sábado, 13 de febrero de 2010

«El campeón de los constructores de retretes del condado de Sangamon»

 
Lem Putt dibujado por William kermode. Fuente:journeytoforever
«El especialista»
“Seguramente que usted ha oído hablar mucho acerca de que ésta es la era de la especialización. Yo, de oficio, soy carpintero. Hubo un tiempo en que podía construir una casa, un granero, una  iglesia o un gallinero. Pero me di cuenta de que en mi carrera uno necesitaba especializarse, y me puse a pensar. Hasta que lo encontré, y lo estudié a fondo. Señores, se hallan ustedes ante el  campeón de los constructores de retretes del condado de Sangamon.
Luke Harkins fue mi primer cliente. Se enteró de que yo me había especializado y decidió probar. Le construí el artefacto normal de tres hoyos para una familia de ocho. Ese trabajo consagró mi  reputación y, desde entonces, he dedicado todo mi tiempo y mi pensamiento a este tipo de especialización. Naturalmente que, cuando escasea el trabajo, empapelo uno que otro muro, pero mi corazón permanece junto a la construcción de retretes rurales. Y cuando acabo una obra, no se crea que la doy por terminada. A todos mis clientes les garantizo seis meses de servicio gratuito ante cualquier contingencia.
Esto se lo expliqué a Luke, y un día me llama y me dice: “Lem, me gustaría que vinieras por casa. Tengo problemas con el retrete”.  Bueno, cogí el coche y me fui donde los Luke. Me escondí detrás de la casa de los Baldwin hasta que me formé una idea bastante exacta de la situación.
Estábamos en plena época de cosechas, y ahí estaban los jornaleros, entrando y saliendo y quedándose en el retrete entre cuarenta y sesenta minutos por vez. ¿Se da cuenta?
Dije: “Luke, de verdad tienes problemas con tu retrete”. Así es que traje mis herramientas y me puse a examinar la estructura.
Lo primero que hice fue mirar el catálogo de ventas por correspondencia que estaba ahí colgado, pensando que podría ser el origen del problema; pero ni siquiera pertenecía a una empresa conocida. Entonces me puse a mirar los asientos propiamente tales y me di cuenta de todo. Los había hecho demasiado confortables. Cogí mi escofina y, en un dos por tres, dejé cuadrados los hoyos que antes estaban tan suavemente redondeados. Cuadrados y ásperos, con ángulos bien pronunciados. Enseguida, volví a tomar mi posición de antes: yo aquí, los Baldwin ahí, y el retrete algo más allá. Y me quedé observando las entradas y salidas de los jornaleros por casi dos horas. Ni uno se quedó más de cuatro minutos.

El especialista
Traductor: José Manuel Vergara
Charles Sale

 Igual que un trago de agua cuando se tiene sed
Hará unos pocos días que ha llegado a mis manos el librito "El especialista" de Charles Sale, un regalo de los que me suele hacer a menudo el amigo y escritor Asdrúbal Hernández, en la guarda del  libro, pone la fecha en que lo adquirió 22-IV-83 y debajo su firma. El anterior librito regalado por él, fue "Los apuntes secretos de Sir Francis", igualmente una joya.
"El especialista" es una obrilla de la Editorial Pomaire, en dieciseisavo, de 31 páginas, con los dibujos originales de William Kermode. En la solapa de la sobrecubierta está escrito:
"Una historia inocentemente rabelesiana"
"Este pequeño libro trata de las actividades profesionales de un tal Lem Putt, especialista en la  forma más primitiva de la ingenieria sanitaria. Escrito en el lenguaje vernacular de Lem, se desarrolla como una explicación a sus métodos a uno de sus clientes."
Lem Putt se dedica a construir letrinas y sobre el modo de hacerlo, en el mundo no hay nadie que  sepa más. Si los coronoles norteamericanos en Vietnam, se asombraban de que un individuo en cuclillas, desnudo y sucio, mandaba un regimiento como ellos, sin haber pasado por West Point; Lem Putt de la mano de Charles Sale, nos asombra escribiendo el mejor relato sobre letrinas y legándolo a la Humanidad.
Este carpintero, al contrario de aquél que escribió sobre la arena, nos ha dejado por escrito sus palabras y también, como aquél, algunos interrogantes:
"¿Qué longevidad puede tener, o cuánto puede durar un catálogo de ventas por correspondencia de  extensión normal en un retrete corriente de tres hoyos para una familia de ocho?".
Y en cuanto a las profundidades que alcanza sobre la condición humana, está a la altura de muchas grandes obras literarias y supera con creces a una gran mayoría:
"El cerrojo tiene que ser de la mejor calidad, porque no hay nada que destroce más los nervios de un hombre que estar sentado, ahí, en guardia, porque no tiene un cerrojo como Dios manda en la puerta".
Evidentemente no podía faltar aquí la correspondencia entre el relato y el modo de escribir, es la cama de Procusto de casi todos mis comentarios, así que al que haya llegado hasta aquí,  le endosaremos como castigo una breve nota, sobre:
«El confort de la escritura»
Veamos como queda en forma de parábola, con las palabras de Lem Putt:
"-Lem, me gustaría que vinieras por casa. Tengo problemas con el retrete.
Bueno, cogí el coche y me fui donde los Luke. Me escondí detrás de la casa de los Baldwin hasta que me formé una idea bastante exacta de la situación.
Estábamos en plena época de cosechas, y ahí estaban los jornaleros, entrando y saliendo y quedándose en el retrete entre cuarenta y sesenta minutos por vez. ¿Se da cuenta?
Así es que traje mis herramientas y me puse a examinar la estructura.
Lo primero que hice fue mirar el catálogo de ventas por correspondencia que estaba ahí colgado, pensando que podría ser el origen del problema; pero ni siquiera pertenecía a una empresa conocida. Entonces me puse a mirar los asientos propiamente tales y me di cuenta de todo. Los había hecho demasiado confortables. Cogí mi escofina y, en un dos por tres, dejé cuadrados los hoyos que antes estaban tan suavemente redondeados. Cuadrados y ásperos, con ángulos bien pronunciados.
Enseguida, volví a tomar mi posición de antes: yo aquí, los Baldwin ahí, y el retrete algo más allá. Y me quedé observando las entradas y salidas de los jornaleros por casi dos horas. Ni uno se quedó más de cuatro minutos".
Veamos ahora, el planteamiento del problema para un escritor. Es el inverso del que tiene el Sr. Luke. En su "letrina", el que escribe, desearía que estuvieran horas y horas. ¡Ojo! Hay un dato importantísimo, que no puede ser pasado por alto. ¡No es problema de catálogo! Esto nos indica que el tema sobre el que se escriba tiene una importancia secundaria. ¿Y entonces que consideramos como lo primario? Según parece, que estén cómodas las nalgas de la lectora (los hombres no leen, se dedican a otras cosas). ¿Y cómo se consigue eso por medio de las palabras? Si física y anímicamente el mayor confort se consigue en el regazo del ser querido, sea cual sea su naturaleza, en la escritura se basa en una cópula amorosa con la lectora. Si tu escritura es dulce, perfecto, si es perturbadora o si eres un ogro escribiendo, entonces ¡ay!, la lectora sólo se sentará en tu regazo, si "sabe" que no la vas a hacer daño, incluso puede desear copular de veras contigo. (Si eres escritora y él es lector, la observación está de más, él siempre sueña con ello).
¿Y cómo se hace eso? Olvídense de la escofina y usen un cepillo de carpintero o una lijadora de banda, hasta que la frase, quede igual de lisa y tirante que la piel de un tambor.

Luis Markhos

Postdata rabiosa: Mientras confeccionaba este artículo, me han llamado mis colegas de "Ïtaca", Ulises y Gavilán que estaban en casa de Higinio y se disponían a comer los tres en breves minutos. Por cortesía me han informado de lo que iban a comer. Bueno, pues no me importa. Mi mesa al mediodía, iba a estar abastecida por un arroz, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos en el Oriente Lejano, acompañado por algunas especias de las que trajo Marco Polo. De segundo plato, unos huevos fritos de una gallina doméstica (Gallus domesticus), cuyo remoto antepasado es el  Gallus gallus bankiva. Acompañando a estos huevos, unas tajadas de cerdo, animal totémico que fue domesticado por primera vez en el Oriente Medio, cuando la aurora, empezaba a despuntar...Pero...¡Pero qué digo! ¡Qué coño vale todo esto, frente a unas patatas en salsa verde y unas kokotxas con almejas!
¡Y yo! ¡Esforzándome en enseñar cómo se alcanza el estrellato literario y son estos golpes, los que me hacen a mí, ver las estrellas!

Sobre Charles "Chic" Sale, aquí y aquí.
El dibujante William Kermode

2 comentarios:

Gavilán dijo...

Extraordinario comentario, querido amigo. Tendré que seguir pasándotes "libritos". Un abrazo.

Ar Lor dijo...

Gracias, Gavilán. A partir de ahora y gracias a ti, trataré de poner en los textos, el mismo amor que Lem Putt pone en sus letrinas.