinista, y nieta de los párrocos de Dorset, expertos en temas oscuros: paleopedología y arpas eólicas. Mi madre, muy fotogénica, murió a causa de un absurdo accidente (un rayo durante un pic-nic) cuando tenía yo tres años, y salvo una zona de tibieza en el pasado más impenetrable, nada subsiste de ella en las hondonadas y valles del recuerdo sobre los cuales, si aún pueden ustedes sobrellevar mi estilo (escribo bajo vigilancia), se puso el sol de mi infancia: sin duda todos ustedes conocen esos fragantes resabios de días suspendidos, como moscas minúsculas, en torno de algún seto en flor o súbitamente invadido y atravesado por las trepadoras, al pie de una colina, en la penumbra estival: sedosa tibieza, dorados moscardones.<br />La hermana mayor de mi madre, Sybil, casada con un primo de mi padre que le abandonó, servía en mi ámbito familiar como gobernanta gratuita y ama de llaves. Alguien me dijo después que estuvo enamorada de mi padre y que él, livianamente, sacó provecho de tal sentimiento en un día lluvioso, para olvidar la cosa cuando el tiempo aclaró. Yo le tenía mucho cariño, a pesar de la rigidez –la rigidez fatal– de algunas de sus normas. Quizá lo que ella deseaba era hacer de mí, en la plenitud del tiempo, un viudo mejor que mi padre. Mi Sybil tenía los ojos azules, ribeteados de rojo, y la piel como de cera. Era poéticamente supersticiosa. Decía que estaba segura de morir no bien cumpliera yo dieciséis y así fue. Su marido, un gran traficante de perfumes, pasó la mayor parte del tiempo en Norteamérica, donde acabó fundando una compañía que adquirió bienes raíces.<br />Crecí como un niño feliz, saludable, en un mundo brillante de libros ilustrados, arena limpia, naranjos, perros amistosos, paisajes marítimos y rostros sonrientes. En torno a mí, la espléndida mansión Mirana giraba como una especie de universo privado, un cosmos blanqueado dentro del otro más vasto y azul que resplandecía fuera de él. Desde la fregona de delantal hasta el potentado de franela, todos gustaban de mí, todos me mimaban. Maduras damas norteamericanas se apoyaban en sus bastones y se inclinaban hacia mí como torres de Pisa. Princesas rusas arruinadas que no podían pagar a mi padre me compraban bombones caros. Y él, mon cher petit papa, me sacaba a navegar y a pasear en bicicleta, me enseñaba a nadar y a zambullirme y a esquiar en el agua, me leía Don Quijote y Les Misérables y yo lo adoraba y lo respetaba y me enorgullecía de él cuando llegaban a mí las discusiones de los criados sobre sus varias amigas, seres hermosos y afectuosos que me festejaban mucho y vertían preciosas lágrimas sobre mi alegre orfandad.<br />Asistía a una escuela diurna inglesa a pocas millas de Mirana; allí jugaba al tenis y a la pelota, obtenía excelentes calificaciones y estaba en términos perfectos con mis compañeros y profesores. Los únicos acontecimientos definitivamente sexuales que recuerdo antes de que cumpliera trece años (o sea antes de que viera por primera vez a mi pequeña Annabel) fueron una conversación solemne, decorosa y puramente teórica sobre las sorpresas de la pubertad, sostenida en el rosal de la escuela con un alumno norteamericano, hijo de una actriz cinematográfica por entonces muy celebrada y a la cual veía muy rara vez en el mundo tridimensional, y ciertas interesantes reacciones de mi organismo ante determinadas fotografías, nácar y sombras, con hendiduras infinitamente suaves, en el suntuoso La Beauté Humaine, de Pichon, que había hurtado de debajo de una pila de Graphics encuadernados en papel jaspeado, en la biblioteca de la mansión. Después, con su estilo deliciosamente afable, mi padre me suministró toda la información que consideró necesaria sobre el sexo; eso fue justo antes de enviarme, en el otoño de 1923, a un lycée de Lyon (donde habríamos de pasar tres inviernos); pero, ay, en el verano de ese año mi padre recorría Italia con Madame de R. y su hija, y yo no tenía a nadie con quien consolarme, a nadie a quien consultar.<br /></blockquote><br /><span style="color: rgb(153, 0, 0); font-weight: bold; font-style: italic;font-size:100%;" >Lolita</span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">(Traducción de Enrique Tejedor)</span><br /><span style="font-weight: bold;">Vladimir Nabokob</span><br /></div><br /><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(51, 51, 51);">Siempre Lolita</span><br /></div>Cada página de <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Lolita</span>, equivale a una novela decente de 400 páginas, aqui tienen como siete páginas de <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Lolita</span>. La musa que ayudó a escoger las palabras a <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Nabokov</span>, regresa al mundo una vez cada siglo. No tendremos otra <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Lolita</span>, hasta el 2050, y para entonces, el que esto escribe, habrá desaparecido de la faz de la tierra.<br />En viajes en coche, y cuando uno tiene sentado en el asiento de al lado, sin poderse mover, y a la distancia perfecta para soltarle una perorata filosófica (cuando uno es de naturaleza filosófica), he sentido vívamente herida mi vanidad, pues después de explicar cómo funciona el mundo, de qué está hecho y rematar mi discurso, con una coda final que haría rechinar de envidia los dientes de <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Demóstenes</span>; después de la coda, como digo, y en el silencio expectante para oir la aprobación con palabras mezcladas con idolatría, oigo: "Has visto a ese ternerito mamando de la vaca".<br />Nunca dejo de acordarme de <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Lolita</span> y de la <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">vanitas</span>:<br /></div><br /><div style="text-align: justify;"></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Segunda parte</span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">18</span><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">......</span><br /></div>—¿Qué te ha preguntado ese hombre, Lo?<br />—¿Qué hombre? Ah, ése... Ah sí.No sé... Me ha preguntado si tenía un mapa. Se ha perdido, supongo.<br />Cuando volvimos a la carretera, le dije:<br />—Escúchame, Lo: no sé si me mientes o no, no sé si estás loca o no, y no me importa, por ahora. Pero ese individuo nos ha seguido todo el día, y su automóvil estaba ayer en el motel, y creo que es un policía. Sabes perfectamente bien qué ocurrirá y a dónde irás a parar si la policía descubre ciertas cosas. Ahora dime exactamente qué te ha dicho y qué le has dicho.<br />Se rió.<br />—Si es de veras un policía –chilló, con una argumentación que<br />no carecía de lógica–, lo peor que podemos hacer es demostrarle que tenemos miedo. Ignóralo, papá.<br />—¿Te ha preguntado adonde íbamos?<br />—Oh, ya lo sabe.<br />Se burlaba.<br />—De todos modos, ahora le he visto la cara –dije, para cambiar de<br />tema–. No es guapo. Se parece muchísimo a un pariente mío llamado Trapp.<br />—Quizás sea Trapp. En tu lugar... Oh mira, todos los nueves se transforman en el millar siguiente. Cuando era pequeña –siguió inesperadamente– creía que los números se detendrían y volverían a ser nueves si mi madre ponía la marcha atrás, pero nunca quiso probarlo.<br />Era la primera vez, creo, que hablaba espontáneamente de su niñez prehumbertiana. Quizás el teatro le hubiera enseñado aquel ardid. Seguimos viaje en silencio, sin perseguidores.<br /></div></blockquote><div style="text-align: justify;">He utilizado en esta ocasión la traducción de <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Francesc Roca</span>, de <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Anagrama</span>, por parecerme algo más apropiada,(en realidad las dos traducciónes son practicamente idénticas) el resto de páginas es de <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Ediciones Grijalbo</span> y su traductor <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Enrique Tejedor</span>.<br />No se olviden de adquirir el libro, no se arrepentirán. Y recuerden que la obra en sí, vale por 400 novelas buenas.<br />En cuanto a la imagen que ilustra esta entrada, <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Natalie Portman</span>, como <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Mathilda</span> en "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">León el profesional</span>", creo que representa adecuadamente lo que es una "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">nínfula</span>", y además fuma. En la novela, el mismo <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Nabokov</span> explica y desarrolla este "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">objeto literario</span>", hay más detalles en los enlaces de abajo.<br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Lolita, Candido, borgiano, kafkiano, convidado de piedra, quijotesco, dantesco, Romeo y Julieta</span> y un largo ecétera, han pasado al lenguaje de todas las épocas. Conseguirlo es una proeza que sólo está al alcance de titanes.<br /></div><br /><span style="font-weight: bold;">luis Markhos</span><br /><br />Sobre <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Vladimir_Nabokov"><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Nabokov</span></a><br />Sobre <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Lolita_%28novela%29"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Lolita</span></a><br />Compren el libro, por favor, <a href="http://www.anagrama-ed.es/titulo/PN__81"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">aquí</span></a>. Lolita en <a href="http://personales.ya.com/aleida/Web/Libros/Lolita.pdf"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">castellano</span></a> e <a href="http://lib.guru.ua/NABOKOW/lolitaengl.txt"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">inglés</span></a><br />Sobre las nínfulas: De Lolita y <a href="http://www.ub.edu/cdona/lectora_03/torrent.pdf"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">otros males </span></a>y<br />Un reino al lado del mar:<a href="http://148.226.9.79:8080/dspace/bitstream/123456789/890/1/1998107P27.pdf"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">erotismo y sentido</span></a> de la<br />poesía en Lolita<br />El itinerario de<a href="http://www.dezimmer.net/LolitaUSA/LoUSpre.htm"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);"> Humbert y Lolita</span></a><br />Portadas de<a href="http://www.librarything.com/work/913/covers/"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);"> Lolita</span></a>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-72145269324322899832009-04-12T23:00:00.003+02:002009-09-05T23:35:43.872+02:00Planilandia<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEip78CTTljoWgynlbZzvRaeD_S7Kuktyx4ZOhiKhyNG7Z3NIEdmwAt3bv4Qrpk8KL6KF9FgDOl-6iFLG9gnhfURbQfDnSlBEAJDisKJ19u7wd5ROaqBBET6d88HuoRZ2zNyDird-CO4DxZz/s1600-h/Flatland_cover+1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 303px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEip78CTTljoWgynlbZzvRaeD_S7Kuktyx4ZOhiKhyNG7Z3NIEdmwAt3bv4Qrpk8KL6KF9FgDOl-6iFLG9gnhfURbQfDnSlBEAJDisKJ19u7wd5ROaqBBET6d88HuoRZ2zNyDird-CO4DxZz/s400/Flatland_cover+1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5323913118778367298" border="0" /></a><span style="font-size:85%;"><span style="font-style: italic;">Portada de la sexta edición de Flatland. Fuente:Wikipedia.</span></span><br /></div><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);"></span><blockquote><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Flatland</span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">A Romance of Many Dimensions</span><br /><span style="color: rgb(102, 102, 102); font-style: italic;font-size:85%;" >With Illustrations</span><br /><span style="color: rgb(102, 102, 102); font-style: italic;font-size:85%;" >by the Author, </span><span style="color: rgb(102, 102, 102); font-style: italic;font-size:85%;" >A SQUARE</span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">"Fie, fie how franticly I square my talk!"</span><br /></div><div style="text-align: justify; font-style: italic;"><div style="text-align: center;">Dedication<br />To<br />The Inhabitants of SPACE IN GENERAL<br />And H.C. IN PARTICULAR<br />This Work is Dedicated<br />By a Humble Native of Flatland<br />In the Hope that<br />Even as he was Initiated into the Mysteries<br />Of THREE Dimensions<br />Having been previously conversant<br />With ONLY TWO<br />So the Citizens of that Celestial Region<br />May aspire yet higher and higher<br />To the Secrets of FOUR FIVE OR EVEN SIX Dimensions<br />Thereby contributing<br />To the Enlargment of THE IMAGINATION<br />And the possible Development<br />Of that most and excellent Gift of MODESTY<br />Among the Superior Races<br />Of SOLID HUMANITY<br /><br />PART 1<br />THIS WORLD<br /></div><div style="text-align: center;">Section 1<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Of the Nature of Flatland</span><br /></div><br />I CALL our world Flatland, not because we call it so, but to make its nature clearer to you, my happy readers, who are privileged to live in Space.<br />Imagine a vast sheet of paper on which straight Lines, Triangles, Squares, Pentagons, Hexagons, and other figures, instead of remaining fixed in their places, move freely about, on or in the surface, but without the power of rising above or sinking below it, very much like shadows--only hard with luminous edges--and you will then have a pretty correct notion of my country and countrymen. Alas, a few years ago, I should have said "my universe": but now my mind has been opened to higher views of things.<br />In such a country, you will perceive at once that it is impossible that there should be anything of what you call a "solid" kind; but I dare say you will suppose that we could at least distinguish by sight the Triangles, Squares, and other figures, moving about as I have described them. On the contrary, we could see nothing of the kind, not at least so as to distinguish one figure from another. Nothing was visible, nor could be visible, to us, except Straight Lines; and the necessity of this I will speedily demonstrate.<br />Place a penny on the middle of one of your tables in Space; and leaning over it, look down upon it. It will appear a circle.<br />But now, drawling back to the edge of the table, gradually lower your eye (thus bringing yourself more and more into the condition of the inhabitants of Flatland), and you will find the penny becoming more and more oval to your view, and at last when you have placed your eye exactly on the edge of the table (so that you are, as it were, actually a Flatlander) the penny will then have ceased to appear oval at all, and will have become, so far as you can see, a straight line.<br /></div><br /><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">PLANILANDIA</span><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Una novela de muchas dimensiones</span><br /><span style="color: rgb(102, 102, 102);font-size:85%;" ><span style="font-style: italic;">Ilustrado por el autor</span></span><br />Esta obra se la dedica<br />A<br />Los habitantes del ESPACIO EN GENERAL<br />Y a H. C. EN PARTICULAR<br />Un humilde nativo de Planilandia,<br />Con la esperanza de que<br />Aunque fue iniciado en los misterios<br />De las TRES dimensiones<br />Habiendo estado familiarizado previamente<br />Con SÓLO DOS<br />Los ciudadanos de esa región celeste puedan<br />Aspirar a elevarse más y más<br />Hasta los secretos de CUATRO, CINCO O HASTA SEIS dimensiones<br />Contribuyendo así A ampliar LA IMAGINACIÓN<br />Y al posible desarrollo<br />Del rarísimo y excelentísimo don de la MODESTIA<br />Entre las razas superiores<br />De la HUMANIDAD SÓLIDA.<br /><br />PRIMERA PARTE: ESTE MUNDO<br /></div><span style="font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102); font-weight: bold;font-size:85%;" >Sé paciente, pues el mundo es ancho y extenso.<br /></span><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">1. Sobre la naturaleza de Planilandia</span><br /></div>LLAMO A NUESTRO mundo Planilandia, no porque nosotros le llamemos así, sino para que os resulte más clara su naturaleza a vosotros, mis queridos lectores, qutenéis el privilegio de vivir en el espacio.<br />Imaginad una vasta hoja de papel en la que líneas rectas, triángulos, cuadrados, pentágonos, hexágonos y otras figuras, en vez de permanecer fijas en sus lugares, se moviesen libremente, en o sobre la superficie, pero sin la capacidad de elevarse por encima ni de hundirse por debajo de ella, de una forma muy parecida a las sombras (aunque unas sombras duras y de bordes luminosos) y tendríais entonces una noción bastante correcta de mi patria y de mis compatriotas. Hace unos años, ay, debería haber dicho «mi universo», pero ahora mi mente se ha abierto a una visión más elevada de las cosas.<br />En un país de estas características, comprenderéis inmediatamente que es imposible que pudiese haber nada de lo que vosotros llamáis género «sólido»; pero me atrevo a decir que supondréis que nosotros podríamos al menos distinguir con la vista los triángulos, los cuadrados y otras figuras, moviéndose de un lado a otro tal como las he descrito yo. Por el contrario, no podríamos ver nada de ese género, al menos no hasta el punto de distinguir una figura de otra. Nada era visible, ni podía ser visible, para nosotros, salvo líneas rectas; y demostraré enseguida la inevitabilidad de esto.<br />Poned una moneda en el centro de una de vuestras mesas de Espacio; e inclinándoos sobre ella, miradla. Parecerá un círculo. Pero ahora, retroceded hasta el borde de la mesa, id bajando la vista gradualmente (situándoos poco a poco en la condición de los habitantes de Planilandia) y veréis que la moneda se va haciendo oval a la vista; y, por último, cuando hayáis situado la vista exactamente en el borde de la mesa (hasta convertiros realmente, como si dijésemos, en un planilandés) la moneda habrá dejado por completo de parecer ovalada y se habrá convertido, desde vuestro punto de vista, en una línea recta.<br /></div></blockquote><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Planilandia</span><br /><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">(Traducción de José Manuel Álvarez Flórez</span>)<br /><span style="font-weight: bold;">Edwin A. Abbott</span><br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Planilandia, ideas, ideas, ideas</span>.<br /></div>La introducción de <a href="http://en.wikipedia.org/wiki/Banesh_Hoffmann"><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Banesh Hoffmann</span></a>, en la edición de <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">José J. de Olañeta, Editor</span>,(no he podido encontrar la edición que tengo y empieza ya a convertirse en un problema; de forma natural-forzada empiezo a acostumbrarme a leer las ediciones on-line), sintetiza perfectamente el proyecto literario de <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Abbott</span> y hay una frase que he subrayado en el texto de <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Hoffmann</span>, que me ha llamado la atención por lo certera que es:<br /><div style="text-align: justify;"></div><blockquote><div style="text-align: justify;">"He aquí una aventura conmovedora de matemáticas puras, una fantasía de espacios extraños poblados por figuras geométricas; figuras geométricas que piensan y hablan y tienen todas las emociones humanas. No es ningún relato intrascendente de ciencia-ficción. Su objetivo es instruir, y está escrito con maestría sutil. Empieza a leerla y caerás bajo su hechizo. Si eres joven de corazón y aún se agita dentro de ti la capacidad de asombro, leerás sin pausa hasta llegar, lamentándolo, al final. <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">No sospecharás sin embargo cuándo se escribió el relato y qué clase de hombre lo escribió</span>. Actualmente el espacio-tiempo y la cuarta dimensión son palabras familiares. Pero Planilandia, con su animado cuadro de una, dos, tres y más dimensiones, no se concibió en la época de la relatividad. Se escribió hace unos setenta años(ya son 124 años), cuando Einstein no era más que un niño y la idea del espacio-tiempo quedaba a casi un cuarto de siglo en el futuro."<br /></div></blockquote>El género de esta obra es la sátira, en la que los ingleses son verdaderos expertos:<br /><div style="text-align: justify;"><blockquote>"Los peligros a los que estamos expuestos en Planilandia por causa de nuestras mujeres deben resultar ya evidentes hasta para el menos perspicaz. Si ni siquiera el ángulo de un respetable triángulo de clase media está libre de riesgos, si tropezar con un trabajador significa un corte profundo, si la colisión con un oficial de la clase militar produce necesariamente una herida grave, si el simple roce del vértice de un soldado raso entraña peligro de muerte... ¿Qué puede significar tropezar con una mujer, salvo destrucción absoluta e inmediata? Y cuando una mujer resulta invisible, o visible sólo como un punto mate sublustroso, ¡qué difícil es siempre, hasta para el más cauto, evitar la colisión!<br />Se han promulgado muchas leyes en diferentes épocas, en los diversos estados de Planilandia, con el fin de reducir al mínimo este peligro. Y en los climas meridionales y menos templados, donde la fuerza de la gravedad es mayor y los seres humanos, más proclives a movimientos casuales e involuntarios, las leyes relativas a las mujeres son, como es natural, mucho más estrictas. Pero el resumen siguiente permitirá hacerse una idea general del código:<br />1. Las casas tienen que tener todas una entrada en el lado este para uso exclusivo de las mujeres; todas las mujeres han de entrar por ella «de una forma apropiada y respetuosa» y no por la puerta oeste o de los hombres.<br />2. Ninguna mujer entrará en un lugar público sin emitir de forma continua su «grito de paz» bajo pena de muerte.<br />3. Toda mujer de la que se certifique oficialmente que padece del baile de san Vito, de ataques, de catarro crónico acompañado de estornudos violentos, será inmediatamente destruida.<br />En algunos estados hay una ley suplementaria que prohíbe a las mujeres, bajo pena de muerte, andar o estar paradas en un lugar público sin mover la espalda constantemente de derecha a izquierda, para indicar su presencia a los que están detrás de ellas; en otros estados se obliga a las mujeres a que vayan seguidas, cuando viajan, de uno de sus hijos, o de algún criado, o de su marido; otros las confinan completamente a sus casas, salvo durante las festividades religiosas. Pero los más sabios de nuestros círculos, es decir, de nuestros estadistas, han descubierto que multiplicar las restricciones que se aplican a las mujeres no sólo lleva al debilitamiento y la disminución de la especie sino que incrementa también el número de asesinatos domésticos, hasta tal punto que el estado pierde más de lo que gana con un código demasiado represivo.<br />Pues siempre que se exasperan los ánimos de las mujeres de ese modo con el confinamiento en el hogar o con normas obstaculizadoras fuera de él, éstas tienden a desahogar su irritación con sus maridos e hijos; y en los climas menos templados ha resultado destruido a veces el total de la población masculina de una aldea en una o dos horas de estallido simultáneo de violencia femenina. Por eso las tres leyes que hemos mencionado se consideran suficientes en los estados mejor regulados y pueden ser aceptadas como una ejemplificación aproximada de nuestro código femenino.<br />Después de todo, nuestra principal salvaguardia se halla, no en el legislativo, sino en los intereses de las propias mujeres. Pues, aunque puedan infligir la muerte instantánea con un movimiento retrógrado, si no pueden sacar enseguida su extremidad punzante del cuerpo forcejeante de su víctima en el que se ha clavado, pueden acabar destrozados también sus propios cuerpos.<br />Obra en favor nuestro así mismo el poder de la moda. Ya señalé que en algunos estados menos civilizados no se permite que una mujer esté parada en un lugar público sin menear la espalda de derecha a izquierda. Esta práctica ha sido universal, entre damas con alguna pretensión de buena crianza, en todos los estados bien gobernados, hasta donde alcanza el recuerdo de las figuras. Los estados consideran todos ellos una desgracia que tenga que imponerse por ley lo que debería ser, y es en toda mujer respetable, un instinto natural. La ondulación rítmica y bien armonizada, si se nos permite decirlo, de la parte de atrás de nuestras damas de rango circular la envidia e imita la esposa del vulgar equilátero, que únicamente puede conseguir un mero balanceo monótono, como el vaivén de un péndulo; y el tictac regular del equilátero es admirado e imitado en grado semejante por la esposa del isósceles progresista y con aspiraciones, en las mujeres de cuya familia ningún «movimiento trasero» de ningún género se ha convertido hasta ahora en una necesidad de la vida. Debido a ello el «movimiento trasero» está tan presente, en todas las familias que gozan de posición y consideración, como lo está el tiempo; y maridos e hijos gozan en esos hogares de inmunidad, al menos de ataques invisibles."<br /></blockquote></div><br /><div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Planilandia</span> encierra pequeñas ideas que por acreción, darían para multitud de cuentos, el aprendiz de escritor (y lo somos todos, menos algunos pocos privilegiados) no debería dejar de echarle un vistazo, hay muchas rutas literarias de las que solo se ha mostrado un plano (y perdonen el chiste). Escribí en su día un relato con la temática geométrica de <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Planilandia</span>, pero aún no lo he encontrado entre mis papeles, así que, la sonrisa <span style="font-style: italic; font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">naïf</span> que seguro iban a dispensarle se retrasa un tiempo.<br /></div><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(153, 0, 0);">Luis Markhos</span><br /><br />Planelandia en<a style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);" href="http://www.puntoyrayafestival.com/docs/Planilandia.pdf"> castellano</a><br />Flatland en <a href="http://www.eldritchpress.org/eaa/FL.HTM"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">inglés</span></a><br />Sobre <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Edwin_Abbott_Abbott"><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Abbott</span></a><br />Sobre <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Planilandia"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Planilandia</span></a><br />Un hermoso artículo:<a style="color: rgb(102, 102, 102); font-weight: bold; font-style: italic;" href="http://www.unalmed.edu.co/%7Edirmate/documentos/SEMINARIO/ASanchez.pdf">"La conjetura de Poincaré y la forma del universo"</a><br />Carl Sagan explicando <a style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);" href="http://www.youtube.com/watch?v=Y9KT4M7kiSw">Planilandia en You Tube</a>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-11947174673766393802009-04-07T23:20:00.007+02:002009-12-30T19:39:08.374+01:00Solaris<div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvS3sNZ9voE7_IiS_hZzUKIZewUSxXqM3lep8o71ojCXibMddC4AFODxKgsZus9GSnWN_g7DUp_XZKc4ythv7aRO_ZRR_RKk9k3cjwr3uzILZAbGtEQWpgdHFU-VeNrpyk_RIDRJ5-8a2Q/s1600-h/EKN1000A.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5322062995767312818" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvS3sNZ9voE7_IiS_hZzUKIZewUSxXqM3lep8o71ojCXibMddC4AFODxKgsZus9GSnWN_g7DUp_XZKc4ythv7aRO_ZRR_RKk9k3cjwr3uzILZAbGtEQWpgdHFU-VeNrpyk_RIDRJ5-8a2Q/s320/EKN1000A.jpg" style="cursor: pointer; display: block; height: 234px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 320px;" /></a><span style="font-size: 78%;"><span style="font-style: italic;"><a href="http://www.dzimirsky.com/" style="color: #666666;">Dirk Dzimirsky</a>: Endless Summerdays (A nude woman lying on a couch and reading the book "Solaris" de Stanislaw lem.)</span></span><br />
</div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;"></span><br />
</div><blockquote><div style="text-align: center;"><span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Solaris</span><br />
<span style="color: #333333; font-weight: bold;">La llegada</span><br />
</div>A las diecinueve horas, tiempo de a bordo, me encaminé al área de lanzamiento. Alrededor del foso los hombres se apartaron para dejarme pasar; descendí por la escala y entré en la cápsula.<br />
En el estrecho habitáculo casi no podía separar los codos del cuerpo. Conecté el tubo de la bomba a la válvula de mi escafandra, que se infló rápidamente. A partir de ese instante ya no podría hacer ningún movimiento; yo estaba allí, de pie, o más bien suspendido, enfundado en mi traje neumático, incorporado al caparazón de metal.<br />
Alcé la vista; por encima del globo transparente vi una pared lisa, y allá, en lo alto, la cabeza de Moddard asomado por la abertura del foso. Moddard desapareció, y de pronto fue de noche. Acababan de bajar el pesado cono protector.<br />
Oí repetido ocho veces el zumbido de los motores eléctricos que ajustaban las tuercas, y luego el siseo del aire comprimido en los amortiguadores. Mis ojos se habituaban a la oscuridad; distinguí el cuadrante fosforescente del contador.<br />
Una voz resonó en los auriculares.<br />
–¿Listo, Kelvin?<br />
–Listo, Moddard –respondí.<br />
–No te preocupes por nada –dijo Moddard–. La Estación te recogerá en vuelo. ¡Buen viaje!<br />
Se oyó un chirrido, y la cápsula osciló. Casi involuntariamente apreté los músculos. No hubo ningún otro ruido, ningún otro movimiento.<br />
-¿Para cuándo la partida?-pregunté.<br />
Un susurro en el exterior, como una llovizna de arena fina.<br />
-¡Estás en ruta, Kelvin, buena suerte-respondió la voz de Moddard, tan cercana como antes.<br />
Una ancha mirilla se abrió a la altura de mis ojos, y vi las estrellas. El Prometeo navegaba por las inmediaciones de Alfa de Acuario, pero traté en vano, de orientarme. Un polvo centelleante llenaba el ojo de buey; el cielo de aquella región de la galaxia me era desconocido, y no pude identificar ni una sola constelación.Yo esperaba que en cualquier momento se me apareciera alguna estrella aislada; no distinguí ninguna. El centelleo se atenuaba; las estrellas huían, confundidas en una vaga luminosidad pùrpura, así me enteré de la distancia que había recorrido. Rígido el cuerpo, oprimido en mi funda neumática, hendía el espacio con la impresión de encontrarme suspendido en medio del vacío, y teniendo como una distracción el calor que aumentaba lenta, progresivamente.<br />
De pronto hubo un crujido un ruido áspero, como una lámina de acero que se desplaza sobre una placa de vidrio mojada. Y comenzó la caída. Si no hubiese visto las cifras que saltaban en el cuadrante luminoso, no habría notado el cambio de dirección. Desaparecidas mucho antes todas las estrellas, la mirada se perdía, ahora y siempre, en la pálida claridad rojiza del infinito. El corazón me golpeaba el pecho, pesadamente. Sentía en la nuca el soplo fresco del climatizador, y sin embargo me ardían las mejillas. Lamentaba no haber localizado al Prometeo; sin duda ya se había perdido de vista aun antes que los comandos automáticos abrieran las persianas del ojo de buey. Una violenta sacudida estremeció el vehículo, y en seguida otra. La cápsula se puso a vibrar; atravesando mi envoltura neumática, la vibración me alcanzó y me corrió por el cuerpo, de pies a cabeza; multiplicada, la fosforescencia del cuadrante del contador se desplegó en todas direcciones. Ignoré el miedo. ¡No había emprendido ese largo viaje para pasar ahora por encima de la meta!<br />
Llamé:<br />
—¡Estación Solaris! ¡Estación Solaris! ¡Estación Solaris! ¡Creo que me voy desviando, corrijan la trayectoria! ¡Estación Solaris, aquí la cápsula del Prometeo! ¡Conteste, Solaris, escucho!<br />
¡Acababa de perder un precioso instante, la aparición del planeta! Solaris se extendía ante mis ojos, inmenso ya, chato; no obstante, me pareció que yo estaba lejos todavía, a juzgar por el aspecto de la superficie. O mejor dicho, que yo estaba todavía a gran altura, puesto que había dejado atrás esa frontera imperceptible donde la distancia que nos separa de un cuerpo celeste empieza a medirse en términos de altitud. Me sentía caer. Sí, ahora sentía la caída hasta con los ojos cerrados. Los abrí en seguida, pues no quería perderme nada.<br />
Esperé un minuto en silencio; luego reanudé los llamados. Ninguna respuesta. En los auriculares, sobre un rumor de fondo bajo y profundo, que imaginé era la voz misma del planeta, las crepitaciones venían en salvas. Un velo cubrió el cielo anaranjado, y el ojo de buey se oscureció; instintivamente, me acurruqué todo lo que pude en la funda neumática; casi enseguida comprendí que atravesaba una capa de nubes. Como aspirada hacia las alturas, la masa de nubes partió en vuelo. Yo planeaba, ya a la luz, ya a la sombra; la cápsula giraba alrededor de un eje vertical. Gigantesca, la esfera solar se mostró al fin delante del vidrio, emergiendo por la izquierda, y desapareciendo por la derecha.<br />
Una voz lejana me llegó a través del rumor y las crepitaciones:<br />
—¡Atención, Estación Solaris! Aquí Estación Solaris. Todo en orden. Está usted bajo el control de la Estación Solaris. La cápsula se posará en tiempo cero. Repito, la cápsula se posará en tiempo cero. Repito, la cápsula se posará en tiempo cero. ¡Prepárese! Atención, empiezo. Doscientos cincuenta, doscientos cuarenta y nueve, doscientos cuarenta y ocho...<br />
Maullidos secos entrecortaban las palabras: un dispositivo automático articulaba frases de bienvenida. Y eso era en todo caso sorprendente. Por lo general, los hombres de una estación del espacio se apresuran a dar la bienvenida al recién llegado, sobre todo cuando éste viene directamente de la Tierra. No tuve oportunidad de sorprenderme mucho tiempo, pues la órbita del Sol, que hasta ese momento me rodeaba, se desplazó de pronto, y pareció que el disco incandescente danzaba en el horizonte, mostrándose ya a la izquierda, ya a la derecha del planeta. Yo oscilaba como la pesa de un péndulo gigante, en tanto el planeta, superficie estriada de surcos violáceos y negruzcos, se alzaba delante de mí como una pared. Empezaba a marearme cuando descubrí una superficie ajedrezada por puntos verdes y blancos: la señal de orientación. Algo se desprendió, con un chasquido, del cono de la cápsula; el largo collar del paracaídas desplegó con furor sus anillos, y el ruido que llegó hasta mí me evocó irresistiblemente la Tierra: por primera vez al cabo de tantos meses, el rugido del viento.<br />
Luego todo fue muy rapido. Hasta ese momento, yo sabía que estaba cayendo. Ahora, lo veía.El tablero verde y blanco crecía rápidamente, y pude ver que estaba pintado sobre un cuerpo oblongo y plateado, en forma de ballena, los flancos erizados de antenas de radar; observé que el coloso metálico, atravesado por varias hileras de orificios sombríos, no descansaba sobre la superficie del planeta, sino que estaba suspendido en el aire, proyectando sobre un fondo de tinta una sombra elipsoidal de un negro más intenso. Divisé las ondas apizarradas del océano, animadas de un débil movimiento, y de golpe las nubes subieron a gran altura, circundadas por un deslumbrante fulgor escarlata; más allá, el cielo leonado se volvió ceniciento, lejano y apacible; y todo se borró; yo estaba cayendo en espiral.<br />
Un golpe seco estabilizó la cápsula: a través de la mirilla, volví a ver las olas del océano como centelleantes crestas de mercurio; los cabos se soltaron de pronto y los anillos del paracaídas, llevados por el viento, volaron en tumulto más allá de las olas; la cápsula descendió; un campo magnético artificial la hizo oscilar lentamente, de un modo raro. Todavía tuve tiempo de ver las barandillas de las plataformas de lanzamiento, y en la cúspide de las torres caladas, los espejos de dos radiotelescopios. Hubo un estrépito de acero que rebotaba sobre acero, y la cápsula se inmovilizó; se abrió una trampa, y con un largo suspiro ronco el capullo metálico que me aprisionaba llegó al fin del viaje.<br />
Oí la voz inanimada del centro de información.<br />
-Estación Solaris. Cero y cero. La cápsula se ha posado.<br />
</blockquote><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Solaris</span><br />
</div><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">(Traducción de Matilde Horne y F.A.)</span><br />
<span style="font-weight: bold;">Stanislaw Lem</span><br />
<br />
<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Leer Solaris desnudo</span><br />
</div>El genial dibujante <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Dirk Dzimirsky</span> evoca la lectura de <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Solaris</span> por medio de esa mujer leyendo desnuda y recostada en el sofá. Creo que para el lector o lectora al que el género de la ciencia ficción le parezca poco serio, debería intentar leer <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Solaris</span> de esa forma. Lo cierto es que acercarse sin prejuicios a la ciencia ficción es imposible, y , por tanto, debe desecharse por ello, la posibilidad de hacerlo por impulso de la mera fuerza de la voluntad. Hagamos como propone <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Dirk Dzimirsky</span> y acerquémonos desnudos al libro, cojámoslo y recostémonos, y comencemos a leerlo. <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Solaris</span> es una obra maestra de la ciencia ficción, pero no se debe de suponer que su prosa juega en la misma liga que el <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Quijote</span> o la <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Odisea</span>; ¿y por qué no?, sencillamente por un hecho incontestable, si lo haría, no existirían los géneros literarios.<br />
</div><br />
Sobre <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Stanis%C5%82aw_Lem" style="color: #666666; font-weight: bold;">Stanislaw lem</a> y <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Solaris_%28novela%29" style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Solaris</a> en Wikipedia.<br />
Sobre él y sus obras en <a href="http://www.ciencia-ficcion.com/autores/lems.htm" style="color: #666666; font-weight: bold;">Sitio</a> de Ciencia-Ficción<br />
En Ítaca sobre <a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2008/08/la-extelopedia-vestrand.html" style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">La Extelopedia Vestrand</a> la<a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/03/la-eruntica.html" style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;"> Erúntica</a> e <a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/07/historia-de-la-literatura-bitica.html" style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Historia de la literatura bítica.</a><br />
Sobre <b><a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/12/llegara-usted-ser-un-ordenador.html">Golem XIV </a></b><br />
Sobre<a href="http://www.dzimirsky.com/akt/akt.html" style="color: #666666; font-weight: bold;"> Dirk Dzimirsky</a><br />
Leer Solaris en <a href="http://www.scribd.com/doc/12360392/Stanislaw-Lem-Solaris-Espanol" style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Scribd</a>; es mejor leerlo en papel (por ahora),<br />
aunque quizás el calorcito del portátil sobre la piel desnuda del estómago,<br />
haga más placentera su lectura en la pantalla.Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-67680767240257553042009-04-05T22:04:00.010+02:002009-12-30T17:56:33.125+01:00Tempus fugit<div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpvGb-Zc3CYRXu_6JugjRySjQceTLtQ2ofPjKbhqpW8RjWLw_aaxo2y_84a7enxXqmRx5sK7D1omo63d1yugSIQmskNvBnqP7RD9vFZAYRZYapTpdoFHQnL1DApzra4Nmdz9krYxVuYsBO/s1600-h/Copia+de+bifurcaciones_alice1+clock.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5321300953809125522" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpvGb-Zc3CYRXu_6JugjRySjQceTLtQ2ofPjKbhqpW8RjWLw_aaxo2y_84a7enxXqmRx5sK7D1omo63d1yugSIQmskNvBnqP7RD9vFZAYRZYapTpdoFHQnL1DApzra4Nmdz9krYxVuYsBO/s320/Copia+de+bifurcaciones_alice1+clock.jpg" style="cursor: pointer; display: block; height: 320px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 320px;" /></a><span style="font-size: 85%;"><span style="font-style: italic;">Alice clock. (Fuente <a href="http://www.bifurcaciones.com/" style="color: #666666;">www.bifurcaciones</a>.cl/004)</span></span><br />
</div><br />
<span style="font-size: 130%;"><span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;"></span></span><br />
<blockquote><span style="font-size: 130%;"><span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">"Tempus fugit"</span></span><br />
<br />
<span style="font-size: 130%;"><span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Sed fugit interea, fugit inreparabile tempus,</span><br />
<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">singula dum capti circumvectamur amore.</span><br />
<br />
<span style="color: #666666; font-weight: bold;">El tiempo no espera... y nos demoramos </span><br />
<span style="color: #666666; font-weight: bold;">enfrascados en naderías.</span></span><br />
<span style="font-size: 85%;"><span style="font-style: italic;">(Versión libre sobre el sentido de la frase)</span></span><br />
</blockquote><br />
<div style="color: #444444;"><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Ge%C3%B3rgicas"><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Georgicas</span></a><br />
</div><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Liber tertius, 284-5.</span><br />
<div style="color: #444444;"><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Virgilio"><span style="font-weight: bold;">Virgilio</span></a><br />
</div><br />
<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: #666666; font-size: large; font-style: italic; font-weight: bold;">Tempus fugit</span><br />
</div>La frase de <b style="color: #444444;">Virgilio</b> es la divisa de este blog, es el "<i style="color: #444444;"><b>irrecuperable paso del tiempo</b></i>", insertado como un músculo al hueso, con el "<a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Carpe_diem"><i style="color: #444444;"><b>carpe diem</b></i></a>". El tiempo es una dimensión extraña, cuya complejidad anonada cuando se trata de comprenderlo; es más fácil "<a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/05/que-es-el-tiempo.html"><i style="color: #444444;"><b>explicarl</b></i>o</a>" que "<a href="http://libronera.blogspot.com/2009/05/aprovecha-el-momento.html"><i style="color: #444444;"><b>comprenderlo</b></i></a>". Literariamente se "<i style="color: #444444;"><b>siente</b></i>" el tiempo al leer frases como la de <b style="color: #444444;">Virgilio</b>, o al ver las fotos de <a href="http://arjunpuri.wordpress.com/2009/10/11/strange-stories-about-nobel-laureates/" style="color: #444444;">escritores ya desaparecidos</a>. La sensación de pesar por el paso del tiempo, es una de las cargas, probablemente un efecto no esperado, de la amplitud de nuestra conciencia. Es una carga llevadera, pero a veces se hace tan pesada, que puede aplastar a la alegría de vivir.<br />
<span style="color: #990000; font-weight: bold;">Luis Markhos</span><br />
</div>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-71445155113828830032009-03-29T22:45:00.003+02:002009-12-30T23:25:53.578+01:00Infinidad de formas las más bellas y portentosas.<div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0H8Ofpc2GW0x1i8ZYkPRK1hTgGtLr_wCj4vYAqw8U_nvnpz-KtDMuEZhDq1YRX_CO2PCrnV7P6Xm0spsh0sZ62ALSAkYbmTsbm2Ac7fnG9G0RC1WwKYrffxkdJhgLuOIobDZp2QWYNcn5/s1600-h/Huxley_-_Mans_Place_in_Nature.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5318714147123188338" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0H8Ofpc2GW0x1i8ZYkPRK1hTgGtLr_wCj4vYAqw8U_nvnpz-KtDMuEZhDq1YRX_CO2PCrnV7P6Xm0spsh0sZ62ALSAkYbmTsbm2Ac7fnG9G0RC1WwKYrffxkdJhgLuOIobDZp2QWYNcn5/s320/Huxley_-_Mans_Place_in_Nature.jpg" style="cursor: pointer; display: block; height: 169px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 320px;" /></a><span style="font-size: 85%;"><span style="font-style: italic;">Evidence as to Man's Place in Nature de 1863, Thomas Huxley.Fuente Wikipedia</span></span><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-style: italic;"></span><br />
</div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">On the Origin of Species by Means of Natural Selection</span><br />
<span style="color: #666666; font-size: 85%; font-style: italic; font-weight: bold;">CHAPTER XIV.</span><br />
<span style="color: #333333; font-style: italic; font-weight: bold;">Recapitulation and Conclusion.</span><br />
</div><span style="color: #666666; font-style: italic;">Recapitulation of the difficulties on the theory of Natural Selection — Recapitulation of the general and special circumstances in its favour — Causes of the general belief in the immutability of species — How far the theory of natural selection may be extended — Effects of its adoption on the study of Natural history — Concluding remarks.</span><br />
<span style="font-style: italic;">As this whole volume is one long argument, it may be convenient to the reader to have the leading facts and inferences briefly recapitulated.</span><br />
<span style="font-style: italic;">That many and grave objections may be advanced against the theory of descent with modification through natural selection, I do not deny. I have endeavoured to give to them their full force. Nothing at first can appear more difficult to believe than that the more complex organs and instincts should have been perfected, not by means superior to, though analogous with, human reason, but by the accumulation of innumerable slight variations, each good for the individual possessor. Nevertheless, this difficulty, though appearing to our imagination insuperably great, cannot be considered real if we admit the following propositions, namely,—that gradations in the perfection of any organ or instinct, which we may consider, either do now exist or could have existed, each good of its kind,—that all organs and instincts are, in ever so slight a degree, variable,—and, lastly, that there is a struggle for existence leading to the preservation of each profitable deviation of structure or instinct. The truth of these propositions cannot, I think, be disputed.</span><br />
<span style="font-style: italic;">It is, no doubt, extremely difficult even to conjecture by what gradations many structures have been perfected, more especially amongst broken and failing groups of organic beings; but we see so many strange gradations in nature, as is proclaimed by the canon, "Natura non facit saltum," that we ought to be extremely cautious in saying that any organ or instinct, or any whole being, could not have arrived at its present state by many graduated steps. There are, it must be admitted, cases of special difficulty on the theory of natural selection; and one of the most curious of these is the existence of two or three defined castes of workers or sterile females in the same community of ants; but I have attempted to show how this difficulty can be mastered.</span><br />
<div style="text-align: center;"><span style="font-style: italic;">......</span><br />
</div><span style="font-style: italic;">As each species tends by its geometrical ratio of reproduction to increase inordinately in number; and as the modified descendants of each species will be enabled to increase by so much the more as they become more diversified in habits and structure, so as to be enabled to seize on many and widely different places in the economy of nature, there will be a constant tendency in natural selection to preserve the most divergent offspring of any one species. Hence during a long-continued course of modification, the slight differences, characteristic of varieties of the same species, tend to be augmented into the greater differences characteristic of species of the same genus. New and improved varieties will inevitably supplant and exterminate the older, less improved and intermediate varieties; and thus species are rendered to a large extent defined and distinct objects. Dominant species belonging to the larger groups tend to give birth to new and dominant forms; so that each large group tends to become still larger, and at the same time more divergent in character. But as all groups cannot thus succeed in increasing in size, for the world would not hold them, the more dominant groups beat the less dominant. This tendency in the large groups to go on increasing in size and diverging in character, together with the almost inevitable contingency of much extinction, explains the arrangement of all the forms of life, in groups subordinate to groups, all within a few great classes, which we now see everywhere around us, and which has prevailed throughout all time. This grand fact of the grouping of all organic beings seems to me utterly inexplicable on the theory of creation.</span><br />
<span style="font-style: italic;">As natural selection acts solely by accumulating slight, successive, favourable variations, it can produce no great or sudden modification; it can act only by very short and slow steps. Hence the canon of "Natura non facit saltum," which every fresh addition to our knowledge tends to make more strictly correct, is on this theory simply intelligible. We can plainly see why nature is prodigal in variety, though niggard in innovation. But why this should be a law of nature if each species has been independently created, no man can explain.</span><br />
<div style="text-align: center;"><span style="font-style: italic;">...</span>...<br />
</div><span style="font-style: italic;">It is interesting to contemplate an entangled bank, clothed with many plants of many kinds, with birds singing on the bushes, with various insects flitting about, and with worms crawling through the damp earth, and to reflect that these elaborately constructed forms, so different from each other, and dependent on each other in so complex a manner, have all been produced by laws acting around us. These laws, taken in the largest sense, being Growth with Reproduction; Inheritance which is almost implied by reproduction; Variability from the indirect and direct action of the external conditions of life, and from use and disuse; a Ratio of Increase so high as to lead to a Struggle for Life, and as a consequence to Natural Selection, entailing Divergence of Character and the Extinction of less-improved forms. Thus, from the war of nature, from famine and death, the most exalted object which we are capable of conceiving, namely, the production of the higher animals, directly follows. There is grandeur in this view of life, with its several powers, having been originally breathed into a few forms or into one; and that, whilst this planet has gone cycling on according to the fixed law of gravity, from so simple a beginning endless forms most beautiful and most wonderful have been, and are being, evolved.</span><br />
<br />
</div></blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-weight: bold;"></span><br />
</div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: #666666; font-weight: bold;">El origen de las especies por medio de la selección natural</span><br />
<span style="color: #666666; font-weight: bold;">Capítulo XV</span><br />
<span style="color: #333333; font-weight: bold;">Recapitulación y conclusión.</span><br />
</div><span style="color: #666666;">Recapitulación de objeciones a la teoría de la selección natural -Recapitulación de los hechos generales y especiales a su favor. -Causas de la creencia general en la inmutabilidad de las especies. -Hasta qué punto puede extenderse la teoría de la selección natural. -Efectos de su admisión en el estudio de la Historia Natural. -Observaciones finales.</span><br />
Como este libro entero es una larga argumentación, puede ser conveniente al lector tener brevemente compendiados los hechos y deducciones principales.<br />
No niego que pueden hacerse muchas y graves objeciones a la teoría de la descendencia con modificación, mediante variación y selección natural. Me he esforzado en dar a estas objeciones toda su fuerza. Nada puede parecer al pronto más difícil de creer que el que los órganos e instintos más complejos se han formado, no por medios superiores -aunque análogos- a la razón humana, sino por la acumulación de pequeñas variaciones innumerables, cada una de ellas buena para el individuo que la poseía. Sin embargo, esta dificultad, aunque aparezca a nuestra imaginación como insuperablemente grande, no puede ser considerada como real si admitirnos las proposiciones siguientes: que todas las partes del organismo y todos los instintos ofrecen diferencias, por lo menos, individuales; que hay una lucha por la existencia que lleva a la conservación de las modificaciones provechosas de estructura o instinto, y, finalmente, que pueden haber existido gradaciones en el estado de perfección de todo órgano, buena cada una dentro de su clase. La verdad de estas proposiciones no puede, creo yo, ser discutida. Indudablemente, es en extremo difícil aun el conjeturar por qué gradaciones se han formado muchas conformaciones, especialmente en los grupos fragmentarios y decadentes que han sufrido muchas extinciones; pero vemos tan extrañas gradaciones en la naturaleza, que hemos de ser extraordinariamente prudentes en decir que un órgano o instinto, o que una conformación entera, no pudieron haber llegado a su estado actual mediante muchos estados graduales. Hay que admitir que existen casos de especial dificultad opuestos a la teoría de la selección natural, y uno de los más curiosos es la existencia de dos o tres castas definidas de hormigas obreras, o hembras estériles, en la misma sociedad; pero he procurado demostrar cómo pueden ser vencidas estas dificultades.<br />
<div style="text-align: center;">......<br />
</div>Como todas las especies, por la razón geométrica de su reproducción, tienden a aumentar extraordinariamente en número de individuos, y como los descendientes modificados de cada especie estarán capacitados para aumentar tanto más cuanto más se diversifiquen en costumbres y conformación, de manera que puedan ocupar muchos y muy diferentes puestos en la economía de la naturaleza, habrá una tendencia constante en la selección natural a conservar la descendencia más divergente de cualquiera especie. Por consiguiente, durante un largo proceso de modificación, las pequeñas diferencias características de las variedades de una misma especie tienden a aumentar hasta convertirse en las diferencias mayores características de las especies de un mismo género. Las variedades nuevas o perfeccionadas, inevitablemente suplantarán y exterminarán a las variedades más viejas, menos perfeccionadas e intermedias, y así las especies se convertirán, en gran parte, en cosas definidas y precisas. Las especies dominantes, que pertenecen a los grupos mayores dentro de cada clase, tienden a dar origen a formas nuevas y dominantes, de manera que cada grupo grande tiende a hacerse todavía mayor y al mismo tiempo más divergente en caracteres. Pero como todos los grupos no pueden continuar de este modo aumentando de extensión, pues la Tierra no tendría capacidad para ellos, los grupos predominantes derrotan a los que no lo son. Esta tendencia de los grupos grandes a continuar aumentando de extensión y divergiendo en caracteres, junto con una gran extinción, su consecuencia inevitable, explican la disposición de todas las formas orgánicas en grupos subordinados a otros grupos, todos ellos comprendidos en un corto número de grandes clases, que han prevalecido a través del tiempo. Este hecho capital de la agrupación de todos los seres orgánicos en lo que se llama sistema natural es completamente inexplicable dentro de la teoría de la creación.<br />
Como la selección natural obra solamente por acumulación de variaciones favorables, pequeñas y sucesivas, no puede producir modificaciones grandes o súbitas; puede obrar solamente a pasos cortos y lentos. De aquí que la ley de Natura non facit saltum, que cada nuevo aumento de nuestros conocimientos tiende a confirmar, sea comprensible dentro de esta teoría. Podemos comprender por qué, en toda la naturaleza, el mismo fin general se consigue por una variedad casi infinita de medios, pues toda particularidad, una vez adquirida, se hereda durante mucho tiempo, y conformaciones modificadas ya de modos muy diferentes tienen que adaptarse a un mismo fin general. Podemos, en una palabra, comprender por qué la naturaleza es pródiga en variedad y avarienta en innovación. Pero nadie puede explicar por qué tiene que ser esto una ley de la naturaleza si cada especie ha sido creada independientemente.<br />
<div style="text-align: center;">......<br />
</div>Es interesante contemplar un enmarañado ribazo cubierto por muchas plantas de varias clases, con aves que cantan en los matorrales, con diferentes insectos que revolotean y con gusanos que se arrastran entre la tierra húmeda, y reflexionar que estas formas, primorosamente construidas, tan diferentes entre sí, y que dependen mutuamente de modos tan complejos, han sido producidas por leyes que obran a nuestro alrededor. Estas leyes, tomadas en un sentido más amplio, son: la de crecimiento con reproducción; la de herencia, que casi está comprendida en la de reproducción; la de variación por la acción directa e indirecta de las condiciones de vida y por el uso y desuso; una razón del aumento, tan elevada, tan grande, que conduce a una lucha por la vida, y como consecuencia a la selección natural, que determina la divergencia de caracteres y la extinción de las formas menos perfeccionadas. Así, la cosa más elevada que somos capaces de concebir, o sea la producción de los animales superiores, resulta directamente de la guerra de la naturaleza, del hambre y de la muerte. Hay grandeza en esta concepción de que la vida, con sus diferentes fuerzas, ha sido alentada por el Creador en un corto número de formas o en una sola, y que, mientras este planeta ha ido girando según la constante ley de la gravitación, se han desarrollado y se están desarrollando, a partir de un principio tan sencillo, infinidad de formas las más bellas y portentosas.<br />
<br />
Fin del tomo III y último<br />
</div></blockquote><br />
<span style="color: #990000; font-style: italic; font-weight: bold;">El origen de las especies por medio de la selección natural</span><br />
<span style="color: #990000; font-style: italic; font-weight: bold;">(Traducción de Antonio de Zulueta)</span><br />
<span style="color: #990000; font-weight: bold;">Charles Darwin</span><br />
<br />
<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: #333333; font-style: italic; font-weight: bold;">El origen...de todo</span><br />
</div>"<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">El origen de las especies</span>" de <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Darwin</span> es uno de esos libros que prácticamente nadie hemos leído, si ojeado o remirado algunos capítulos. A la <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Biblia</span> le ocurre lo mismo y al <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Quijote</span>. Así que no es cuestión de ponerse trágicos ni tristes por el sino de la lectura, es lo que hay. ¿Qué aporta el <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Origen</span> de las especies a un escritor? Para empezar no lo va a <a href="http://libronera.blogspot.com/2008/12/cmo-hablar-de-los-libros-que-no-se-han.html" style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">leer</a>. Hasta llegar a la publicación del <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Origen</span>, puede decirse que el noventa por ciento de las obras maestras de la literatura ya estaban escritas. El diez por ciento restante es posible que tengan influencias del <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Origen</span> y es posible que no tengan ninguna. ¿A dónde nos lleva todo esto? En realidad a ninguna parte. El <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Origen</span> es una obra a partir de la cual desaparece de una forma rigurosa la entelequia mas potente que la <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Humanidad</span> ha desarrollado para su gobernanza. El escritor que tenga constancia de que la gobernanza del mundo es una cuestión de animales y no de espíritus etéreos, dispone de una ventana de oportunidad para crear literatura. Esta ventana que se abrió un instante del todo en la <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Ilustración</span>, siempre ha estado a medio abrir, pero las corrientes de aire son tan perjudiciales para la gobernanza, que la habitación en la que se halla la ventana, se mantuvo cerrada hasta la publicación del <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Origen</span>. A partir de entonces cualquiera puede entrar en la habitación, puede mirar pòr la ventana, observar el paisaje, ver si le gusta e incluso abrir la ventana, para que el jardín le llegue a mas sentidos que el de la vista. Desde esa ventana además se ve la puerta por la que se accede al jardín. Todo un reto. Una vez que se sale por esa puerta ya no se puede volver a entrar...del mismo modo. Para el agnóstico, políticamente, las <span style="font-style: italic;">Creencias</span> responden a la libertad intelectual de cada uno; filosóficamente, las <span style="font-style: italic;">Creencias</span> son formas de alienación y dominación, además de ser crasos errores de la verdad. El escritor agnóstico, puede buscar con el arte de la ficción, un tema nuevo literario;el vértigo de la emoción al saber que no hay red después de la muerte, y tiene a otros seres como modelo; los animales y las plantas, que nos acompañan desde siempre a nuestro lado, para los cuales las preocupaciones sobre el más allá, no forman parte de las cosas que les mueven. Evidentemente no estamos solos en el <span style="font-style: italic;">Universo</span>, y es probable que se establezca contacto con otros mundos. Será cuestión de ver entonces la literatura que se hace en ellos. Tampoco puede esperarse, pues ninguna noción de progreso y ello afecta al de la "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">verdad</span>", después de <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Darwin</span>, es cierta, a pesar de que esta noción sea la más dificil de digerir, pues realmente deja al pairo, cualquier intención benefactora de "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">mejorar la moral humana</span>".<br />
</div><br />
<span style="color: #990000; font-weight: bold;">Luis Markhos</span><br />
<br />
Sobre<a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Charles_Darwin"> <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Darwin</span></a><br />
Sobre el <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/El_origen_de_las_especies" style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Origen</a><br />
El <a href="http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/13559620212026495222202/index.htm" style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Origen</a> en Cervantes Virtual<br />
On the <a href="http://en.wikisource.org/wiki/On_the_Origin_of_Species_%281859%29" style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Origin</a> of Species en Wikipedia<br />
Alguna de las entradas del Viaje de un naturalista alrededor del mundo en <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Ítaca</span>:<br />
<div style="color: #444444;"><a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2008/06/la-tierra-del-fuego.html">La Tierra del fuego </a><br />
</div><div style="color: #444444;"><a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2008/05/viaje-de-un-naturalista-alrededor-del.html">Galápagos</a><br />
</div><div style="color: #444444;"><a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/08/los-habitantes-son-en-realidad.html">Tahití</a><br />
</div><div style="color: #444444;"><a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/02/el-santa-cruz.html">El Santa Cruz</a><br />
</div><div style="color: #444444;"><a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/01/ojeada-sobre-nuestro-viaje.html">Ojeada sobre nuestro viaje</a><br />
</div><div style="color: #444444;"><a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2008/11/las-llanuras-de-la-patagonia.html">Las llanuras de Patagonia</a><br />
</div><div style="color: #444444;"><a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2008/10/australia.html">Australia</a><br />
</div><div style="color: #444444;"><a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2008/10/el-beagle-zarpa-de-devonport.html">Zarpando de Devonport</a><br />
</div><div style="color: #444444;"><a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2008/08/rhea-darwinii.html">Rhea Darwinii</a><br />
</div><div style="color: #444444;">Más <a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2008/07/tahit.html">Tahití </a><br />
</div>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-30997564858419474232009-03-12T00:01:00.007+01:002010-05-18T17:25:37.430+02:00Sobre la Zona Sotádica, John Addington Symonds<div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxtj8d6IVfp737K-oRudPXCL-ukYlSXEdaWU-YfEUI-5JKY8FCm9vnI7lxaF6jah6AvDJxt_L2Z8I20Hi8ym3USmFC2toLNk717WQjqR-Fe4lyTBl8QRSIx4srCbEGs6w5w_6ZLIG5ZVAd/s1600-h/Gloeden,_Wilhem_von_%281856-1931%29_-_1902_-_Ragazzo_nel_cortile_S._Domenico_-_Puig_p._37.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5312069785460310018" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxtj8d6IVfp737K-oRudPXCL-ukYlSXEdaWU-YfEUI-5JKY8FCm9vnI7lxaF6jah6AvDJxt_L2Z8I20Hi8ym3USmFC2toLNk717WQjqR-Fe4lyTBl8QRSIx4srCbEGs6w5w_6ZLIG5ZVAd/s320/Gloeden,_Wilhem_von_%281856-1931%29_-_1902_-_Ragazzo_nel_cortile_S._Domenico_-_Puig_p._37.jpg" style="cursor: pointer; display: block; height: 320px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 242px;" /></a><span style="font-size: 85%;"><span style="font-style: italic;"><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Wilhelm_von_Gloeden" style="color: #666666;">Wilhelm von Gloeden</a>.Desnudo, Taormina 1899. Fuente:Wikipedia</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: 85%; font-style: italic;"></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><a href="http://209.85.229.132/search?q=cache:FlUU4lBMDakJ:www.jrbooksonline.com/DOCs/S-Zone_preface.doc+IN+ENGLAND+an+Essay+appended+to+the+last+volume+of+Sir+Richard+Burton%27s+%22Arabian+Nights%22+made+a+considerable+stir+upon+its+first+appearance.+The+author+endeavored+to+co+ordinate+a+large+amount+of+miscellaneous+matter+and+to+frame+a+general+theory+regarding+the+origin+and+prevalence+of+homosexual+passions.+His+erudition,+however,+is+incomplete,+and+though+he+possesses+a+copious+store+of+anthropological+details,+he+is+not+at+the+proper+point+of+view+for+discussing+the+topic+philosophically.&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=es"><span style="color: #666666; font-size: 85%; font-style: italic; font-weight: bold;">ON THE SOTADIC ZONE</span></a></div><span style="font-size: 85%; font-style: italic;">IN ENGLAND</span><span style="font-style: italic;"> an Essay appended to the last volume of Sir Richard Burton's "Arabian Nights" made a considerable stir upon its first appearance. The author endeavored to co ordinate a large amount of miscellaneous matter and to frame a general theory regarding the origin and prevalence of homosexual passions. His erudition, however, is incomplete, and though he possesses a copious store of anthropological details, he is not at the proper point of view for discussing the topic philosophically.</span><br />
<span style="font-style: italic;">For example, he takes for granted that "Pederasty," as he calls it, is everywhere and always what the vulgar think it. He seems to have no notion of the complicated psychology of Urnings, revealed to us by their recently published confessions in French and German medical and legal works. Still, his views deserve consideration. Burton regards the phenomenon as "geographical and climatic, not racial." He summarizes the result of his investigations in </span><span style="font-style: italic;">the following five conclusions:</span><br />
<br />
<span style="font-style: italic;">"(1) There exists what I shall call a 'Sotadic Zone,' bounded westwards by the northern shores of the Mediterranean (N. lat. 43º) and by the southern (N. lat. 30º). Thus the depth would be 780 to 800 miles, including meridional France, the Iberian Peninsula, Italy and Greece, with the coast regions of Africa from Morocco to Egypt.</span><br />
<br />
<span style="font-style: italic;">"(2) Running eastward the Sotadic Zone narrows, embracing Asia Minor, Mesopotamia and Chaldæa, Afghanistan, Sind, the Punjab, and Kashmir.</span><br />
<br />
<span style="font-style: italic;">"(3) In Indo China the belt begins to broaden, enfolding China, Japan, and Turkistan.</span><br />
<br />
<span style="font-style: italic;">"(4) It then embraces the South Sea Islands and the New World, where, at the time of its discovery, Sotadic love was, with some exceptions, an established racial institution.</span><br />
<br />
<span style="font-style: italic;">"(5) Within the Sotadic Zone the vice is popular and endemic, held at the worst to be a mere peccadillo, whilst the races to the North and South of the limits here defined practise it only sporadically, amid the opprobrium of their fellows, who as a rule, are physically incapable of performing the operation, and look upon it with the liveliest disgust."</span><br />
<br />
<span style="font-style: italic;">This is a curious and interesting generalization, though it does not account for what history has transmitted regarding the customs of the Kelts, Scythians, Bulgars, Tartars, Normans, and for the acknowledged leniency of modern Slavs to this form of vice.</span><br />
<span style="font-style: italic;">Burton advances an explanation of its origin. "The only physical cause for the practice which suggests itself to me, and that must be owned to be purely conjectural, is that within the Sotadic Zone there is a blending of the masculine and feminine temperament, a crasis which elsewhere occurs only sporadically."</span><br />
<span style="font-style: italic;">So far as it goes, this suggestion rests upon ground admitted to be empirically sound by medical writers and vehemently declared to be indisputable as a fact of physiology by Ulrichs. But Burton makes no effort to account for the occurrence of this crasis of masculine and feminine temperaments in the Sotadic Zone at large, and for its sporadic appearance in other regions. Would it not be more philosophical to conjecture that the crasis, if that exists at all, takes place universally; but that the consequences are only tolerated in certain parts of the globe, which he defines as the Sotadic Zone? Ancient Greece and Rome permitted them. Modern Greece and Italy have excluded them to the same extent as Northern European nations. North and South America, before the Conquest, saw no harm in them. Since its colonization by Europeans they have been discountenanced.</span><br />
<span style="font-style: italic;">The phenomenon cannot therefore he regarded as specifically geographical and climatic. Besides, there is one fact mentioned by Burton which ought to make him doubt his geographical theory. He says that, after the conquest of Algiers, the French troops were infected to an enormous extent by the habits they had acquired there, and from them it spread so far and wide into civilian society that "the vice may be said to have been democratized in cities and large towns." This surely proves that north of the Sotadic Zone males are neither physically incapable of the acts involved in abnormal passion, nor gifted with an insuperable disgust for them. Law, and the public opinion generated by law and religious teaching, have been deterrent causes in those regions. The problem is therefore not geographical and climatic, but social.</span><br />
<span style="font-style: italic;">Again, may it not be suggested that the absence of "the Vice" among the negroes and negroid races of South Africa, noticed by Burton, is due to their excellent customs of sexual initiation and education at the age of puberty customs which it is the shame of modern civilization to have left unimitated?</span><br />
<span style="font-style: italic;">However this may be, Burton regards the instinct as natural, not contre nature, and says that its patients "deserve, not prosecution but the pitiful care of the physician and the study of the psychologist."</span></div></blockquote><br />
<div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;"></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Epílogo a las Mil y una noches</span><br />
<span style="color: #666666; font-size: 85%; font-style: italic; font-weight: bold;">(APÉNDICE)</span><br />
<span style="color: #666666; font-size: 85%; font-style: italic; font-weight: bold;">SOBRE LA ZONA SOTÁDICA</span></div>En inglaterra un ensayo añadido como apéndice a la traducción de las Mil y una noches realizada por Burton ha levantado cun considerable revuelo. El autor ha pretendido coordinar una gran cantidad de materias misceláneas, para construir una teoría general sobre el origen y prevalencia de las pasiones homoxesuales. Su erudición, sin embargo, es imcompleta, y aunque aduce una buena cantidad de detalles antropológicos, no adopta un adecuado punto de vista para abordar el tema filosóficamente.<br />
Por ejemplo, da por hecho que la "pederastia", como él dice, es en todas partes y siempre lo que el vulgo piensa que es. Parece no tener la menor noción de la complicada psicología de los uranistas, que nos ha sido revelada por recientes confesiones de varios de ellos aparecidas en obras médicas y legales, francesas y alemanas. Con todo, sus puntos de vista merecen consideración.<br />
Burton considera el fenómeno como "geográfico y climático pero no racial". Y resume el resultado de sus investigaciones en las siguientes cinco conclusiones:<br />
<br />
1. Existe lo que llamaré una "Zona Sotádica", limitada hacia el Oeste por las riberas septentrionales (43º Lat. N.) y meridionales (30º Lat. N.) del Mediterráneo. Su profundidad es pues de unas 780 a 800 millas, incluyendo en ella la Francia meridional, la Península Ibérica, Italia, Grecia, junto con las regiones costeras de África, desde Marruecos a Egipto.<br />
<br />
2. Hacia el Este, la Zona Sotádica se estrecha, abarcando Asia Menor, Mesopotamia, Caldea, Afganistán, Sind, el Panyab y Cachemira.<br />
<br />
3. En el área Indo-china, el cinturón se ensancha de nuevo, abarcando China, Japón y el Turquestán.<br />
<br />
4. Incluye luego las islas de los Mares de Sur y el Nuevo Mundo, donde, por las fechas del descubrimiento, el amor sotádico, con algunas excepciones, era una institución racial establecida.<br />
<br />
5. Dentro de la Zona Sotádica, el Vicio es popular y endémico, siendo en el peor de los casos considerado un mero "pecadillo", mientras que las razas al Norte y al Sur de los límites aquí definidos lo practican sólo esporádicamente, en medio del general oprobio, siendo la generalidad de los habitantes físicamente incapaces de practicarlo o mirarlo sin fuerte disgusto.<br />
<br />
Se trata de una curiosa e interesante generalización, que no incluye sin embargo lo que la historia nos ha transmitido en relación con las costumbres de los celtas, los escitas, los búlgaros, los tártaros, y los normandos, así como la reconocida tolerancia de los modernos eslavos hacia esa forma de vicioBurton propone una explicación de su origen. "la única causa física de dicha práctica que se me ocurre, y que debe ser considerada conjetural, es que dentro de la Zona Sotádica se da una mezcla de los temperamentos masculino y femenino, una crásis que en otros lugares se da sólo de forma esporádica".<br />
En toda su extensión, esta sugerencia reposa sobre bases consideradas empíricamente fundamentadas por los escritos médicos y que han sido vehementemente declaradas incuestionables como hecho fisiológico por Ulrichs. Pero Burton no hace el menor esfuerzo por explicar la ocurrencia de tal crásis entre lo masculino y lo femenino en la Zona Sotádica en su conjunto, mientras en otras regiones aparece sólo de forma episódica. ¿Acaso no sería más filosófico conjeturar que dicha crásis, si es que tal hay, tiene lugar de modo universal, aunque sus consecuencias sólo son toleradas en cierta parte del Globo, que el denomina "Zona Sotádica"? La Antigua Grecia y Roma las toleraron. Las modernas Grecia e Italia, en cambio, las han excluido<br />
en la misma medida que las naciones norteuropeas. Las dos Américas, anteriores a la Conquista, no vieron en ello el menor daño. En cambio, desde la Colonización ha empezado a verse con malos ojos.<br />
El fenómeno, por tanto, no puede ser considerado como específicamente geográfico y climático. Además, hay un hecho mencionado por el mismo Burton que debiera hacerle dudar de su teoría geográfica. Dice que, tras la conquista de Argelia, las tropas francesas se vieron infectadas en enorme medida por las costumbres que habían adquirido allí, y que llegaron a extenderlas hasta tal punto al resto de la sociedad civil que el "vicio puede decirse que se ha popularizado en las ciudades y grandes villas". Esto demuestra, sin lugar a dudas, que al Norte de la Zona Sotádica los varones no son ni físicamente incapaces de actos en los que aparezca implicada la pasión anormal, ni sienten un insuperable desagrado por ellos. La Ley, y la opinión pública generada por la Ley y la enseñanza religiosa han tenido un efecto disuasorio en dichas regiones. El problema, por tanto no es geográfico y climático, sino social.<br />
Así mísmo ¿no habría tal vez que sugerir que la ausencia del "Vicio" entre los negros y las razas negroides de Sudáfrica, señalada por Burton, se debe a su excelente costumbre de iniciar y educar sexualmente a los jóvenes en la pubertad, costumbre que es una vergüenza que no haya sido imitada por la moderna civilización?<br />
A pesar de todo, Burton considerta tal instinto como natural, y no "contre nature", y dice que quienes lo padecen "merecen, no persecución sino piadoso cuidado por parte de los médicos, y estudio por parte de los psicólogos".</div></blockquote><br />
<span style="color: #990000; font-style: italic; font-weight: bold;">Epílogo a las Mil y una noches</span><br />
<span style="color: #990000; font-style: italic; font-weight: bold;">Apéndice:Sobre la Zona Sotádica</span><br />
<span style="color: #990000; font-style: italic; font-weight: bold;">Prólogo, traducción y notas de Alberto Cardin</span><br />
<span style="color: #990000; font-weight: bold;">John Addington Symonds</span><br />
<a href="http://libronera.blogspot.com/2009/02/zona-sotadica-de-richard-f-burton.html">Zona Sotádica de Richard F. Burton</a><br />
Ver <a href="http://libronera.blogspot.com/2009/02/zona-sotadica-de-richard-f-burton.html">Más</a>.<br />
<a href="http://en.wikipedia.org/wiki/John_Addington_Symonds">John Addington Symonds Wikipedia en inglés</a><br />
<a href="http://es.wikipedia.org/wiki/John_Addington_Symonds">John Addington Symonds Wikipedia en español</a><br />
<a href="http://rictornorton.co.uk/symonds/modern.htm">A Problem in Modern Ethics </a>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-3885691632015926332009-02-28T09:51:00.007+01:002010-05-18T17:24:04.666+02:00Zona sotádica de Richard F. Burton<div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwoun0jufhq7Uw9bTjBmKUOhJcCr5Y1X3LHiUxjpgG13E3igcA082f1DRDROev0-6g4zbq3qlKn-TidzQCVk5woroFFIXlxlyvFHru574Znaaj54Gq3KQrnf_Yce6mB7RfrcgDBTDsnXnH/s1600-h/%C3%89douard-Henri+Avril.Socrates+y+Alcibiades.Fuente+Wikipedia.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5307768748701463698" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwoun0jufhq7Uw9bTjBmKUOhJcCr5Y1X3LHiUxjpgG13E3igcA082f1DRDROev0-6g4zbq3qlKn-TidzQCVk5woroFFIXlxlyvFHru574Znaaj54Gq3KQrnf_Yce6mB7RfrcgDBTDsnXnH/s320/%C3%89douard-Henri+Avril.Socrates+y+Alcibiades.Fuente+Wikipedia.jpg" style="cursor: pointer; display: block; height: 224px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 320px;" /></a><span style="font-size: 85%;"><span style="font-style: italic;"><a href="http://commons.wikimedia.org/wiki/%C3%89douard-Henri_Avril" style="color: #666666;">Édouard-Henri Avril</a>:Socrates y Alcibiades(Fuente:Wikipedia)</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-style: italic; font-weight: bold;"></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">"Terminal Essay"</span><br />
<span style="font-size: 85%;"><span style="font-style: italic;">(from his translation of The Arabian Nights, 1885)</span></span><br />
<span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Sotadic Zone</span><br />
<span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Pederasty</span></div><br />
<span style="font-style: italic;">Subsequent enquiries in many and distant countries enabled me to arrive at the following conclusions:</span><br />
<br />
<span style="font-style: italic;">1. There exists what I shall call a 'Sotadic Zone,' bounded westwards by the northern shores of the Mediterranean (N. Lat. 43 °) and by the southern (N. Lat. 30°). Thus the depth would be 780 to 800 miles including meridional France, the Iberian Peninsula, Italy and Greece, with the coast-regions of Africa from Marocco to Egypt.</span><br />
<br />
<span style="font-style: italic;">2. Running eastward the Sotadic Zone narrows, embracing Asia Minor, Mesopotamia and Chaldaea, Afghanistan, Sind, the Punjab and Kashmir.</span><br />
<br />
<span style="font-style: italic;">3. In Indo-China the belt begins to broaden, enfolding China, Japan and Turkistan.</span><br />
<br />
<span style="font-style: italic;">4. It then embraces the South Sea Islands and the New World where, at the time of its discovery, Sotadic love was, with some exceptions, an established racial institution.</span><br />
<br />
<span style="font-style: italic;">5. Within the Sotadic Zone the Vice is popular and endemic, held at the worst to be a mere peccadillo, whilst the races to the North and South of the limits here defined practise it only sporadically amid the opprobrium of their fellows who, as a rule, are physically incapable of performing the operation and look upon it with the liveliest disgust. </span><br />
<br />
<span style="font-style: italic;">Before entering into topographical details concerning Pederasty, which I hold to be geographical and climatic, not racial, I must offer a few considerations of its cause and origin. We must not forget that the love of boys has its noble sentimental side. The Platonists and pupils of the Academy, followed by the Sufis or Moslem Gnostics held such affection, pure as ardent, to be the beau idéal which united in man's soul the creature with the Creator. Professing to regard youths as the most cleanly and beautiful objects in this phenomenal world, they declared that by loving and extolling the chef-d'œuvre, corporeal and intellectual, of the Demiurgus, disinterestedly and without any admixture of carnal sensuality, they are paying the most fervent adoration to the Causa causans. They add that such affection, passing as it does the love of women, is far less selfish than fondness for and admiration of the other sex which, however innocent, always suggest sexuality; and Easterns add that the devotion of the moth to the taper is purer and more fervent than the Bulbul's love for the Rose.</span><br />
<br />
</div><br />
<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;">Epílogo a las Mil y una noches</span><br />
<span style="font-style: italic; font-weight: bold;">(La Zona Sotádica)</span><br />
<span style="font-style: italic; font-weight: bold;">(Pederastia)</span></div><br />
Ulteriores investigaciones en muchos y diferentes países me han llevado a establecer las siguientes conclusiones:<br />
<br />
1. Existe lo que llamaré una "Zona Sotádica", limitada hacia el Oeste por las riberas septentrionales (43º Lat. N.) y meridionales (30º Lat. N.) del Mediterráneo. Su profundidad es pues de unas 780 a 800 millas, incluyendo en ella la Francia meridional, la Península Ibérica, Italia, Grecia, junto con las regiones costeras de África, desde Marruecos a Egipto.<br />
<br />
2. Hacia el Este, la Zona Sotádica se estrecha, abarcando Asia Menor, Mesopotamia, Caldea, Afganistán, Sind, el Panyab y Cachemira.<br />
<br />
3. En el área Indo-china, el cinturón se ensancha de nuevo, abarcando China, Japón y el Turquestán.<br />
<br />
4. Incluye luego las islas de los Mares de Sur y el Nuevo Mundo, donde, por las fechas del descubrimiento, el amor sotádico, con algunas excepciones, era una institución racial establecida.<br />
<br />
5. Dentro de la Zona Sotádica, el Vicio es popular y endémico, siendo en el peor de los casos considerado un mero "pecadillo", mientras que las razas al Norte y al Sur de los límites aquí definidos lo practican sólo esporádicamente, en medio del general oprobio, siendo la generalidad de los habitantes físicamente incapaces de practicarlo o mirarlo sin fuerte disgusto.<br />
<br />
Antes de entrar en detalles topográficos respecto de la democracia, que yo sostengo ser geográficos y climáticos, y no raciales, debo ofrecer unas pocas consideraciones sobre su causa y origen.<br />
No debemos olvidar que el <a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/02/los-hombres-que-aman-otros-hombres.html"><span style="color: #666666;">amor a los muchachos</span></a> tiene un lado noble y sentimental. Los platónicos y seguidores de la Academia, y luego de ellos los sufís o gnósticos musulmanes, sostenían que tal afecto, tan puro como ardiente, era un "<span style="font-style: italic;">beau idéal</span>" que unía en el alma del hombre, a la criatura con el Creador. Al profesar que miraban a los jóvenes como los más límpidos y hermosos objetos de este mundo fenoménico, declaraban que mediante su entrega amorosa al "<span style="font-style: italic;">chef d'oeuvre</span>", corporal e intelectual, del Demiurgo, desinteresadamente y sin la menor mezcla de sensualidad carnal, prestaban la más ferviente adoración a la "<span style="font-style: italic;">Causa causans</span>". Añadían que tal afecto, que sobrepasa al amor por las mujeres, es mucho menos egoísta que la afición y admiración por el sexo opuesto, que, por inocente que sea, sugiere siempre sexualidad; y los orientales añaden que la devoción de la polilla por la bujía es más pura y ferviente que el amor de Bulbul por la Rosa.</div></blockquote><br />
<span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Epílogo a las Mil y una noches</span><br />
<span style="font-style: italic; font-weight: bold;">(Prólogo, traducción y notas de Alberto Cardín)</span><br />
<span style="font-weight: bold;">Richard F. Burton</span><br />
<br />
<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: #666666; font-weight: bold;">Vivir el Mundo de la ajenidad</span></div>Hablar sobre <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Richard F. Burton</span> es hablar sobre <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Inglaterra</span>. Individuos como él, han producido "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">anglófilos</span>" sin cesar, la fascinación que ejercen sus escritos, es infinitamente superior a cualquier objeción moral.La idea que transmiten es la de "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">vivir el Mundo de la ajenidad</span>". Aquello que es ajeno a un lector formado pero "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">corriente</span>", describir el universo paralelo de experiencias y vida, que discurre a nuestro lado y que nunca <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">intersectamos</span>. Para un escritor, los escritos de <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Burton</span>, son un espejo sobre el que se refleja el mundo, un mundo que sirve de comparación para el nuestro, "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">nuestro mundo</span>", y darnos cuenta si lo que producimos es "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">exportable</span>" a otras mentes, o se trata de "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">mercaderías</span>" sin ningún valor.<br />
Entresacamos del "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">luminoso</span>" prólogo de <a href="http://www.filosofia.org/ave/001/a001.htm"><span style="color: #666666; font-weight: bold;">Alberto Cardín</span></a>, un extracto esclarecedor sobre el texto de<span style="color: #666666; font-weight: bold;"> Burton</span>:</div><div style="text-align: justify;"><blockquote>"Empezando por lo primero que, sin ser lo más evidente, es lo que no pocos parecen dar por hecho, la relación de Burton con la homoxesualidad encuentra ciertamente en este librito su más clara explicitación, aunque la forma elegida para contarlo se quiere tan distante y neutral que todo el libro habría de ser considerado una simple cortina de humo, o una especie de remedo de la "carta robada" de Poe, si no fuera dable pensar que el barroquismo declarativo se corresponde con un idéntico alambicamiento de su deseo, poco aclarado respecto de su objeto, y a la vez abismalmente atraido hacia la periferia del mísmo."</blockquote></div><br />
Sobre <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Richard_Francis_Burton">Richard F. Barton</a><br />
Sobre <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Zona_sot%C3%A1dica">La Zona Sotádica</a><br />
El texto en <a href="http://www.fordham.edu/halsall/pwh/burton-te.html">inglés</a><br />
Oriente, Burton, Goytisolo en una<a href="http://www.tdr.cesca.es/TDX/TDR_UM/TESIS/AVAILABLE/TDR-0120106-101250//Sharkawy.pdf"> tesis doctoral</a>.<br />
<a href="http://libronera.blogspot.com/2009/03/sobre-la-zona-sotadica-john-addington.html">Sobre la Zona Sotádica, John Addignton Symonds</a><br />
<span style="font-weight: bold;">Luis Markhos</span>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-67056075112851200842009-02-21T09:39:00.006+01:002010-09-04T00:39:30.704+02:00NAWA SHIBARI de Paula Lapido<div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOAYhE6s3INe27qEH0XNg0IS3VGMbsFq74blzfEF2i8zoBFJqIgJu3JlWGBqsiR1QBDGN-tMYflrvVomWzpSRJp8QiBhGU8hI0mXzzyBPCxDUjNTaX1MawWYXNa2n9-iyvXJLQBo8oIOuM/s1600-h/Model_in_elbow_bondage+wikimedia.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5305168231073194114" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOAYhE6s3INe27qEH0XNg0IS3VGMbsFq74blzfEF2i8zoBFJqIgJu3JlWGBqsiR1QBDGN-tMYflrvVomWzpSRJp8QiBhGU8hI0mXzzyBPCxDUjNTaX1MawWYXNa2n9-iyvXJLQBo8oIOuM/s320/Model_in_elbow_bondage+wikimedia.jpg" style="cursor: pointer; display: block; height: 228px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 320px;" /></a><span style="font-size: 85%;"><span style="font-style: italic;">Model in elbow <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Bondage" style="color: #990000;">bondage</a> (Fuente <a href="http://commons.wikimedia.org/wiki/Bondage" style="color: #990000;">Wikipedia</a>)</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: 85%;"><span style="font-weight: bold;"></span></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: #990000; font-size: 85%;"><span style="font-weight: bold;">NAWA SHIBARI</span></span></div>Lambert entra en la sala. Lleva puesta una gabardina beige y manosea la edición vespertina de Le Monde. El local está atestado y solo quedan un par de mesas libres. En el escenario hay un diván de terciopelo estilo imperio en el que está recostada una mujer oriental, vestida con una bata de seda negra. Tiene las muñecas atadas y, sin embargo, se las arregla para sujetar entre las palmas de las manos un cuenco de té humeante. La cuerda es roja, como su pintalabios. Al otro extremo del diván, sus pies asoman bajo la bata, colocados uno encima del otro. Lambert se sienta en la mesa de la última fila. Un camarero le sigue y deja una taza de café junto a él. Ella le mira mientras bebe el té caliente y, al sentir sus ojos, Lambert se yergue en su asiento. En el escenario el maestro hace una reverencia y un hombre con traje negro aplaude. Otro le sigue con la mirada a la vez que se atusa el bigote. En una esquina oscura está sentado un tercero que lleva un antifaz en la cara y se oculta entre las sombras.<br />
Lambert enrolla el periódico y bebe un trago de café. Está frío. Mira a su alrededor. Las ventanas que dan a Saint André des Arts están cubiertas con cortinas tupidas y las lámparas de cristal esmaltado iluminan tenuemente las mesas. En el escenario, el maestro recoge una larga madeja de cuerda roja. Pronuncia una orden en japonés y ella se levanta del diván para volverse de espaldas al público. La bata de seda tiene bordado un dragón en hilo de oro. El maestro le desata las manos. Ella se quita la bata. Un murmullo surge entre las mesas. Primero el hombre de bigote, luego el del traje negro; el del antifaz carraspea. Lambert se inclina hacia delante. Ella está desnuda, salvo por un corsé de cuerda roja que rodea su vientre desde la cadera hasta el cuello. La soga cruza su torso y aprisiona sus pechos por arriba y por abajo, se anuda bajo el cuello y lo ciñe con varias vueltas. Por debajo del ombligo, baja hasta su pubis lampiño, donde forma un nudo que se pierde entre sus piernas y se cierra con el corsé. De su cintura cuelga el resto de la cuerda, una cola hecha de cuatro cabos rojos.<br />
El maestro exclama una orden con tono autoritario y ella baja la cabeza y se aproxima a él a pasos pequeños. El maestro le ata los brazos a la espalda; primero las muñecas, luego los codos. Hace un nudo entre las manos y tira del cabo restante haciendo que ella avance a trompicones. Del techo cuelga un gancho. El maestro traba en él las cuerdas del corsé y tira hasta que ella queda de puntillas en el suelo. Sus labios se han convertido en una línea muy fina, pero todavía roja, como la cuerda. Lambert está sentado en el borde de la silla y la tinta del periódico le mancha las manos. Ella mira a su alrededor, fija los ojos en cada uno de los espectadores. Lambert sigue su mirada. El hombre de bigote está sonriendo y se pasa la lengua por los labios. El del traje negro se afloja el nudo de la corbata. Del hombre del antifaz solo se ve su mano que sostiene un cigarro, y el humo. Lambert está sudando. Ella alza la barbilla. Desde el fondo de la sala se escuchan sus gemidos. El maestro toma otra cuerda. Le ata la rodilla con círculos perfectos, lanza el sobrante al aire y lo sujeta a otro gancho. Ella está ahora de puntillas sobre un solo pie. Abre y cierra la boca pero apenas puede moverse. Se muerde los labios hasta hacerse sangre. El maestro toma el último trozo de cuerda que cuelga de sus manos, lo pasa entre sus piernas y entre los dedos del pie que está en el aire. Rodea el tobillo y deja caer el resto del cabo, que roza el suelo. Donde la cuerda se junta con la piel, ésta palpita: en los bra-zos, el muslo, el cuello, entre sus piernas. Ella tiene los ojos cerrados y no puede evitar una lágrima que se desliza despacio, recorriendo cada centímetro hasta su mejilla, llevándose el maquillaje negro de sus párpados. Sin embargo Lambert ve que sonríe. Nadie lo ve pero ella sonríe, durante apenas un instante. El maestro se aparta con una reverencia. El hombre del bigote aplaude de nuevo y el del traje negro le secunda. El hombre del antifaz exhala una bocanada de humo. Lambert se aprieta las rodillas con las manos.<br />
Los aplausos duran solo unos segundos y después el público vuelve al silencio. El maestro se retira al fondo del escenario, donde apenas hay luz, pero ella permanece en primer plano, mirando a los es-pectadores de nuevo, uno por uno. Ninguno de ellos parpadea. Las mejillas del hombre del bigote están enrojecidas. El hombre del traje negro, en la mesa de al lado, sonríe. El hombre del antifaz deja caer la ceniza en el suelo. Lambert coge la taza con una mano temblorosa y bebe el último sorbo de café frío. Una gota le resbala por la barbilla hasta caer sobre la camisa. Durante un momento, recorre el tejido paralela a la línea de botones.<br />
El maestro da un paso y se hace visible de nuevo. Hace una reverencia y, sin esperar ninguna respuesta por parte del público, empieza a soltar las cuerdas. Solo le deja las muñecas atadas. Después pronuncia una orden y ella se acerca al hombre del bigote. El maestro hace una seña y el hombre, como si lo hubiera hecho muchas veces, toma el extremo de la cuerda y la desata. Ella cae a sus pies y le acaricia las rodillas con sus dedos delgados. El hombre del bigote le tiende la cuerda al maestro mientras se humedece los labios. Lambert estira el cuello para ver qué sucede pero desde su asiento al final de la sala solo distingue un mechón de pelo negro y un pie desnudo sobre el suelo de tarima. El maestro da una palmada y ella se levanta. Une las manos a la altura del pecho, hace una reverencia y ambos suben de nuevo al escenario para inclinarse ante el público. Después ella vuelve a ponerse la bata de seda. El maestro recoge las cuerdas del suelo y las enrolla con cuidado. El hombre del antifaz se levanta y abandona la sala. Entra un camarero con delantal blanco hasta los pies y abre las cortinas. Fuera es de noche.<br />
Lambert se queda sentado en su mesa mientras entran otros clientes, se sientan y piden café y vino. En el escenario el maestro termina de recoger las cuerdas y se acerca al camarero. Hablan en voz baja y unos billetes cambian de manos. Ella se recoge el pelo en un moño y lo sujeta con dos agujas de color marfil. En un gramófono, cerca de la barra, la voz dulzona de Édith Piaf empieza a cantar «T’es beau, tu sais». Lambert se levanta de la silla frotándose las manos pegajosas. Ella recoge el cuenco del té del suelo. El hombre del traje negro se le acerca y le hace un gesto para que se siente en su mesa, pero ella le hace una reverencia mientras retrocede a pasos pequeños. Él insiste, eleva el volumen de su voz. Ella pronuncia una negativa con gesto tirante y le da la espalda. Baja del escenario. El hombre del bigote sacude la cabeza, se pone el sombrero y se marcha. Ella camina hacia la mesa de la última fila. Lambert observa las marcas de la cuerda en sus muñecas mientras vuelve a sentarse. Levanta la mano para hacerle una seña al camarero pero ella se la coge y la pone de nuevo sobre la mesa. Recorre el dorso con una uña larga pintada de negro, al principio como una caricia, pero poco a poco va hundiendo la uña en la carne hasta que Lambert se revuelve y aparta la mano. La piel está herida y sangra como los labios de ella, que sonríe.<br />
–Nawa shibari –dice–. Mañana. Ven.<br />
Pone una tarjeta sobre la mesa y la arrastra con un dedo hacia Lambert. Después se marcha. Lambert se limpia la herida con un pañuelo. Lee la tarjeta, que huele a té negro y a jazmín. Llama al camarero y pide un coñac, que se bebe de un trago. Al cabo de un rato, las manos dejan de temblarle.<br />
<div style="text-align: center;">* * *</div>Lambert camina por la acera con un ejemplar de Le Monde bajo el brazo. Cada pocos metros se detiene bajo una cornisa y saca la tarjeta del bolsillo. Llueve y los adoquines están resbaladizos. La tarjeta está casi desecha y las letras desvaídas, pero Lambert vuelve a leer la dirección. Mira la placa de la calle y consulta el reloj, aunque la luz es tan escasa que a duras penas puede distinguir los números. De pronto las farolas se encienden. Lambert se sube el cuello de la gabardina y sigue andando. Un giro a la derecha, otro a la izquierda. La puerta de la casa es de madera oscura. Está abierta y da paso a un largo corredor. Lambert lo cruza y sube las escaleras hasta el segundo piso. Llama al timbre. Ella le abre. Lleva puesta una bata de seda roja y tiene el pelo suelto. Está descalza. Su piel no tiene marcas.<br />
Le conduce hasta el salón, donde hay un sofá de piel, una silla de madera y una pequeña mesa con una tetera y tres tazas. Las cuerdas rojas están enrolladas sobre un aparador. Del techo cuelgan media docena de ganchos, bajo los cuales se extiende una alfombra persa de seda. Lambert toma asiento en la silla mientras ella se reclina en el sofá, como en el café. Sobre la piel oscura del asiento sus pies se ven más amarillos.<br />
El maestro entra en el salón. Lleva un traje gris que parece cortado a medida y zapatos negros. Se acerca a Lambert y le dirige una reverencia. Luego extiende la mano y le hace un gesto para que le siga. Lambert se levanta. El maestro le muestra las cuerdas, que tienen el grosor de un dedo y la flexibilidad del cabello. El maestro habla. Ella deja el sofá y se aproxima hasta detenerse sobre la alfombra de seda. Lambert sujeta la cuerda en sus manos mientras ella se quita la bata y la deposita sobre el aparador. Su piel se ve más cetrina y sus labios más pálidos. No levanta la mirada, la dirige hacia el suelo, hacia la alfombra, donde los pies de Lambert parecen el doble de grandes que los de ella. El maestro desenrolla la cuerda que Lambert sostiene. Ella levanta los brazos.<br />
–Shinju –dice el maestro.<br />
Entonces el maestro coge las manos de Lambert y poco a poco, con lentitud, va rodeando los pechos de ella. No le permite tocarla, solo sostener la cuerda. Hace un nudo y luego pasa otra cuerda por encima, debajo de las axilas. El maestro da un paso atrás y le deja solo. Lambert repite el primer nudo y el maestro asiente en silencio. Pone una nueva cuerda en sus manos y le indica cómo pasarla bajo las otras. Lambert reproduce sus gestos sobre la piel de ella. El maestro se acerca y ahora estira con delicadeza, como temiendo hacerle daño. Los pechos de ella van quedando estrangulados, enrojecidos y la piel se tensa. Lambert no puede evitarlo y extiende la mano para tocar un pezón rojo como una cereza.<br />
–Sakuranbo –dice el maestro interrumpiéndole.<br />
Toma la siguiente cuerda y rodea la cintura de ella por encima del ombligo. Lambert observa el mo-vimiento pausado de sus manos cetrinas. Cada vuelta recorre la forma de las costillas y, entre vuelta y vuelta, no queda un centímetro de piel visible. El maestro hace un nudo con lentitud, repitiendo cada paso dos veces. Pronuncia una orden y ella abre las piernas. Entonces entrega la cuerda a Lambert, que la desliza entre los muslos delgados rozando la piel caliente con el dorso de la mano. Ella suspira. Lambert ata la cuerda por la espalda con un gran nudo y lo envuelve con la palma de la mano. La espalda de ella se curva cuando retuerce el nudo. Con la siguiente vuelta, la cuerda se clava en la piel y ella empieza a respirar con dificultad. Lambert roza la piel tensa y enrojecida con las yemas de los dedos y deja en ella una marca blanca. Una gota de sudor le resbala por la sien, cae paralela hacia el pómulo. Desciende hasta la comisura de sus labios entreabiertos y se cuela en su boca. Él la recoge con la lengua y traga. Ella abre y cierra las manos. Sus labios tensos se separan y parecen curvarse hacia arriba en un amago de sonrisa que se deshace tan rápido como ha aparecido.<br />
–Karada.<br />
El maestro susurra la palabra al oído de Lambert, que se sobresalta y retrocede. Se frota las manos en la camisa mientras toma aire y su vientre se hincha. El pelo lacio se le pega a la frente. El maestro le tiende otra cuerda. Después se acerca a ella y la sujeta por la barbilla con una mano que parece de cuero. Lambert acerca la cuerda a su boca y ella abre los labios. Un hilo de saliva le cae por la comisura y resbala hacia el cuello. Lambert lo recoge con la yema de un dedo. Se miran a los ojos. Ella atrapa la cuerda entre los dientes y aprieta las mandíbulas hasta que los labios se le vuelven blancos. El maestro hace un nudo en forma de lazo a la altura de la nuca. Lambert le quita la cuerda de las manos para enrollarla en las piernas y los tobillos de ella, que gime. El maestro asiente y sonríe. Ella tiene ahora todo el cuerpo aprisionado por cuerdas. Parpadea una y otra vez, rápido, con espasmos.<br />
Lambert mira hacia el aparador, donde queda una última cuerda. La coge y empieza a caminar en círculos alrededor de ella. Cada vez que da un paso fuera de la alfombra de seda, resuena en la habi-tación el eco de su pisada. Con el siguiente, su huella queda marcada sobre el tejido de colores. Cuando se detiene, los únicos sonidos que se escuchan son su respiración densa y los gemidos de ella. Entonces Lambert le pasa la cuerda bajo el nudo de la nuca y entre los brazos. Sopesa los dos extremos mientras observa los ganchos del techo. Mete los dedos bajo los nudos en la espalda. Que-dan aprisionados entre la carne y la soga cuando ella inspira. Cuando espira, Lambert mete más la mano hasta que el sudor de su palma se mezcla con el de ella. La piel está caliente y rugosa por las marcas de la fibra. Los dedos de Lambert palpitan con el pulso acelerado, apretados por la cuerda, hasta que la mano resbala. Lambert coge los cabos sueltos y trata de colgarlos de uno de los ganchos del techo. Falla. Recoge la cuerda del suelo. Vuelve a lanzarla. Con cada intento, a ella se le escapa un sollozo. Cuando la soga pasa por el gancho, Lambert la recoge. Tira con las dos manos a la vez que dobla las rodillas. Ella se eleva del suelo, sujeta por la nuca y la cintura. Aúlla y muerde la cuerda. La orina le resbala por los muslos y gotea sobre la alfombra de seda dejando pequeñas manchas oscuras. Lambert jadea y una vena azul verdoso se le marca en el cuello. Palpita al mismo ritmo que sus tirones mientras la soga le quema la piel.<br />
El gancho en el techo cruje y se desprende. Ella grita y la cuerda resbala de las manos de Lambert. Una lluvia de polvo de escayola se precipita sobre sus ojos, cegándole. Los dos caen al suelo.<br />
Se oye un rumor de gramófono que viene de algún piso cercano. La voz de Édith Piaf cantando «Non, je ne regrette rien» vibra en las paredes. Lambert se incorpora y deja caer la cuerda. El cuerpo de ella está desmadejado sobre la alfombra persa, con el cuello torcido en un gesto imposible. No se mueve. Lambert se aparta e intenta levantarse pero, cuanto más patalea, más se enredan sus piernas en la soga roja. Se detiene. Una gota de sangre cae de su labio inferior y se precipita sobre la madera. Recorre una veta negra haciendo zigzag hasta ir a parar a la juntura entre dos tablas. Se cuela por el orificio y se pierde. Lambert parpadea. Se levanta apoyándose en las palmas de las manos y desenreda la cuerda de sus tobillos. Le ha dejado marcas por debajo de la ropa. En el suelo, sobre la alfombra, ella tiene los ojos oscuros inyectados en sangre y los labios pálidos entreabiertos. Con el cuello torcido hacia atrás, parece extender un brazo hacia él. Los dedos de su mano casi tocan la punta del zapato de Lambert, que se aparta. Édith Piaf entona «rien de rien» con un trémolo. Lambert mira a su alrededor pero solo ve su gabardina doblada sobre la silla y la mesita del té, ahora vacía. El maestro ha desaparecido.<br />
La lámpara del techo se balancea. Lambert se pasa la mano por la cara y la palma queda manchada de sangre. Camina hacia atrás sin dejar de mirar el cuerpo de ella y las marcas de la cuerda amoratándose sobre su piel. Recorre el pasillo. Abre la puerta. En las escaleras la voz de Édith Piaf resuena como en una sala de conciertos. Lambert baja los escalones de dos en dos. Tropieza y cae contra la pared, pero se levanta como un resorte. Sale. En la calle no se escucha la música. Los adoquines están húmedos. Lambert corre.<br />
<div style="text-align: center;">* * *</div>Sobre el Pont des Arts, varias parejas se abrazan, a pocos metros unas de otras. Lambert camina por el centro del puente. Se detiene. El río baja rápido y silencioso. Un joven delgado vestido con traje de pana aprieta a una chica menuda y morena contra la barandilla. Tiene la cara hundida en su escote. Ella vuelve la cabeza hacia Lambert. La pintura roja de sus labios está corrida y mancha su mejilla. La joven enreda los dedos en el pelo de su amante, y entre los mechones rubios deja ver sus uñas pintadas de negro.<br />
Lambert ve a lo lejos las caras iluminadas del Pont Neuf con sus ojos saltones y sus bocas retorcidas. Echa a andar por la orilla del río. Solo se oye el ruido de sus pasos.<br />
Llega hasta la Place Saint-Michel y se deja caer junto a la fuente. Mete la cabeza en el agua. Uno de los dragones de alas curvadas vomita un chorro que le golpea en la nuca una y otra vez. Lambert saca la cabeza y deja que caiga sobre su cara. Tose, traga agua. Se aparta y mientras jadea para recobrar el aliento mira la estatua gris del dragón. El agua sucia que salpica dentro y fuera de la fuente tiene el color del té cargado. En el suelo, las páginas de un ejemplar de Le Monde se revuelven, empapadas. Lambert se levanta y lo recoge. Las manos se le manchan de tinta. Empieza a caminar.<br />
Cuando Lambert entra de nuevo en la casa, el gramófono y Édith Piaf están en silencio. Sube las escaleras. La puerta del apartamento está abierta. No hay luz en el pasillo pero al fondo del corredor se ve el salón iluminado. Lambert avanza hasta detenerse bajo el dintel. Sobre la mesita hay una tetera humeante y dos cuencos. La alfombra persa está extendida con sus flecos perfectamente alineados. Hay un hueco en la escayola del techo. El maestro lleva el mismo traje gris y los mismos zapatos negros. Hace una leve inclinación de cabeza. Lambert observa sus manos oscuras y las venas marcadas en el dorso, que palpitan. Las manos de Lambert tiemblan, lo mismo que sus brazos y su torso empapado. La camisa se le pega al cuerpo y deja entrever la sombra del vello y la curva de las costillas.<br />
El maestro se acerca al aparador y coge un rollo de cuerda. Lambert se quita los zapatos, la camisa y el resto de la ropa. Lo deja todo en el suelo, en un pequeño montón y, encima, el periódico mojado. Desnudo, camina hacia el maestro hasta que sus pies tocan la alfombra de seda. El maestro desenrolla la cuerda y exclama una orden. Lambert extiende los brazos.<br />
<span style="font-weight: bold;">Paula Lapido</span></div></blockquote><br />
<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;">La soledad dentro del grupo</span></div>Si yo les dijese que este relato es de <span style="font-style: italic; font-weight: bold;">"<span style="color: #666666;">Nadia Romanescu</span>"</span>, una joven y atormentada escritora rumana, suicidada hace unos meses y que su obra se ha convertido en objeto de culto por la élite lectora de <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Nueva York</span>. Y que <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">The New Yorker</span> prepara un especial sobre ella y que la revista <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Life</span> la sacará en portada en breve, ahorcada como se suicidó, pero con un rostro bellísimo, pensarían dónde han estado para no enterarse. Es probable también que alcen la vista y repasen el relato. Y todo ello por el <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">etiquetado</span> que acabo de hacer. Yo no pongo ninguna objeción a su modo de actuar y no lo reprocho. Mi navegador tiene la barrita de <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">PageRank</span> y cuando entro en cualquiér página es lo primero que miro. <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Paula Lapido</span> se presenta bajo la "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">marca blanca</span>" de escritora. Es su <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">marca genérica</span>, pero en breve, en no más de cinco años, será la marca <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Paula Lapido</span>, o el nombre que escoja para su empresa de escritora. Pues dentro del grupo de escritores, de todas las <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">voces en la penumbra</span>, su soledad sonora es visible y audible.Yo tendré la satisfacción, la íntima satisfacción de haberla leído bajo la marca <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Paula Lapido</span>.</div><br />
Este relato se halla en la excelente revista <a href="http://www.revistanarrativas.com/" style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Narrativas 10</a><br />
Sobre <a href="http://www.clubrosas5.com/modules/news/print.php?storyid=113" style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Nawa shibari</a>. No les vaya a pasar como a mí, que pensé que era el nombre de la "chica".<br />
Su blog, <a href="http://escupitajosdeerudicion.blogspot.com/" style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Escupitajos de Erudición</a>. También lo tienen en la columna de este blog.<br />
Otros relatos suyos mas cortos en "<a href="http://losineditosdelsindrome.blogspot.com/search/label/Paula%20Lapido" style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Los inéditos del síndrome</a>".<br />
Su columna en "<a href="http://www.sincolumna.com/" style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Sin columna.com</a>"<br />
Conocer al autor <b><a href="http://www.conoceralautor.com/autores/ver/NDIz">Paula Lapido </a></b><br />
<b><a href="http://www.labibliotecaimaginaria.es/page10.php">Entrevista</a></b>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-8713172243276819872009-01-30T23:09:00.008+01:002009-08-09T13:09:28.818+02:00Amado monstruo<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgU8uv_IH4ZUjSZn0-VxAs0iuf4p3-U6ZbKhWrTix5Aj4WeRqZnjg_VckU8Et3D5MTo_oy_t2EJM2Re_lTQhy_ztzu0ZSvPwigiVynVaDrTiG1hqwm7v_GMbXssrOhhDfg48sn8bBjCDohw/s1600-h/Fortunio+Liceti.+Monstruos.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 244px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgU8uv_IH4ZUjSZn0-VxAs0iuf4p3-U6ZbKhWrTix5Aj4WeRqZnjg_VckU8Et3D5MTo_oy_t2EJM2Re_lTQhy_ztzu0ZSvPwigiVynVaDrTiG1hqwm7v_GMbXssrOhhDfg48sn8bBjCDohw/s320/Fortunio+Liceti.+Monstruos.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5297212578155756962" border="0" /></a><span style="font-style: italic;font-size:85%;" >Fortunio Liceti: Monstruos (Fuente:</span><span style="font-style: italic;font-size:85%;" ><a style="color: rgb(102, 102, 102);" href="http://www.bium.univ-paris5.fr/medecine/debut.htm"><span style="font-size:78%;">BIUM</span></a>)</span><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);"></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Amado monstruo</span><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Capítulo I</span><br /></div>Está sentado tras una enorme mesa y ni siquiera hace ademán de levantarse cuando entro en el despacho. Se limita a darme la mano. Tiene ojos azul porcelana que armonizan con el color de su corbata, pelo rubio de paja, mejillas sonrosadas y nariz afilada de canónigo intrigante. Su aspecto, en líneas generales, resulta afable. Veremos, sin embargo, qué sucede a partir de ahora. Me invita a tomar asiento, refuerza su sonrisa y se presenta como H.J. Krugger, Director del Departamento de Personal. Habla con un ligero acento extranjero arrastrando las erres y oscureciendo las vocales. Quiere dejar claro desde el principio que los métodos que utiliza para seleccionar a los futuros empleados del Banco son bastante heterodoxos y que nuestra entrevista va a ser bastante larga. Deberé responder a todas las preguntas que me haga, incluso aquellas que puedan parecerme excesivamente íntimas, sin omitir ningún detalle (tampoco los más insignificantes) porque en cualquiera de esos detalles puede esconderse el dato revelador. Tiene mi expediente sobre la mesa, pero me pide que le repita algunos datos personales.<br />Llegó, pués, el gran momento. Le digo que me llamo Juan D., que he cumplido ya los treinta años, que perdí a mi padre cuando yo era todavía un niño y que vivo con una madre que me idolatra, pero que me hace la vida imposible.<br />Krugger consulta brevemente el expediente y pregunta cómo es posible que ni siquiera terminase mis estudios primarios. Le digo que mi madre me sacó de la escuela antes de que cumpliese los ocho años, para librarme de los otros niños, que se complacían rompiéndome los cuadernos y pinchándome con los compases. A partir de entonces, fué ella la que cuidó personalmente de mi educación, siguiendo los mismos libros de texto que hubiese utilizado en la escuela, pero dándoles tal vez una interpretación bastante personal.<br />Se interesa por mi último empleo. Una pregunta de rigor. Le confieso que no he trabajado nunca y se maravilla de que, en estos tiempos que corren, pueda existir un hombre que haya sobrevivido treinta años sin necesidad de trabajar. Replico diciéndole que no se sorprendería tanto si conociese la obsesión de mi madre por tenerme constantemente pegado a sus faldas. En cierto modo (le digo) ella es la culpable de que no haya trabajado antes.<br />Empieza a comprender que mi madre juega un importante papel en mi vida. Carraspea, arquea las cejas y enciende un cigarrillo. Quiere conocer las razones que me impulsaron a escribirles. Las páginas de los diarios están llenas de ofertas de empleo. ¿Por qué les elegí precisamente a ellos?<br /><br />Procuro responder con brevedad y precisión, sin alargarme demasiado. Le digo que la primera razón (y la más importante) fue la imperiosa necesidad de empezar a trabajar, para no continuar viviendo de la sopa boba. Otra razón (que explica por qué les escribí precisamente a ellos) fue el profundo respeto que he sentido siempre por los bancos, a los que considero como una especie de catedrales laicas, como templos de acero y aluminio en los que se premia en este mundo el trabajo y el ahorro de los hombres.<br />Sacude la cabeza, sorprendido tal vez por mis metáforas, impropias de un hombre que apenas ha ido a la escuela. Tal vez sea la primera vez que oye llamar catedrales a los bancos. Pasado el primer instante de sorpresa, me mira a los ojos, como tratando de descubrir si le estoy tomando el pelo. Le sostengo la mirada sin parpadear, hasta que desaparece su expresión suspicaz. Prosigo diciéndole que les escribí la carta a escondidas de mi madre, mientras ella estaba en la cocina. pero que finalmente descubrió lo que me traía entre manos y que entonces se puso como un basilisco.<br />¿Por qué? me pregunta cortésmente, entre las azuladas nubes de humo que se escapan de su cigarrillo.<br />No resulta fácil responder con cuatro palabras y me encojo de hombros. Le veo sonreír levemente, como si aceptase y comprendiese hasta cierto punto las inhibiciones y timideces de los candidatos. Esablece una breve pausa y repite luego que necesita conocer todos los detalles de la vida de los aspirantes a trabajar en el Banco, porque esos detalles (por nimios que parezcan) suelen proyectarse luego ampliamente sobre el quehacer cotidiano, con todo lo que ello puede significar para la buena gestión de cualquier empresa. Añade que, por otra parte, nadie es capaz de distinguir lo pequeño de lo grande sin riesgo de equivocarse y que son precisamente los pequeños detalles los que mejor pueden revelar el verdadero carácter de los hombres.<br /></div></blockquote><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Amado monstruo</span><br /><span style="font-weight: bold;">Javier Tomeo</span><br /><br /><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" >34</span><br /></div>La edición que dispongo, me la ha prestado mi hermano, pues no encuentro la mía; es de <span style="font-style: italic; font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Círculo de Lectores</span>, tapa dura y con una introducción de <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Enrique Murillo</span>. En dicha introducción, <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Enrique Murillo</span>, situa en el contexto de la literatura la obra de <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Tomeo</span>. Entresaco de la misma varias frases: "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">la perfección de su factura narrativa y estilística</span>"; "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">convertido ya en escritor de culto por parte de grandes minorías en Alemania y en Francia</span>"; "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">La obra entera de Tomeo, en especial la de su segunda época, se caracteriza por su fácil acceso para el lector, y por sus abundantes dosis de humorismo brutal en el que intervienen a partes iguales la lógica del lenguaje (constantemente burlada) y la lógica de la razonabilidad (tomada, también, a chirigota)</span>." En esta edición de <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Círculo</span>, se hallan una junto a la otra dos de las obras maestras de <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Tomeo</span>: <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Amado monstruo</span> y <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">El castillo de la carta cifrada</span>, ambas pertenecen a la madurez del original estilo de <span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Tomeo</span>. Dicen que el <span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Premio Nobel</span> le llama todos los años, pero equivoca el prefijo, lo pondremos una vez mas, es el <span style="color: rgb(102, 102, 102);font-size:130%;" >34</span>.<br /></div><br />Algunas de sus obras en <a style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);" href="http://www.anagrama-ed.es/autor/1044">Anagrama</a><br />Acceder al artículo sobre él, en la <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Javier_Tomeo"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Wikipedia</span></a>.<br /><a href="http://cvc.cervantes.es/obref/aih/pdf/11/aih_11_5_033.pdf"><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">Hans Felten</span></a>: "<span style="font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Javier Tomeo, Amado monstruo:Una lectura plural</span>"<br />Más sobre su "<span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">peculiar estilo</span>". "<a href="http://alectura.educa.aragon.es/pdfmonogra/tomeo.pdf"><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 102, 102);">María Elena Fernández Clavería</span></a>:<span style="font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">La involución de los caracoles"</span><br />El comienzo de "<span style="font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">El castillo de la carta cifrada</span>" en <a href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2009/01/el-castillo-de-la-carta-cifrada.html"><span style="font-weight: bold; font-style: italic; color: rgb(102, 102, 102);">Ítaca</span></a>.<br />Un trozo de texto de <a style="color: rgb(102, 102, 102);" href="http://ulises-itaca.blogspot.com/2008/06/dilogo-en-re-mayor.html"><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Diálogo en re mayor</span></a>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6942093048555106664.post-29587610486406945842009-01-25T22:18:00.008+01:002009-12-30T17:01:52.068+01:00La guerra de los dioses<div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8vFzvBys1j7KJSMo0rKh37-Qthr5tAOQXH4-z6b6WtnQpK8_QbJpyucfq0ANs2zA9333j53dkkEGSl4QHYZPJF82XFs69LbK8br6CDyV_ANC3th6VMaEMKJGgM0NsyPc13BSOuA2eN75R/s1600-h/Carracci+J%C3%BApiter+y+Juno.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5367911422405857826" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8vFzvBys1j7KJSMo0rKh37-Qthr5tAOQXH4-z6b6WtnQpK8_QbJpyucfq0ANs2zA9333j53dkkEGSl4QHYZPJF82XFs69LbK8br6CDyV_ANC3th6VMaEMKJGgM0NsyPc13BSOuA2eN75R/s400/Carracci+J%C3%BApiter+y+Juno.jpg" style="cursor: pointer; display: block; height: 400px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 299px;" /></a><span style="font-size: 85%;"><span style="font-style: italic;"><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Agostino_Carracci" style="color: #666666;">Agostino Carracci</a>:<a href="http://es.wikipedia.org/wiki/J%C3%BApiter_%28mitolog%C3%ADa%29" style="color: #666666;">Júpiter</a> y <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Juno_%28mitolog%C3%ADa%29" style="color: #666666;">Juno</a></span></span><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-size: 85%; font-style: italic; font-weight: bold;"></span><br />
</div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: #666666; font-size: 85%; font-style: italic; font-weight: bold;">LA GUERRE DES DIEUX</span><br />
<span style="color: #666666; font-size: 85%; font-style: italic; font-weight: bold;">CHANT PREMIER</span><br />
</div><span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Le Saint-Esprit est l’auteur de ce poème. Arrivée des dieux du christianisme dans le ciel. Colère des dieux du paganisme apaisée par Jupiter. Ils donnent un dîné à leurs nouveaux confrères. Imprudence de la vierge Marie. Insolence d’Apollon.</span><br />
</div><br />
<span style="font-style: italic;">Dans ce temps là, frères, de l’évangile</span><br />
<span style="font-style: italic;">Ma piété méditait quelques mots ;</span><br />
<span style="font-style: italic;">Il était nuit, et le sommeil tranquille,</span><br />
<span style="font-style: italic;">Autour de moi prodiguait ses pavots ;</span><br />
<span style="font-style: italic;">Une éclatante et soudaine lumière</span><br />
<span style="font-style: italic;">Frappe mes yeux ; des parfums inconnus</span><br />
<span style="font-style: italic;">Sont tout à coup dans les airs répandus ;</span><br />
<span style="font-style: italic;">En même temps d’une voix étrangère</span><br />
<span style="font-style: italic;">Je crois entendre et j’entends les doux sons :</span><br />
<span style="font-style: italic;">Je me retourne, et sur mon secrétaire</span><br />
<span style="font-style: italic;">Je vois perché le plus beau des pigeons.</span><br />
<span style="font-style: italic;">A cet éclat, à cette voix divine,</span><br />
<span style="font-style: italic;">Sur mes genoux je tombe, je m’incline,</span><br />
<span style="font-style: italic;">Et dis : « Seigneur, que voulez-vous de moi ? »</span><br />
<span style="font-style: italic;">– En vers dévots il faut chanter ma gloire,</span><br />
<span style="font-style: italic;">Il faut chanter notre antique victoire,</span><br />
<span style="font-style: italic;">Et des Français corroborer la foi.</span><br />
<span style="font-style: italic;">– Hélas ! Seigneur, à cette oeuvre sublime</span><br />
<span style="font-style: italic;">D’autres auraient un droit plus légitime.</span><br />
<span style="font-style: italic;">De vos combats, de vos exploits divers,</span><br />
<span style="font-style: italic;">Quoique dévot, j’ai peu de connaissances :</span><br />
<span style="font-style: italic;">Le temps d’ailleurs corrige les travers ;</span><br />
<span style="font-style: italic;">Et j’ai sans peine abjuré prose et vers.</span><br />
<span style="font-style: italic;">– Je le sais bien, mais à ton impuissance</span><br />
<span style="font-style: italic;">Je suppléerai : recueille tes esprits,</span><br />
<span style="font-style: italic;">Sois attentif ; je vais dicter, écris.</span><br />
<span style="font-style: italic;">Sans examen je dois donc tout écrire.</span><br />
<span style="font-style: italic;">Si dans mes vers se glissent quelquefois</span><br />
<span style="font-style: italic;">Des traits hardis étrangers à ma lyre,</span><br />
<span style="font-style: italic;">On aurait tort d’en accuser mon choix ;</span><br />
<span style="font-style: italic;">La faute en est à celui qui m’inspire.</span><br />
</blockquote><br />
<div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-size: 85%; font-weight: bold;"></span><br />
</div><blockquote><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: #666666; font-size: 85%; font-weight: bold;">LA GUERRA DE LOS DIOSES</span><br />
<span style="color: #666666; font-size: 85%; font-weight: bold;">CANTO PRIMERO</span><br />
</div><span style="color: #666666; font-weight: bold;">El Espíritu Santo es el autor de este poema. Los dioses del cristianismo llegan al cielo. Júpiter aplaca la cólera de los dioses paganos, que ofrecen una comida a sus nuevos colegas. La imprudencia de la Virgen María. La insolencia de Apolo.</span><br />
<br />
<div style="text-align: justify;">En aquel tiempo, hermanos, mi piedad meditaba sobre ciertas palabras del Evangelio. Era de noche y un sueño tranquilo prodigaba a mi alrededor sus adormideras. De pronto, una luz resplandeciente hirió mis ojos y perfumes ignotos se expandieron por el aire. Creí oír también, y oí, el dulce son de una voz desconocida. Ante tanto esplendor, ante aquella voz divina, caí de rodillas e, inclinándome, dije:<br />
-Señor, ¿qué queréis de mí?<br />
-Que cantes en versos piadosos mi gloria y nuestra antigua victoria,<br />
y que corrobores la fe de los franceses.<br />
-Ay, Señor, otros tienen más derecho a realizar esta obra sublime. Yo, aunque devoto, apenas conozco vuestras lides y vuestras muchas hazañas. Además, el tiempo corrige los defectos y yo he renunciado, sin pena alguna, al verso y a la prosa.<br />
-Lo sé bién, pero yo proveeré a tu impotencia: reune tus fuerzas, presta atención; voy a dictar: escribe.<br />
Todo tuve, pues, que transcribirlo sin examen previo. Si en los versos se han deslizado, aquí y allá, rasgos de audacia extraños a mi lira, harías mal en acusarme de ello; la culpa es de quien los ha inspirado.<br />
</div></div></blockquote><br />
<span style="font-style: italic; font-weight: bold;">La guerra de los dioses</span><br />
<span style="font-style: italic; font-weight: bold;">(Prefacios de Eduardo Moga y Rubén Solís Krause)</span><br />
<span style="font-style: italic; font-weight: bold;">(Traducción de Eduardo Moga)</span><br />
<span style="font-weight: bold;">Évariste Parny</span><br />
<br />
<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Blasfemia liberadora</span><br />
</div>El cristianismo, hablamos de él, es una religión "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">capada</span>". Siendo como es, la más grande religión del <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Amor</span>, su aversión al sexo es también la mayor de las grandes religiones. En "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">La guerra de los dioses</span>", (no es una gran obra literaria) <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Évariste Parny</span> (1753-1814), hace una melé con los dioses y diosas paganos y cristianos.<br />
¿Qué finalidad tiene la obra? Claramente vapulear al cristianismo. <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Chateaubriand</span> escribió "<a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Genio_del_cristianismo" style="color: #666666;"><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">El genio del </span><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">cristianismo</span></a>", como una reacción frente a "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">La guerra de los dioses</span>". Hizo pupa, desde luego que hizo pupa.<br />
La edición que yo tengo es la de <a href="http://www.robinbook.com/libro/detalle/id/1714"><span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Ma non troppo</span></a> de ediciones <span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">Robinbook</span>, es una edición bilingüe que va acompañada de los grabados de <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Agostino Carracci</span>; los prefacios de <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Eduardo Moga </span>y <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Rubén Solís Krause</span>, ambientan adecuadamente la obra. La traducción es del poeta <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Eduardo <a href="http://www.catedramdelibes.com/archivos/000674.html" style="color: #666666;">Moga</a></span>, está prosificada y a mí me gusta.<br />
El texto tiene "<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">bofetadas</span>" al cristianismo de buen calibre:<br />
</div><div style="text-align: justify;"></div><blockquote><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">-Así pues-dice Júpiter-, el hombre, estúpido y voluble, rinde a Jesús su pobre y chato homenaje: a tal amo, tal criado. Los criados bendicen la esclavitud y, abatidos, ultrajados, no protestan jamás. A estos memos se les puede engañar sin ningún peligro. Todo les está bien, y su piadosa mejilla se ofrece espontáneamente a las bofetadas. Nada hay más cómodo para los tiranos, y con razón Constantino elogia las ventajas del sistema de moda. Gracias a los cristianos, este taimado bribón disfruta de un tranquilo sueño en su colchón de plumas.</span>"<br />
</div></blockquote><div style="text-align: justify;">"<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;">La guerra de los dioses</span>" es un libro contra la<span style="color: #666666; font-style: italic; font-weight: bold;"> tiranía</span> y ello es suficiente cuando se lo tiene entre las manos para hojearlo sensualmente, leerlo al paso y mirar los grabados de <span style="color: #666666; font-weight: bold;">Carracci</span>, que ayudan a levantar la moral.<br />
</div><br />
Sobre <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Evariste_Parny" style="color: #666666; font-weight: bold;">Évariste Parny</a><br />
Grabados de <a href="http://commons.wikimedia.org/wiki/Agostino_Carracci%27s_erotic_engravings" style="color: #666666; font-weight: bold;">Carracci</a><br />
<a href="http://books.google.com/books?id=vP0FAAAAQAAJ&dq=LA+GUERRE+DES+DIEUX&printsec=frontcover&source=bl&ots=T6qyGVmxhK&sig=QRE862AnP6d5k34zZAgugZCiDQ8&hl=es&ei=EKV-SoiyGI7bjQe_7dy5Cg&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=6#v=onepage&q=&f=false" style="color: #666666; font-weight: bold;">La guerre des dieux</a><br />
Más en <i style="color: #444444;"><b><a href="http://www.letraslibres.com/index.php?art=9190">letras libres </a></b></i>Ar Lorhttp://www.blogger.com/profile/02532464291380218081noreply@blogger.com0