Cosecha el día

&/13

Carpe diem

Carminum, I,11
Tu ne quaesieris (scire nefas) quem mihi, quem tibi
finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios
temptaris numeros. Vt melius quicquid erit pati!
Seu pluris hiemes seu tribuit Iuppiter ultimam,
quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare
Tyrrhenum, sapias, uina liques et spatio breui
spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit inuida
aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.

Odas, I, 11
No preguntes (no es lícito saberlo) qué fin a mí, cuál a ti han dado los dioses, Leucónoe, ni consultes las piedras babilonias. Cuánto mejor soportar lo que vendrá, tanto si Júpiter nos ha concedido muchos inviernos o el último, que ahora fatiga al mar Tirreno con las peñas porosas; sé sabia, filtra los vinos y, en este espacio breve, abandona una esperanza a largo plazo. Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso: disfruta del presente, y cree poco en el futuro.

Carminum
Quinto Horacio Flaco

"Mientras por competir con tu cabello"

Mientras por competir con tu cabello
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;
mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano,
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello,
goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

Sonetos
Luis de Góngora y Argote

Cuando seas anciana, de noche, junto a la vela


"Quand vous serez bien vieille, au soir, à la chandelle"
Quand vous serez bien vieille, au soir, à la chandelle,
Assise aupres du feu, devidant et filant,
Direz, chantant mes vers, en vous esmerveillant :
Ronsard me celebroit du temps que j'estois belle.
Lors, vous n'aurez servante oyant telle nouvelle,
Desja sous le labeur à demy sommeillant,
Qui au bruit de mon nom ne s'aille resveillant,
Benissant vostre nom de louange immortelle.
Je seray sous la terre et fantaume sans os :
Par les ombres myrteux je prendray mon repos :
Vous serez au fouyer une vieille accroupie,
Regrettant mon amour et vostre fier desdain.
Vivez, si m'en croyez, n'attendez à demain:
Cueillez dés aujourd'huy les roses de la vie.

"Cuando seas anciana, de noche, junto a la vela"
Cuando seas anciana, de noche, junto a la vela
hilando y devanando, sentada junto al fuego,
dirás maravillada, mientras cantas mis versos:
«Ronsard me celebraba, cuando yo era hermosa»,
Ya no tendrás sirvienta que tales nuevas oiga
y que medio dormida ya por la labor
se despierte al oír el sonido de mi nombre,
bendiciendo el tuyo con inmortal alabanza.
Yo estaré bajo tierra, y fantasma sin huesos
reposaré junto a la sombra de los mirtos,
y tú serás una anciana junto al hogar encogida.
Lamentando mi amor y tu desdén altivo
Vive, créeme, no aguardes a mañana:
Coge desde hoy las rosas de la vida.

Sonetos para Helena
Pierre de Ronsard

Oda A LA Vida Retirada

¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruido
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!

Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio moro, en jaspes sustentado.

No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.

¿Qué presta a mi contento,
si soy del vano dedo señalado,
si en busca de este viento
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?

¡Oh monte, oh fuente, oh río!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío
a vuestro almo reposo,
huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de quien la sangre ensalza o el dinero.

Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido,
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera,
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza el fruto cierto.

Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.

Y luego sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo,
y con diversas flores va esparciendo.

El aire el huerto orea
y ofrece mil olores al sentido,
los árboles menea
con un manso rüido
que del oro y del cetro pone olvido.

Ténganse su tesoro
los que de un falso leño se confían:
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.

La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.

A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.

Y mientras miserable
mente se están los otros abrasando
con sed insacïable
del no durable mando,
tendido yo a la sombra esté cantando

A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado
del plectro sabiamente meneado.

Oda A La Vida Retirada
Fray Luis de León

En tanto que de rosa y d’azucena

En tanto que de rosa y d’azucena
se muestra la color en vuestro gesto
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
y en tanto que’l cabello, que’n la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce, desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que’l tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

Sonetos
Garcilaso de la Vega

Epístola moral a Fabio

Fabio, las esperanzas cortesanas
prisiones son do el ambicioso muere,
y donde al más activo nacen canas.
El que no las limare o las rompiere,
ni el nombre de varón ha merecido,
ni subir al honor que pretendiere.
El ánimo plebeyo y abatido
elija, en sus intentos temeroso,
primero estar suspenso que caído;
que el corazón entero y generoso,
al caso adverso inclinará la frente,
antes que la rodilla al poderoso.
Más triunfos, más coronas dio al prudente
que supo retirarse, la Fortuna,
que al que esperó obstinada y locamente.
Esta invasión terrible e importuna
de contrarios sucesos nos espera
desde el primer sollozo de la cuna.
Dejémosla pasar como a la fiera
corriente del gran Betis, cuando airado
dilata hasta los montes la ribera.
Aquel entre los héroes es contado
que el premio mereció, no quien le alcanza
por vanas consecuencias del estado.
Peculio propio es ya de la privanza
cuanto de Astrea fue, cuanto regía
con su temida espada y su balanza.
El oro, la maldad, la tiranía
del inicuo precede, y pasa al bueno:
¿qué espera la virtud o qué confía?
Vente, y reposa en el materno seno
de la antigua Romúlea, cuyo clima
te será más humano y más sereno;
adonde, por lo menos, cuando oprima
nuestro cuerpo la tierra, dirá alguno:
"Blanda le sea", al derramarla encima;
donde no dejará la mesa ayuno
cuando en ella te falte el pece raro,
o cuando su pavón nos niegue Juno.
Busca, pues, el sosiego dulce y caro,
como, en la oscura noche del Egeo
busca el piloto el eminente faro;
que si acortas y ciñes tu deseo,
dirás: "Lo que desprecio he conseguido,
que la opinión vulgar es devaneo."
Más quiere el ruiseñor su pobre nido
de pluma y leves pajas, más sus quejas,
en el bosque repuesto y escondido,
que agradar lisonjero las orejas
de algún príncipe insigne, aprisionado
en el metal de las doradas rejas.
¡Triste de aquel que vive destinado
a esa antigua colonia de los vicios,
augur de los semblantes del privado!
Cese el ansia y la sed de los oficios,
que acepta el don, y burla del intento,
el ídolo, a quien haces sacrificios.
Iguala con la vida el pensamiento,
y no le pasarás de hoy a mañana,
ni aun quizá de uno a otro momento.
Casi no tienes ni una sombra vana
de nuestra antigua Itálica, y ¿esperas?
¡Oh error perpetuo de la vida humana!
Las enseñas grecianas, las banderas
del senado y romana monarquía
murieron, y pasaron sus carreras.
¿Qué es nuestra vida más que un breve día,
do apenas sale el sol, cuando se pierde
en las tinieblas de la noche fría?
¿Qué más que el heno, a la mañana verde,
seco a la tarde? ¡Oh ciego desvarío!
¿Será que de este sueño se recuerde?
¿Será que pueda ser que me desvío
de la vida viviendo, y que esté unida
la cauta muerte al simple vivir mío?
Como los ríos, que en veloz corrida
se llevan a la mar, tal soy llevado
al último suspiro de mi vida.
De la pasada edad, ¿qué me ha quedado?,
O ¿qué tengo yo, a dicha, en la que espero,
sino alguna noticia de mi hado?
¡Oh si acabase, viendo cómo muero,
de aprender a morir antes que llegue
aquel forzoso término postrero;
antes que aquesta mies inútil siegue
de la severa muerte dura mano,
y a la común materia se la entregue!
Pasáronse las flores del verano,
el otoño pasó con sus racimos,
pasó el invierno con sus nieves cano;
las hojas que en las altas selvas vimos
cayeron, ¡y nosotros a porfía
en nuestro engaño inmóviles vivimos!
Temamos al Señor, que nos envía
las espigas del año y la hartura,
y la temprana pluvia y la tardía.
No imitemos la tierra siempre dura
a las aguas del cielo y al arado,
ni la vid cuyo fruto no madura.
¿Piensas acaso tú que fue criado
el varón para el rayo de la guerra,
para sulcar el piélago salado,
para medir el orbe de la tierra
y el cerco por do el sol siempre camina?
¡Oh, quien así lo piensa, cuánto yerra!
Esta nuestra porción alta y divina
a mayores acciones es llamada
y en más nobles objetos se termina.
Así aquella que al hombre sólo es dada,
sacra razón y pura, me despierta,
de esplendor y de rayos coronada;
y en la fría región dura y desierta
de aqueste pecho enciende nueva llama,
y la luz vuelve a arder que estaba muerta.
Quiero, Fabio, seguir a quien me llama,
y callado pasar entre la gente,
que no afecto los nombres ni la fama.
El soberbio tirano del Oriente
que maciza las torres de cien codos
del cándido metal puro y luciente,
apenas puede ya comprar los modos
del pecar. La virtud es más barata:
ella consigo misma ruega a todos.
¡Mísero aquel que corre y se dilata
por cuantos son los climas y los mares,
perseguidor del oro y de la plata!
Un ángulo me basta entre mis lares,
un libro y un amigo, un sueño breve,
que no perturben deudas ni pesares.
Esto tan solamente es cuanto debe
naturaleza al parco y al discreto,
y algún manjar común, honesto y leve.
No, porque así te escribo, hagas conceto
que pongo la virtud en ejercicio;
que aun esto fue difícil a Epicteto.
Basta, al que empieza, aborrecer el vicio,
y el ánimo enseñar a ser modesto;
después le será el cielo más propicio.
Despreciar el deleite no es supuesto
de sólida virtud; que aun el vicioso
en sí propio le nota de molesto.
Mas no podrás negarme cuán forzoso
este camino sea al alto asiento,
morada de la paz y del reposo.
No sazona la fruta en un momento
aquella inteligencia que mensura
la duración de todo a su talento:
flor la vimos ayer hermosa y pura;
luego, materia acerba y desabrida,
y perfecta después, dulce y madura.
Tal la humana prudencia es bien que mida
y comparta y dispense las acciones
que han de ser compañeras de la vida.
No quiera Dios que siga los varones
que moran nuestras plazas, macilentos,
de la virtud infames histrïones;
estos inmundos trágicos y atentos
al aplauso común, cuyas entrañas
son oscuros e infaustos monumentos.
¡Cuán callada que pasa las montañas
el aura, respirando mansamente!
¡Qué gárrula y sonora por las cañas!
¡Qué muda la virtud por el prudente!
¡Qué redundante y llena de rüido
por el vano, ambicioso y aparente!
Quiero imitar al pueblo en el vestido,
en las costumbres sólo a los mejores,
sin presumir de roto y mal ceñido.
No resplandezca el oro y las colores
en nuestro traje, ni tampoco sea
igual al de los dóricos cantores.
Una mediana vida yo posea,
un estilo común y moderado,
que no le note nadie que le vea.
En el plebeyo barro mal tostado
hubo ya quien bebió tan ambicioso
como en el vaso múrrino preciado;
y alguno tan ilustre y generoso
que usó, como si fuera vil gaveta,
del cristal transparente y luminoso.
Sin la templanza ¿viste tú perfeta
alguna cosa? ¡Oh muerte!, Ven callada
como sueles venir en la saeta;
no en la tonante máquina preñada
de fuego y de rumor; que no es mi puerta
de doblados metales fabricada.
Así, Fabio, me muestra descubierta
su esencia la verdad, y mi albedrío
con ella se compone y se concierta.
No te burles de ver cuánto confío,
ni al arte de decir, vana y pomposa,
el ardor atribuyas de este brío.
¿Es por ventura menos poderosa
que el vicio la virtud,o menos fuerte?
No la arguyas de flaca y temerosa.
La codicia en las manos de la suerte
se arroja al mar, la ira a las espadas,
y la ambición se ríe de la muerte.
¿Y no serán siquiera tan osadas
las opuestas acciones, si las miro
de más ilustres genios ayudadas?
Ya, dulce amigo, huyo y me retiro
de cuanto simple amé; rompí los lazos.
Ven y verás al grande fin que aspiro,
antes que el tiempo muera en nuestros brazos.

Epístola moral a Fabio
(Versión de Dámaso Alonso)
Andrés Fernández de Andrada

Atisbos de inmortalidad

Ode
Intimations of Immortality from Recollections of Early Childhood
X
What though the radiance which was once so bright
Be now for ever taken from my sight,
Though nothing can bring back the hour
Of splendour in the grass, of glory in the flower;
We will grieve not, rather find
Strength in what remains behind;
In the primal sympathy
Which having been must ever be;
In the soothing thoughts that spring
Out of human suffering;
In the faith that looks through death,
In years that bring the philosophic mind.

Oda
Atisbos de inmortalidad en los recuerdos de la primera infancia
X
Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello
que en mi juventud me deslumbraba,
aunque nada pueda hacer volver la hora
del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos,
pues hallaremos ánimo en el recuerdo:
en aquella primera amistad,
que habiendo sido una vez, será por siempre;
en los condolientes sentimientos que brotaron
de los pesares humanos;
en la fe que traspasa la muerte;
en los años, que dan la serenidad.

Atisbos de inmortalidad...
(Versión libre)
William Wordsworth

Cerdo y Pimienta

Alice in Wonderland
Chapter VI
Pig and Pepper
«Cheshire Puss,» she began, rather timidly, as she did not at all know whether it would like the name: however, it only grinned a little wider. «Come, it's pleased so far,» thought Alice, and she went on. «Would you tell me, please, which way I ought to go from here?»
«That depends a good deal on where you want to get to,» said the Cat.
«I don't much care where—» said Alice.
«Then it doesn't matter which way you go,» said the Cat.
«—so long as I get somewhere,» Alice added as an explanation.
«Oh, you're sure to do that,» said the Cat, «if you only walk long enough.»
Alice felt that this could not be denied, so she tried another question. «What sort of people live about here?»
«In that direction,» the Cat said, waving its right paw round, «lives a Hatter: and in that direction,» waving the other paw, «lives a March Hare. Visit either you like: they're both mad.»
«But I don't want to go among mad people,» Alice remarked.
«Oh, you can't help that,» said the Cat: «we're all mad here. I'm mad. You're mad.»
«How do you know I'm mad?» said Alice.
«You must be,» said the Cat, «or you wouldn't have come here.»

Alicia en el País de las Maravillas
Capítulo VI
Cerdo y Pimienta
-Minino de Cheshire-empezó, un poco tímidamente, ya que no sabía si le gustaba que le llamasen así: pero al Gato se le ensanchó la sonrisa.
"Vaya, de momento parece complacido", pensó Alicia, y prosiguió-:¿te importaría decirme, por favor, que dirección debo tomar desde aquí?
-Eso depende en gran medida de adónde quieres ir-dijo el Gato.
-No me importa mucho adónde...-dijo Alicia.
-Entonces, da igual la dirección-dijo el Gato.
-...con tal de que llegue a "alguna" parte-añadió Alicia a modo de explicación.
-¡Ah!, ten la seguridad de que llegarás-dijo el Gato-, si andas lo bastante.
Alicia comprendió que eso era innegable, así que aventuró otra pregunta.
-¿Que clase de gente vive por aquí?
-En "esa" dirección-dijo el Gato, haciendo, un gesto amplio con la zarpa derecha-, vive un Sombrerero; y en "esa" otra-hizo un movimiento con la otra zarpa-, una
Liebre de Marzo. Ve a ver a quién quieras, los dos están locos.
-Pero yo no quiero andar entre locos-comentó Alicia.
-¡Ah, eso es algo que no puedes evitar!-dijo el Gato-; aquí estamos todos locos.
Yo estoy loco. Y tú estás loca.
-¿Cómo sabes que yo estoy loca? dijo Alicia.
-Tienes que estarlo-dijo el Gato-; de lo contrario no habrías venido aquí.

Alicia en el País de las Maravillas
Lewis Carroll

Macbeth

Life's but a walking shadow; a poor player,
That struts and frets his hour upon the stage,
And then is heard no more: it is a tale
Told by an idiot, full of sound and fury,
Signifying nothing.

“La vida no es más que una sombra en marcha; un mal actor que se pavonea y se agita una hora en el escenario y después no vuelve a saberse de él: es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada”

Macbeth, Acto V, Escena V

William Shakespeare

Rubaiyat

Vine al mundo ignorando por qué, 
como la gota de agua que continúa su marcha por el río. 
Me marcharé de él como sobre el desierto ardiente pasa el viento. 
¿Por qué vine, por qué he de irme?

Rubaiyat
Omar Jayyam